Campesino
Vida en silencio
Para el sujeto del campo todos los días son oscuros y sin puertas de salida cómodamente convenientes.
- Fermín Agudo Atencio
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- - Publicado: 30/6/2019 - 12:00 am
La agricultura desempeñada por nuestros sujetos campestres carece de tecnología. Foto: EFE.
Es lógicamente conveniente el llevar a feliz término el numérico estudio, en la búsqueda de obtener los efectos del tratado afianzado en el lucido examen referente a la maravillosa economía nacional, preparando así los fines críticos del degradado grupo social.
No creo sea el diestro esquema de fáciles soluciones tendientes a presentar las diversas condiciones que reflejan las típicas tácticas del hombre de campo, viviendo aislado, pretendiendo a cumplir los constreñidos deberes de sus labores limitadas.
Extiendo la mirada hacia los entornos de la cordillera escarpada o por la verde llanura que encierran las áreas rurales ya que aquí nos sorprende la vida sacrificada del campesino con las claras intervenciones de cumplir con su destino doloroso.
Los deterioros son vistos con tentativas definidas cuando se apresuran a afrontar las irregularidades visibles, muy particulares de todo aquello que se inclina a proceder creyendo encontrarse con el tesoro que jamás les llegará, separados por la realidad, por lo práctico, cosechando con ternura los objetivos ampliamente anhelados.
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Nos hemos acostumbrado, desde la infancia, a la modalidad vivencial disfuncional y así nunca se podrán arreglar los errores cometidos.
En algunos países vecinos suelen comentar que en Panamá vivimos con la mayor conformidad que nos brindan toda una serie de infinitas singularidades.
Pero en el campo y las periferias de las ciudades las situaciones son otras, en ellas dominan los innumerables problemas calamitosos fuera de direcciones compaginables.
Para el sujeto del campo todos los días son oscuros y sin puertas de salida cómodamente convenientes.
El ambiente rural se vive con pletóricas dificultades que portan las eternas injusticias, donde están detenidos los esfuerzos sin poderse extender con amplias potestades deslumbrantes.
Este ambiente es tedioso, respondiendo al corriente aburrimiento que los embarga sin piedad, ya que en los citados hogares no se aprovecha el calcular acerca de lo que proyectamos comer adecuadamente, pues las deficiencias borran las posibilidades de consumir los reparadores que deseamos cumplir por las carencias de alimentos distantes de las ofertas variadas en las listas, privadas de sustancias nutritivas en ventas corrientes.
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Es claro que la agricultura desempeñada por nuestros sujetos campestres carece de tecnología, pues lo que llega a su alcance es la repetición de todos los días disponibles a la cabal simplicidad, esta es la cruel realidad, donde las limitaciones tienen caracteres especiales, gobernadas por el poderoso método repetitivo.
El candidato del sufrimiento padece los comunes desequilibrios en perfecto silencio, pendiente de la llegada de nuevos vecinos que piensan igualar las hazañas estériles de beneficios improductivos, bajo el reinado de la miseria sin piedad y, se acostumbran a escuchar la desagradable expresión, tenemos que comer lo que hay, consumimos lo poco que tenemos y de este modo continuaremos la vida escasa de lujo, estropeadas por la desafiante economía.
La gente joven pregunta ¿Cuánto recibe el campesino en su diario trajinar con machete en manos?
Aquí se lo diré $1.90 diarios, que al multiplicarse por un mes nos dará $57.00 en un mes.
¡Qué tristeza más engorrosa!
Pienso que el sujeto del campo no goza ni un minuto de alegría, por el contrario, trabaja sin cesar donde las horas se transfieren en años incómodos y agónicos.
Escritor
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