Un ejemplo para las nuevas generaciones
- Paulino Romero
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Sería un absurdo que un hombre de la prolongada e influyente trayectoria pública de Illueca no fuese hoy una figura polémica, si se quiere hasta los extremos de la controversia.
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En un país donde los rectores de la información y la divulgación educativas apenas comienzan a percatarse de la alta misión que les está reservada en cualquier sociedad democrática consciente de la necesidad de una permanente valoración cultural, la promoción del libro de tender a replantear temas vitales y a poner de relieve personajes de inequívoco valor nacional. Esto sea en sentido afirmativo, negativo o polémico, para de esa manera, contribuir a la orientación crítica de las nuevas generaciones.
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Probablemente un considerable número de jóvenes panameños ignoran o desconocen hoy al Dr. Jorge E. Illueca sin un mediano conocimiento real y realista de su vida, su trayectoria de dirigente político, su labor de diplomático e internacionalista destacado y su extensa obra publicada. Muchos de esos jóvenes lo ignoran o lo respaldan con entusiasmo febril, influidos por las pasiones que, en uno u otro sentido, establecieron cauces en la conducta de generaciones anteriores que estaban demasiado comprometidas a favor o en contra, para poder contemplar al hombre y sus circunstancias con la serena y justa perspectiva que siempre reserva el tiempo a los grandes sucesos y figuras de la historia.
No hay en esto una deliberada intención de conjeturar en el sentido de que cualquier joven que escudriñe con interés en la vida pública del Dr. Jorge E. Illueca, que lea sus obras y que analice comparativamente su gestión de estadista con las de otras épocas, habrá de convertirse al instante de crítico en fervoroso admirador. Las rectificaciones históricas pueden o no producirse con el estudio concienzudo de los hechos y las circunstancias que en un momento dado determinaron una posición cualquiera.
Sería un absurdo que un hombre de la prolongada e influyente trayectoria pública de Illueca no fuese hoy una figura polémica, si se quiere hasta los extremos de la controversia. Lo que se desea, especialmente en lo referente a las nuevas generaciones, es que la discusión se canalice y se lleve a cabo sobre sólidas bases de información, de una información directa, sin patrocinadores intelectuales, mediante una serena y realista objetividad. Debe mover a curiosidad de la juventud todo lo que pueda escribirse sobre el insigne orador elocuente y periodista que supo enaltecer la semblanza de otros ilustres panameños que trazaron rumbo en la historia como Harmodio Arias Madrid, Octavio Méndez Pereira y Ricardo J. Alfaro.
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El Dr. Jorge E. Illueca fue un varón de singulares virtudes. Desconoció en todo el curso de su vida la ostentación. No vieron sus ojos el espejismo de la vanagloria. Su recia personalidad se recataba detrás de la bandera de la patria que ondeaba en su corazón al soplo de su espíritu. La patria era para él, no solo el respeto y veneración por su bandera y símbolos, no solo culto externo por sus héroes y el fácil elogio de sus riquezas y potencialidades, sino el acendrado sentimiento de la devoción por ella, el anhelo de conocerla mejor, y de servirla.
En contraste con tan alto idealismo era mi amigo ejemplar de varios lustros. Fue presidente de la República en 1984. Elegido presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (1983-1984) y presidente del Consejo de Seguridad de la ONU en varias ocasiones entre 1958 y 1981.
Pedagogo, educador, diplomático
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