Panamá
Terror al cambio: narrativa neoconservadora en la política hoy
- Gregorio Urriola Candanedo
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- opinion@epasa.com
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Este pensamiento neoconservador es el que legitimó el golpe a Evo Morales; el que hizo lo imposible para evitar que Gustavo Petro y Francia Márquez ganaran las elecciones en Colombia.

En América Latina, y en ello Panamá no es la excepción, el pensamiento neoconservador promueve el miedo a todo lo que signifique alterar el "status quo".
El nuevo fantasma del socialismo recorre el mundo, y toda movilización popular o las negociaciones impulsadas desde la agenda de los movimientos populares de masas es satanizada, al mejor estilo de la caza de brujas macartista. Si el CONEP, la Cámara de Comercio o la APEDE no son los protagonistas de una negociación con el Gobierno del Estado que ellos controlan -como ha sido usual desde que somos República- lo pactado es ilegítimo, inconveniente y contra natura. Obviamente: contra el orden "natural de las cosas", esto es, que el capital manda y el trabajo obedece; que el mercado dicta la política, y no la política la que regula el mercado, aún cuando esos mercados sean ostensiblemente oligopólicos y las ganancias sea groseramente desmesuradas.
Este pensamiento neoconservador es el que legitimó el golpe a Evo Morales; el que hizo lo imposible para evitar que Gustavo Petro y Francia Márquez ganaran las elecciones en Colombia. Es el pensamiento que promueve el Presidente Jair Bolsonaro en Brasil, repitiendo la estrategia de Trump de desacreditar el sistema electoral por el cual él mismo fue elegido y que llama abiertamente a los militares a alinearse con su candidatura para garantizar su victoria. Es el "sentido común" que en Chile llama a votar contra la nueva Constitución promovida por el Presidente Boric, y que en México boicotea las medidas de defensa de los recursos energéticos decretada por el insumiso Presidente López Obrador. Es el pensamiento cipayo que proclama que no hay otra voz que la del amo, ni otro orden que el vigente.
En el fondo se impone aquel dictum de que la "Constitución de los EEUU no es un artículo exportable" (según afirmara Daniel Boornstin), y los ciudadanos de otras partes del mundo no podemos legítimamente aspirar a ser los gestores de un sistema de gobierno "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" (según el viejo Abraham Lincoln dijo).
La queja de Bolívar debe resonar con fuerza en nuestros oídos y precavernos: "Nos dominan más por la ignorancia que por la fuerza." Por ignorancia y miedo; por el miedo aun de imaginar que "otro mundo es posible." El buen vivir no es para todos. El vivir sabroso es para los potentados que la Gracia marcó en el accidente de la cuna. Poner un alto al patriarcado y al extractivismo depredador es aberración de género o delirio de aborígenes ignorantes. Este es el discurso del orden del que quieren convencernos a quienes sabemos que otro mundo no es sólo posible, si no necesario si la Humanidad debe salvar nuestra Casa Común y a nuestros hijos y nietos.
Por lo expuesto de manera tan esquemática, la actual coyuntura política nacional no puede ser leída ni interpretada al margen de la narrativa neoconservadora, vigente en los EEUU y promovido los cipayos del Imperio, conscientes o inconscientes, pagados o simplemente enajenados por la narrativa de los medios en América Latina, en una apenas maquillada narrativa de conjura ilustrada por el discurso del General Mark Miller, Jefe del Estado Mayor conjunto en la ceremonia de presentación de la nueva Jefa del Comando Sur, la General Laura Richardson: "Acá estamos en un vecindario. Trabajamos codo a codo para asegurar este hemisferio. Quien se oponga a nuestra seguridad, a nuestra prosperidad o la de nuestros aliados, tiene que enfrentarse al Comando Sur” (Infobae, 29/10/2021, subrayado nuestro). O de las palabras del Secretario de Defensa de los EEUU, en la XV conferencia de Ministros de Defensa de las Américas en Brasilia tras la desangelada Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, donde este último observó que “la disuasión creíble exige fuerzas militares y de seguridad que esté bajo firme control civil”, en clara alusión a Bolsonaro (AFP, France 24, 27 de julio de 2022) Frente al argumento del miedo al cambio, urge apuntalar las transformaciones de fondo de un “nuevo pacto social”, y parejamente promover, con educación ciudadana, un “sentido común social”. Una y otra tarea son igualmente importantes. La claridad de las metas y los cambios que se proponen, son tan importantes como la educación permanente de los gestores del cambio social. De otra manera, lo ganado duramente en las calles se diluirá en la vuelta a las urgencias de la vida cotidiana y las penurias de ganarse el pan. Porque, vale la pena recordarlo: no solo de pan vive el hombre... La palabra es performativa, crea el mundo y lo transforma. La palabra es idea. Idea y palabra transformadores.
Hijos de Dios, todos, fuimos hechos a su imagen y semejanza, y como Él y en Él hacemos la historia. Vox populi, vox Dei, decían los latinos, queriendo significar que la voz de la
mayoría (el pueblo) expresaba el inescrutable designio de divino. Voz del pueblo.
Voz de Dios. Porque es Dios quien construye la casa, y sin Dios en vano se afanan los constructores. Esa es la lógica del pensamiento paulino, tomista, primero, o luterano, después. Voz del pueblo, voz del supremo soberano, ya no Dios, sino del pueblo de Dios como conjunto de los ciudadanos en las democracias modernas, laicas y no confesionales en la tradición Occidental, que
hacen la historia. O que encuentran en el Amor su Alfa y su Omega según la cristología de P. Theilhard de Chardin.
Por tanto, es crucial que el “nuevo pacto” dentro del orden capitalista (que nadie está cuestionando, como base del sistema económico panameño) se reconozca que nuestro particular capitalismo es anómalo y perverso, o más que perverso, pervertidor; que es un capitalismo barbárico, depredador como lo han llamado los Papas desde León XIII en adelante, y que, por consiguiente, es urgente regularlo.
Que nuestro capitalismo vernáculo es excluyente y marginador, y su lógica impide las transformaciones que el mismo capitalismo promueve en otras partes. Y que, en suma, ese pacto nacional implica que se denuncie y se reconozca que: 1. Para combatir la desigualdad se impone un nuevo esquema fiscal que haga viable la inversión que Panamá necesita para impulsar educación de calidad y salud de calidad para todos (impuestos realmente progresivos, elimine la evasión fiscal y efectivas tasas a las grandes empresas como los bancos). 2. Una transformación del sistema de pensiones que sea universal y solidario. 3. Un reajuste del sistema electoral que impida la relección de los corruptos. Y 4. Extirpar la corrupción en los dos lados de la ecuación: el que se deja corromper (usualmente un funcionario gubernamental) y el que corrompe (usualmente un empresario, nacional o foráneo), y que esta última tarea debe empezar por donde la voz del pueblo ha clamado: por expurgar de maleantes a la Asamblea Nacional de Diputados al del sistema de justicia.
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