Panamá
Un traslado lleno de contradicciones
Lo ocurrido esta semana con Ricardo Martinelli no es solo otro capítulo en su larga batalla legal, sino también un reflejo de la descoordinación e improvisación que a veces empañan la gestión pública. Después de más de una década de persecución, juicios y condenas que han generado divisiones en la sociedad panameña, su traslado a Nicaragua se convirtió en un espectáculo que dejó en evidencia tanto las contradicciones del sistema judicial como el mal manejo de ciertos funcionarios.
El expresidente Martinelli ha sido un hombre que, desde que dejó el poder en 2014, ha enfrentado una cacería política implacable. Desde su detención en Miami y extradición a Panamá, hasta los múltiples procesos en su contra, cada paso ha estado marcado por un innegable componente de revancha política. Y aunque sus críticos celebran su condena, no se puede ignorar el hecho de que su caso ha estado plagado de irregularidades, cuestionamientos y un claro ensañamiento que va más allá de la búsqueda de justicia.
Ahora bien, lo que sucedió el lunes es la muestra más reciente de cómo las decisiones gubernamentales pueden convertirse en un enredo innecesario. Primero, se le otorga un salvoconducto humanitario para que viaje a Nicaragua. Luego, en una movida que nadie entiende, se solicita a Interpol una alerta roja en su contra, generando dudas sobre si en realidad se buscaba facilitar su salida o atraparlo en un limbo legal. ¿Cómo se puede enviar un mensaje de estabilidad institucional si las acciones de funcionarios del gobierno parecen contradictorias?
El problema aquí no es Martinelli, sino la manera en que se manejan estas situaciones. No tengo dudas de que el gobierno, tiene todas las intenciones de hacer las cosas bien, pero en esta ocasión no se vió una estrategia clara y coordinada en un asunto de alto perfil. La política no puede reducirse a impulsos y decisiones mal calculadas que terminan debilitando la confianza en las instituciones.
Al final, Martinelli una vez más se convierte en el centro de la polémica, como víctima de un sistema que sigue demostrando que no ha aprendido a actuar con la seriedad y coherencia necesaria.
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