Anécdotas
Vendiendo guineos en tiempos de guerra
- Stanley Heckadon-Moreno /Antropólogo
Entre las décadas 1920-80, los científicos que se apeaban en la pequeña y vieja estación de madera del Ferrocarril de Panamá en Frijoles, caminaban al embarcadero a tomar cayuco o lancha hacia la famosa estación biológica de la Isla de Barro Colorado. Así, muchos conocieron a Mr. Kidd, un interesante personaje cuya vida transcurrió en la región de lago Gatún y la antigua Zona del Canal.
Nació Oscar Dean Kidd en Jamaica en 1907. Al istmo vino en 1909, al ser su padre contratado como obrero para la construcción del Canal. Terminada la vía se muda con la familia a Nueva Providencia, caserío antillano a la vera del recién formado lago Gatún, tras represarse el río Chagres. Aunque hasta el final de sus días vivió en Frijoles, hoy extinto y cuyas ruinas se las tragaron las selvas del Parque Nacional Soberanía, creado en 1980, las primeras tierras de la Zona del Canal que pasaron a Panamá.
En el número anterior Mr. Kidd recordaba sus días de estudiante en la Nueva Providencia. Sobre la vida de una familia antillana en el istmo y su matrimonio durante la época de la gran Depresión de la década de 1930. Retomemos su narrativa para los años de la Segunda Guerra Mundial.
“En el 31 y el 32 trabajé para el Navy, en la Radio Estación de Darién. Luego en una torrecita que el Navy operaba en Isla Flamenco. A Flamenco fui con Mr. Edwards en lancha a poner unas luces”.
“Luego volví al negocio del banano para consumo local y exportación para un millonario italiano llamado Omar Perino. Este Perino era dueño de barcos y de $20 millones. Vino acá a competir con la United Fruit Company. Bueno, quebró. Cuando solo le quedaban $2 millones dijo estar en quiebra. De $20 millones quedó en $2 millones. En Colón bajó por Calle Segunda hasta la playa, sacó una pistola, se la puso al oído y se mató.”
“Bueno yo no sabría qué hacer aquí en Panamá con $2 millones. Ahora en Panamá si pides un préstamo, no quieren que cortes árboles. Lo llaman destruir los recursos naturales. Pero los recursos naturales deben destruirse y reemplazarse. Si no tumbas los palos, no puedes tener potreros para vacas”.
“Bueno, Perino se mató. Su negocio lo siguió su cuñado, llamado Cervantes. Nunca en mi vida había visto un hombre mejor parecido. Cervantes era guapo y de muy buenos modales. Mi mamá decía que sus modales eran tan finos como él. Así que por un tiempo siguió en el negocio del banano y tenía una gran finca. Cervantes siguió con el negocio del banano hasta que no pudo. No sé quién lo compró, pero me llamaron y me dijeron bueno, van a cerrar las operaciones y en adelante la Standard Fruit Company embarcará bananos desde Cristóbal hasta New Orleans en vapores comerciales”.
“Pero Perino tenía propiedades en Colón, casas de alquiler. Tenía muchas casas alrededor de la parte que llaman Nuevo Colón. Ese proyecto de vivienda era de Perino. Cervantes quedó a cargo de estas casas de su finado cuñado. Pero allí no vivía gente de color. Solo alquilaban a la gente blanca”.
“Cuando la guerra, trajeron miles a trabajar y a ellos les gustaba el guineo. Bueno, las compañías recomendaron a Oscar Kidd. ‘Si él no puede conseguir bananas, nadie más las conseguirá.’ Querían el guineo ya. Conseguí un contrato para suplir los comisariatos, pero tuve que poner mi propio transporte. Comencé con una vieja lancha de la Panama Railroad. Como en 1941, era el único que podía manejar en mi truck por la carretera de Colón a Panamá. El Army me dio permiso y licencia de conductor y me ponían una X verde en el pecho. Me dieron permiso para comprar gasolina para mi truck. La gasolina estaba racionada. Mi permiso decía ‘Certificado de Autoridad para Comprar Gasolina. Oscar Dean Kidd, Enero 5, 1943”. Eso era a mitad de la guerra. Permisos que daba el Gobierno de Estados Unidos.”
“No recuerdo cuántos galones de gasolina me dejaban comprar. Creo que 28 galones por viaje. Tenía otro permiso para la lancha. Bueno, se terminó la guerra y el negocio. Así que me dieron un permiso para ir a todas las bases del Army con mi camión de bananas. Llegaba hasta La Boca. Cruzaba el puente de Miraflores. Yo hacía tres viajes. Uno a Fuerte Gulick, otro a Gatún, y otro a Fuerte Davis. Casi me muero, pues durante esos días no podía dormir.”
“No me gasté toda la plata, pero malgasté algo. Llegué a tener $7,000. Compré un truck for $2,000 de cuatro toneladas y treinta pies de lago. Era un tremendo camión international. El Navy los usaba. Tengo unas fotos, pero no sé dónde.”
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