Jornada Mundial de la Juventud
Y ¿cómo quedará la casa después de los peregrinos?
...aunque por un par de semanas estaremos ocupados en la visita de cientos de miles de visitantes, la realidad económica, social y sobre todo la política que vivimos sigue estando ahí.
- Ricardo Ríos
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- - Publicado: 17/1/2019 - 12:00 am
Peregrinos de la República de Angola, Colombia, México y de la República Democrática del Congo cantan unidos a su llegada al Aeropuerto Internacional de Tocumen. Foto: Victor Arosemena / Panamá América.
Todos sabemos lo que significa tener una fiesta en nuestra casa.
Comenzamos con el proceso de planificar la misma, la lista de los invitados, el lugar, lo que ofreceremos, etc.
Todo siempre con la intención de presentar nuestra mejor cara y que los invitados a la fiesta se lleven la mejor impresión de nosotros.
El día de la fiesta nos preocupamos por ocultar las cosas que no están bien en nuestra casa, de limpiar cada rincón, poner toallas frescas y preparar las mejores viandas.
Durante la fiesta, nos preocupamos porque todos estén bien atendidos, que pasen un buen momento, que se diviertan y que nada les impida pasar un agradable momento; todo con la intención de que al día siguiente y por mucho tiempo más, ellos hablen positivamente de la experiencia que tuvieron en nuestra fiesta.
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Sin embargo, muchas veces sucede que, al día siguiente, cuando nos levantamos y nos percatamos de que la fiesta fue tan buena, que la casa quedó en total desorden.
Aunque esto no tiene por qué ser así.
Pues esto mismo es lo que puede suceder con las actividades de la próxima JMJ, que ya se iniciaron.
Está muy bien preocuparnos por mostrar nuestra mejor cara.
Está bien ocuparnos en ser buenos anfitriones y querer que todos los que nos visitan regresen a sus países hablando maravillas del nuestro.
Está bien que muchos panameños aprovechen la lluvia de visitantes y saquen provecho económico, así sea por unos cuantos días, de esta actividad.
Todo eso está muy bien.
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Únicamente debemos tener claro cómo quedará la casa después de la fiesta.
Actualmente, casi todo lo que se escucha está relacionado con esta gran celebración.
Hemos puesto en pausa, en un aparte, los verdaderos problemas que vive nuestro país.
Y, aunque por un par de semanas estaremos ocupados en la visita de cientos de miles de visitantes, la realidad económica, social y sobre todo la política que vivimos sigue estando ahí.
Presentemos nuestra mejor cara; seamos buenos anfitriones; pero no perdamos de vista que cuando la visita se haya ido, nos toca ordenar la casa.
Nos toca reparar esa silla rota que escondimos para que la visita no la viera.
Nos toca trabajar duro para que nuestra casa vuelva a ser no la que dejamos antes de la fiesta, sino la que siempre hemos querido, pero que por apatía y falta de decisión no hemos logrado.
Exijámosles a nuestros gobernantes rendición de cuentas.
Participemos activamente en la elección de los nuevos dirigentes de nuestro país.
Reunámonos con nuestras familias, amigos y círculos cercanos para discutir estos temas.
No dejemos en manos de otros el futuro de nuestro país y de nuestros hijos.
Preocupémonos que cuando pase la fiesta, estemos listos para ordenar la casa.
Consultor de negocios, Especialista en manejo de marcas, incubador de proyectos, viajero del mundo.
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