Un día del periodista más, homenaje a los caídos
Lo más importante de todo es que dejan buenos recuerdos y legados extraordinarios. Amistad, experiencia y valores humanos incuestionables. Entre aciertos y errores, entre derrotas y éxitos, como es normal en todo ser humano, vivieron orgullosos de ser periodistas.
- Miguel Ángel Sánchez
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- - Publicado: 19/11/2019 - 12:00 am
Algo desapercibido pasó el Día del Periodista en Panamá.
Las tradicionales actividades fueron las de esperarse.
Visitar los mausoleos de los periodistas desaparecidos para llevarles ofrendas florales.
Se oficiaron dos o tres misas de acción de gracia pidiendo al todopoderoso que bendiga la profesión y a quienes la ejercen.
Ágapes en dos o tres puntos del país, muy conservadores por cierto, fueron algunas de las solemnidades más grandes que se pudieron organizar.
En algunos puntos, la ausencia de los periodistas era evidente.
Los lentes cerrados de las cámaras así lo demostraban.
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Ya no es lo mismo.
Y no vale la pena discutir el porqué.
No nos quedó nada más que resignarnos y como familia conmemorar nuestro día como sabemos hacerlo.
Entre las diversas actividades, el pasado 13 de noviembre, la Asociación de Periodistas de Chiriquí (APCH), rindió homenaje post mortem a Cristian Pérez (q.e.p.d) y a Domingo Cedeño (q.e.p.d).
El primero un personaje muy querido por las nuevas generaciones del periodismo en esta provincia.
Durante su vida profesional laboró en medios escritos nacionales.
Se destacó por ser valiente y emprendedor.
La muerte nos lo arrebató sin darnos cuenta el pasado año.
El segundo, "Domi", como le llamábamos, era un espectáculo como locutor y periodista radial.
Dedicó su vida entera a esta noble profesión.
Fue uno de los primeros en la altiva provincia.
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Compartió su vida profesional con grandes figuras periodísticas de la provincia.
Acongojados todos en la Casa de la Cultura, hogar del periodista chiricano, en ausencia, merecidos reconocimientos recibieron sus familiares.
No habían pasado dos días y el periodismo en la provincia de Chiriquí, sin tregua alguna nuevamente se vistió de luto.
La madrugada del 15 de noviembre la muerte visitó a Don Onésimo Lezcano (q.e.p.d).
Antes, como todos los años, el preclaro periodista participó de la misa en la Iglesia Catedral de David.
Vestido con su camisilla blanca que en su pecho, justo frente al corazón, con orgullo llevaba impreso el logo de la asociación, desayunó con los compañeros periodistas.
Como siempre, los reporteros ruteros que querían obtener una reacción sobre la solemnidad, buscaban a Don Onésimo para entrevistarlo.
Claro está, su experiencia y sabiduría complementaría la nota periodística con carácter competente.
Ayer, el dolor aún era latente.
Su cuerpo fue llevado a la Casa de la Cultura donde se encuentran las oficinas de la APCH.
En ese lugar, Onésimo pasó gran parte de su vida.
Llegaba siempre a las ocho de la mañana.
Se preparaba un café dispuesto a leer los diarios.
Comentaba cada noticia con los compañeros que oportunamente llegaban a las oficinas.
Al llegar las doce mediodía, y después de redactar un resumen noticioso, con complacencia por haber compartido con los socios, se despedía hasta el siguiente día.
Más de quince años cumplió su acostumbrada rutina.
Una investigación realizada por el docente universitario y periodista Alexis Atencio, recopila y detalla muy bien gran parte de su trayectoria profesional.
"Su mundo fue lleno de múltiples ocupaciones en la comunicación social.
Trabajó con Rubén Darío Samudio en la primera televisora chiricana, Tele Barú Canal 10.
Casi que allí nació como periodista.
Los diarios La Razón y el Eco del Valle registraron sus gacetillas. El periódico El Día, La Nación y otros de los últimos 50 años del siglo pasado a nivel nacional publicaron sus noticias. Al fundarse la Editora Renovación, redactó para esta casa periodística.
El Matutino, La Crítica, Panamá América y otros publicaron las columnas de lo que Onésimo redactaba".
Un día nacemos, hacemos los que nos toca y no sabemos qué pasará después.
Lo importante es que podamos cumplir nuestros sueños.
Creo, sin duda alguna, que estos compañeros cumplieron sus sueños.
Lo más importante de todo es que dejan buenos recuerdos y legados extraordinarios.
Amistad, experiencia y valores humanos incuestionables. Entre aciertos y errores, entre derrotas y éxitos, como es normal en todo ser humano, vivieron orgullosos de ser periodistas.
Cuenta Rubén Concepción que un día antes de su muerte, Onésimo le comentó que deseaba ver más unidad entre los colegas.
Yo, comparto su opinión.
Los periodistas no debemos tener tiempo para la envidia, el rencor o la traición.
Muchas veces "nos pisamos la manguera".
Debemos quitar las piedras de nuestro camino.
Estorbos que muchas veces están dentro de nuestras propias organizaciones y pensemos en lo que tenemos que hacer para que el periodismo subsista.
Así como nuestros próceres pensaron en fortalecer el periodismo.
Ahora nos toca a nosotros.
Periodista.
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