Transformaciones
Urge revisar nuestro Contrato Social por ser un tema de Estado
El COVID-19 permitió que se descubriera crudamente nuestra situación económica, laboral, empresarial, educación, política, tecnológica y de salud.
Transformaciones
El COVID-19 permitió que se descubriera crudamente nuestra situación económica, laboral, empresarial, educación, política, tecnológica y de salud.
Tendremos que aprender a vivir en un mundo de incertidumbre por pandemias, guerras comerciales, cambios tecnológicos y el fin de los trabajos. Foto: AP.
Cuando reviso la historia del progreso humano, percibo cómo esta ha pasado por varias etapas del desarrollo social, en la cual la humanidad busca garantizar sus necesidades básicas para sobrevivir.
Como su libertad de culto, alimentación, salud, educación, seguridad social, entre otros, pero eso se resume en:
El libro escrito por Jean-Jacques Rousseau y publicado en 1762, “Para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían. Siendo así, los derechos y los deberes de los individuos constituyen las cláusulas del contrato social, en tanto que el Estado es la entidad creada para hacerlo cumplir. Del mismo modo los seres humanos pueden cambiar los términos si así lo desean. Un mayor número de derechos implica mayores deberes y menos derechos implica menos deberes”.
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Para Rousseau, el hombre primigenio es un ser sin maldad, en el que predominan dos sentimientos básicos: el amor de sí, es decir el instinto de autoprotección, y la piedad, pero a medida que va creciendo la población se van juntando grupos, esa unión crea falsas necesidades, para cubrirlas el hombre inventa la agricultura, la ganadería, la industrialización, la tecnología, pero cuanto más tiene el hombre más desea, y ciertas personas acumulan riquezas sin límites.
Martin Luther king señala: “Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia, que no estén enamorados de la publicidad sino de la humanidad”.
Viendo la realidad, cómo hacemos ese balance entre las diferentes clases sociales que están bien demarcadas entre riqueza y pobreza, si tenemos una situación laboral de desempleo que se convierte en un trabajador informal.
Son situaciones que nadie quiere tocar a profundidad.
El COVID-19 permitió que se descubriera crudamente nuestra situación económica, laboral, empresarial, educación, política, tecnológica y de salud.
Tendremos que aprender a vivir en un mundo de incertidumbre por pandemias, guerras comerciales, fluctuaciones del petróleo, imposiciones de organismos financieros, cambios tecnológicos y el fin de los trabajos.
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Jeremy Rifkin, en su libro “El Fin del Trabajo”, menciona que hay una nueva transformación social debido a que la gran mayoría de los trabajos van a desaparecer para no volver nunca jamás, de manera que el mundo acabará polarizándose en dos fuerzas, en dos tendencias potencialmente irreconciliables: por una parte, una élite bien informada que controlará y gestionará la economía global de alta tecnología y por otra, un creciente número de trabajadores permanentemente desplazados, con pocas perspectivas de futuro y aún menos esperanzas de conseguir un trabajo aceptable en un mundo cada vez más automatizado.
EL profesor Clayton Christensen, de la Universidad de Harvard, nos describe el concepto de la “Innovación Disruptiva”, en palabras sencillas “Ruptura brusca”, de una tecnología, reinventar o innovar en el ambiente que te desempeñas.
Lo vemos en los inicios de los teléfonos análogos y los cambios tecnológicos producto de la innovación que cambió la manera en que se comunica la humanidad en el presente.
Como decía Albert Einstein: “No esperes resultados diferentes si siempre haces las mismas cosas”.
Por ser innovadora hace que la tecnología vigente desaparezca del mercado, creando una mano de obra más especializada.
El periodista y escritor, Andrés Oppenheimer en su Libro “¡Sálvese quien pueda!, el futuro del trabajo en la era de la automatización”, señala: el 47% de los empleos serán reemplazados por robots o computadoras inteligentes.
Estás serán algunas de las profesiones que serán afectadas: abogados, contadores, médicos, comunicadores, vendedores, banqueros, maestros, obreros, comerciantes, analistas, choferes, camareros, trabajadores y estudiantes, tiemblen o prepárense.
Urge revisar nuevamente el contrato social de nuestro país en lo económico, político, académico, alimenticio, salud, laboral, justicia y seguridad, por ser un tema de Estado, ya que es el garante de que se cumplan los deberes y derechos de todo ciudadano que reside en Panamá para que no se pierdan más trabajos.
Doctor en Ciencias Empresariales.
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