El hambre, como el sol, tampoco discrimina, ¿cuál es el futuro de Panamá?
- Rosalina Orocú Mojica
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Empezó el conteo´ de votos por la Junta Nacional de Escrutinio. Votos. Sumas y restas. Porcentajes. Cifras. Afanes. Partidismo. Esperanza y desesperanza. ¿Dónde allí, encaja el hombre, el respeto a su vida y dignidad? Ojalá haya más risas que lágrimas al final de la jornada electoral de hoy. Y a partir de la toma de posesión.
Luis y Braulio Escobar pertenecen a los de abajo. Viven el día según como venga. Sin afanes, sin cifrar las esperanzas en ningún político. Viven, como se dice por ahí, 'a la buena de
Dios'. El uno dependiendo de lo que gente de buen corazón, sensible ante la difícil encrucijada por la que atraviesa, le tienda la mano. El otro, del reciclaje.
Sin embargo, mientras cerca de tres millones de panameños acudía a las urnas o de una forma u otra estaba conectado al tema del día, las elecciones generales en Panamá, Braulio sacó tiempo,
como suele hacerlo cotidinamente para visitar y acompañar por un rato a Luis, quien en su lecho de enfermo, debajo del puente vehicular próximo a la Caja de Seguro Social, oía y veía carros de
todas las marcas y metrobuses y otros vehículos con personas de distintas clases sociales pasar a su lado, quizás sin verlo, porque la sociedad ha llegado a una etapa en que los individuos son
invisibles, no abundan los que salen de su zona de confort para ocuparse de los demás.
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Próximo a esta pareja de humanos, las palomas picotean los restos de comida que ellos le lanzan. Ellas no discriminan.
Al fondo del puente, otro hombre sacude unas sábanas. Quiere refrescar su dormitorio. Antes hubo uno quien entró al baño, una letrina ubicada en el centro del puente vehicular, un baño cuya
puerta es una especie de sábana.
Carros vienen y carros van. Son las dos y media de la tarde. Ellos nos permiten tomarles unas fotos. Braulio y Luis. Este último en el diálogo con Braulio lo único que hace es posar su mirada triste, vidriosa, sobre nosotros. Aveces, asentir, como quien dice, tiene razón mi amigo Braulio.
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Sí, nos dijo Braulio: "Soy su amigo. Lo conozco hace tiempo", mientras las gotas de lluvia y los ojos tristes de Luis -quizás pensando en que hubo en su vida días mejores y que podría haber para él un mañana sin tantos nubarrones- tenían en común un no sé qué.
---¿Viven juntos?
---No.
----"Yo soy del distrito. Él vive aquí. Todos los días. A veces va a la gasolinera (la que está cerca del Hospital Santa Fe) y allí le regalan agua o algo de comer. Yo vengo a estar un rato con él".
Seguramente ambos, a pesar de que hay una bandera del PRD tirada cerca de la colchoneta de Luis, no cifran las esperanzas en ningún candidato ni partido político.
El hambre no tiene color. El hambre no discrimina. El hambre puede tocar hoy a las puertas de uno. Mañana a las de otro.
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Ellos, como las vendedoras de flores de Calidonia, que también acudieron a su cita diaria en busca del pan, porque no dependen de partidos ni políticos, como el pordiosero que iba a la 1.30 de la
tarde cruzando la Vía España, a la altura de la Vía Brasil, cargando tres bolsas negras de basura, tamaño jumbo repletas seguramente de latas, botellas u otro material para reciclarlo) y al igual que
los taxistas, los vendedores de frutas y vegetales en Calidonia, no tienen tiempo para politiquear, el hambre cuando aguijonea como en el caso de Luis quien tiene problemas de úlceras y quizás con
el páncreas, según nos dijo Braulio, no discrimina. No, como tampoco "el sol, que no es aristocrático", como decía el vate panameño Demetrio Herrera Sevillano en su poesía "Cuartos". Frase que
en el Mes de la Etnia Negra, nos recuerda a todos que tenemos raíces comunes.
Ellos tienen derecho a que se respete su dignidad. Tienen derecho a mejor calidad de vida. Tienen derecho a la oportunidad de cambiar sus horizontes ayudados por otros, rescatando la esperanza
que se niega a ser desahuciada, pese a que como bien dice La Biblia "...no está en las manos de los humanos gobernarse".
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Los gobiernos terrenales aún tienen oportunidad de hacer algo mejor por los gobernados. Panamá no es la excepción. ¿Cuál será la suerte de Braulio, Luis?
Quienquiera que vaya a ocupar la primera magistratura de la Nación tiene en sus manos tomar decisiones sabias, altruistas, que redunden en beneficio de la colectividad, que demuestren aprecio
por la vida y respeto a la dignidad humana. Que no se diga que la esperanza es una utopía, que el corazón del hombre sigue endurecido y que de su boca solo salen palabras huecas.
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