Turismo de Compras: Gringos en Albrook
- Jaime Figueroa Navarro
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Como todos somos impulsados por pasiones. Rebobinando el reloj hacia atrás unas 3 décadas, tenía una fijación por un reloj de lujo. Rolex era el blasón de la época, pero le encontraba harto, voluminoso, fantoche y requete oneroso. Como en aquellos tiempos viajaba con harta frecuencia, mi capricho me llevó a visitar joyerías de aeropuertos durante las esperas para el próximo vuelo en aeródromos aquí y allá, finalmente puntualizando mi preferencia por un elegante Santos de Cartier.
Paso seguido y con toda la calma, efectuando un análisis de precios en varias latitudes, un joyero me intimó que Holanda era el mercado más competitivo para los relojes Cartier (cualquiera hubiese pensado que París era una selección más obvia). Y así fue que durante una escala en el aeropuerto de Schiphol en Amsterdam, visité varias relojerías y negocié un precio muy justo por mi obsesión, de paso drenando mis ahorros.
Hace unos meses me ocurrió lo mismo. Esta vez animado a adquirir un nuevo automóvil. Mi inclinación por un vehículo eléctrico me encauzó a considerar la naciente oferta china, hasta ese momento para nosotros desconocida. Fue así como resultado de mis pesquisas, tras un sesudo análisis, llegue a la conclusión que esta es la obvia selección en un futuro cercano, pero que aún falta poner los puntos sobre las íes referente al costo de la batería y su tiempo de recarga. Fue así como opté por un auto a gasolina, modelo Uni-K de la firma Changan (que me sonaba como a chingongo), pero que al fin fabrica más de 3 millones de automóviles anuales, con una pasión por el detalle y envidiable tecnología de punta a precios asequibles.
Ahora bien, entrando en materia de compras, los chinos se han destacado en los últimos lustros en la manufactura de todo tipo de productos, optimizando su calidad y precio. Prácticamente, por economía de escalas, se han convertido en indiscutible líder mundial, con un mercado interno de 1.4 billones de habitantes y su mayor cliente es Estados Unidos.
Resultado de la nueva administración en Estados Unidos a partir del 20 de enero, todo parece indicar una incipiente guerra comercial entre estos dos titanes, resultado del anuncio del significativo aumento (145%) de los aranceles que Estados Unidos les aplica a los productos chinos. Caso en mano, juguetes.
Casi el 80% de todos los juguetes vendidos en Estados Unidos son fabricados en China. Y por ahí nos vamos.
Estamos acostumbrados a ver en los pasillos de Albrook Mall, el centro comercial más grande de América Latina, a grupos de ávidos clientes provenientes de América Central y el Caribe, en adición a sus homónimos sudamericanos. Nosotros, desde hace tiempo, viajamos a Miami de compras. De mantenerse las reglas del juego fijadas en esa materia, y todo parece indicar que así será, es muy posible que veamos un alud de turismo de compras a la inversa, proveniente de Estados Unidos.
Panamá cuenta con todos los ases bajo la manga. Su proximidad geográfica, el uso del dólar como moneda, su infraestructura y envidiable posición logística y geográfica, se prestan para un significativo aumento en turismo de compras. Como ejemplo, un teléfono celular Apple iPhone 16 Pro, lo último en tecnología de ese fabricante, cuenta con un precio, en su modelo básico, de $999.
Añadiendo el arancel actual, su precio en el mercado estadounidense aumentaría a $2,447. Con esa diferencia, cualquier cristiano cubre ampliamente sus gastos de viaje y, más importante aún, saborea Panamá, se lo cuenta a su vecino y experimentamos un aumento significativo en nuestras cifras de turismo.
Entonces, el momento de prepararnos, antes que otros nos roben el mandado. Ante una inminente crisis mundial resultado del meollo entre las dos potencias, Panamá puede beneficiarse, y mucho. Retomando en tema de los autos eléctricos chinos, China se encuentra actualmente en negociaciones con la Unión Europea para la venta de sus automóviles libre de aranceles. ¿Quién lo pensaría? Cosas veredes, Sancho.
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