Ven y sígueme
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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"Ven y sígueme" dice Jesús, y te señala un viaje interior, dentro de ti, a las profundidades de tu alma, al reino de ti mismo, donde se deciden en grandes batallas el triunfo de la luz sobre la oscuridad, de la gracia sobre el pecado, de la bondad sobre la maldad. Viajar dentro de ti, a esas moradas interiores, donde habita el Rey de reyes, si lo dejas, y toma posesión de ti, si lo permites, e ilumina todo tu ser, te fortalece y te anima a seguir el camino del Reino. Todo esto depende de tu libertad, si te decides a aceptar que Cristo reine dentro de ti. Y así se va desarrollando tu historia de amor con Dios. En la medida en que abras tu alma al Señor. Y así él va ocupando poco a poco todas las áreas de tu personalidad. Va moldeando tus sentimientos, tus emociones, tus pensamientos y tu voluntad. Es un camino lento, donde poco a poco te vas convirtiendo en santo, sin hacer cosas apoteósicas, sino en lo cotidiano de la vida, en la sencillez del quehacer diario, donde la dulzura del carácter, la prudencia, la compasión, la paciencia, el ser servicial y honesto van ganando terreno en tu vida. Es un viaje al interior de ti mismo, despojado de ataduras que te impidan entrar en ti mismo; idolatrías, ruidos internos y externos, que te distraen, te aturden, impiden que te concentres y contemples el misterio divino en ti. Jesús dice que te metas en tu cuarto y ores con intensidad al Dios que todo lo ve y todo lo puede.
Pero también es un viaje al exterior de ti mismo. Jesús te dice que lo sigas a él saliendo de ti mismo, de la atadura de tú yo ensimismado, volcado en tus cosas, que no está consciente de la importancia y necesidad del próximo, que no ve ni siente el sufrimiento de los demás. Quiere que veas y sientas el drama de la humanidad, el hambre, las guerras, la pobreza extrema, la falta de Dios en muchos. Que te des cuenta del sufrimiento de gente cercana a ti, su soledad, desamparo, enfermedades, problemas económicos. Que te preguntes qué puedes hacer por tu próximo como hizo el Buen Samaritano. Y que recuerdes sus palabras: Ven conmigo porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber. Sabiendo, pues que Cristo está en los que sufren.
Entonces el Señor nos invita a un viaje al interior de uno mismo para encontrarnos con él y a otro viaje al exterior de nosotros, para también encontrarnos con él.
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