El apoyo de los residentes en las riberas de los ríos changuinola, sixaola y san san es clave para protegerlos
Población de manatíes ha crecido en Bocas del Toro
Aunque no a la velocidad que se quisiera, la recuperación de la población de los manatíes o vacas marinas en Bocas del Toro ha sido positiva, situación reconfortante para los funcionarios de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam)
Aunque no a la velocidad que se quisiera, la recuperación de la población de los manatíes o vacas marinas en Bocas del Toro ha sido positiva, situación reconfortante para los funcionarios de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam)
- Leonardo Machuca ([email protected])
- - Publicado: 28/6/2014 - 12:00 am
- 9 manatíes antillanos de Bocas del Toro se introdujeron al lago Gatún, en 1964, para controlar la vegetación.
Hay viajes para avistar manatíes en el humedal
- Daniel Villarreal, socio de Aanvecona, invita a los amantes de la naturaleza a que se adentren al humedal San San y vean al manatí en su habitat.
- El viaje por el río hasta su desembocadura es de entre 20 y 30 minutos, dependiendo del caballaje del motor o lo que se quiera observar en el camino.
- En un sitio estratégico del recorrido se llega al lugar de avistamiento, donde también hay casas para quienes se quieran hospedar.
- El viaje en lancha cuesta $10 y el hospedaje $15. Para más información, llamar al 6801-1714.
Aunque no a la velocidad que se quisiera, la recuperación de la población de los manatíes o vacas marinas en Bocas del Toro ha sido positiva, situación reconfortante para los funcionarios de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam), los turistas, los científicos que viajan de otros países a verlos y los grupos de conservacionistas que trabajan en el sector por su protección.
Iván Chávez, director regional de Anam, atribuye los avances a la concienciación de las comunidades que viven en zonas adyacentes a los ríos, sobre la relevancia de preservar la especie, y al trabajo conjunto con organizaciones conservacionistas internacionales y nacionales.
Otro aspecto importante ha sido la construcción de un refugio para resguardar a los funcionarios y voluntarios que realizan inspecciones entre las desembocaduras de los ríos San San y Changuinola.
Difícil contabilizarlos
Kerson Ruiz, biólogo marino que participa en programas de protección a estos mamíferos en Bocas del Toro y en Manzanillo, Costa Rica, asegura que los manatíes que habitan en dichas áreas transcurren sus días entre los ríos y el mar, y la mayoría del tiempo se la pasan comiendo en bancos de algas , y se toman con calma la entrada a los afluentes para beber agua dulce.
Agregó que, tomando en consideración este comportamiento, es prácticamente imposible contabilizarlos e identificarlos.
En el caso del río San San, recordó que el Instituto Smithsonian hizo un estudio precisamente en busca de este tipo de información, pero es muy difícil que solo dos personas pudieran determinar con certeza un número exacto de estos animales, aunque se calculó que eran alrededor de 100.
En Panamá, los avistamientos han sido en ríos de la comarca Ngäbe-Buglé, como el Damani, Guaribiara, río Caña y Calovébora, además del río Sixaola, en el corregimiento de Guabito, limítrofe con Costa Rica.
Según el experto, los asentamientos poblacionales que radican en la desembocadura de los ríos y a la orilla del afluente, tradicionalmente, han entorpecido el hábitat de los manatíes.
“A lo largo de la orilla de los ríos, las personas eliminan la hierba y transitan a diario con botes o lanchas, lo cual ahuyenta a estos herbívoros que optan por irse al mar, así que no hay datos del lugar que escogen para comer y dormir”, dijo.
Reconoce Ruiz que en comparación con unos 20 años, la población, que antes era depredadora, ahora es conservacionista.
“Quienes devastaban manglares y orillas de ríos, ahora no lo hacen, y dejan un cordón importante de árboles y maleza, algo muy beneficioso”, sostuvo.
El director regional de la Anam —por su parte— asegura que los pescadores y los visitantes han ido tomando conciencia de que entre más rápido manejen sus lanchas, con motores fuera de borda de hasta 200 caballos de fuerza, hay más probabilidades de atropellar y matar a un manatí.
Hace 50 años atras la cacería de estos animales en Panamá, sobre todo para consumir su carne, no era ilegal, lo que mermó grandemente su población.
En 1967 se estableció una primera ley decreto que prohibe su caza y en años recientes Panamá ha suscrito diversos convenios internacionales para proteger a los manatíes y sus hábitats.
Son grandes viajeros
El biólogo Ruiz explica que estudios de científicos de México demuestran que algunos manatíes marcados en ese país han sido vistso después en el golfo de Honduras y hasta en Panamá.
“Un estudio aún más profundo demostró que estos animales pueden nadar en un día hasta 400 kilómetros, es decir, como si fueran, desde de La Chorrera hasta David”, indicó.
En su afán por conocerlos, miembros de la Asociación Amigos de los Animales y la Naturaleza (Aanvacona) han ubicado un sitio especial donde colocan hojas de plantas de plátano y banano, y también racimos de dichas frutas, como alimentos para los manatíes.
En vista de ello, es habitual observarlos llegar, en grupos de hasta ocho, a comer junto a sus crías.
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