Stalin no fue un chiste
Publicado 2007/01/02 00:00:00
- Aquilino Ortega Luna
Desde hace meses se exhibe un santoral patético en la plaza principal de la Ciudad de México: Marx, Engels, Lenin y Stalin. ¿Cuándo agregan a Hitler para completar el retablo de estupideces? En la introducción de su estupendo libro "Gulag: A History", Anne Applebaum comenta un hecho chocante. A la caída del imperio soviético, en Praga los turistas estadounidenses y de Europa occidental compraban alegremente recuerdos del régimen caído, se adornaban con la hoz y el martillo en emblemas pegados a la solapa o en camisetas y gorras "simpáticas". A esas mismas personas les habría resultado repugnante ostentar una esvástica nazi, pero avalar -así fuese humorísticamente- al terrible régimen que asesinó, torturó y deportó a campos de concentración "de trabajo" a millones de personas, muchas más que aquellas que Hitler alcanzó a destruir, parece inocuo y hasta ligeramente "progresista".
Entre otras muchas razones para explicar esta flagrante incongruencia moral, común en Occidente, Applebaum propone que nos resistimos a condenar un régimen criminal con el que, aunque sea en la retórica, tenemos simpatías. "Los ideales comunistas –justicia social, igualdad para todos- son simplemente mucho más atractivos para la mayoría en Occidente que la apología nazi del racismo y del triunfo del más fuerte sobre el débil. Aun si la ideología comunista significa en la práctica algo muy diferente, es muy duro para los descendientes intelectuales de las revoluciones americana y francesa condenar un sistema que, al menos, sonaba similar al propio".
Leyendo esa y otras reflexiones de Anne Applebaum recordé cómo, intermitentemente, a lo largo del 2006, la plaza central de la Ciudad de México ha estado adornada -entre otros símbolos desconcertantes- con la hoz y el martillo y con retratos que ondean al viento de Marx, Engels, Lenin y del mismísimo Stalin. Esos últimos dos fueron asesinos execrables y el "padrecito Stalin" fue un monstruoso enemigo de la humanidad. ¿Alguien osaría colocar una esvástica en esa plaza de la capital mexicana? ¿Alguna secta política reivindicaría a Hitler para llevar agua a su molino? Desde luego que no. Y tales símbolos no habrían durado ni unos minutos, si algún desquiciado los enarbolara.
Sin embargo, la historia de la Unión Soviética, no sólo durante los largos años de la autocracia estalinista sino desde 1917 hasta la disolución oficial de la URSS en diciembre de 1991, está llena de sangre y destrucción equiparables, bajo cualquier parámetro moral, con el régimen nazi. ¿Entonces, por qué seguimos negando esa realidad terrible como si no hubiese existido? ¿Por qué somos tan despiadados con los millones de víctimas de Stalin? ¿Por qué hasta en los alegatos ante el tribunal electoral que hizo el variopinto grupo que apoyaba al candidato presidencial Andrés López Obrador se coló impune, como si fuese otra autoridad en materia de elecciones democráticas, una cita de ese asesino?
Sólo dos palabras que deberían hacer que se les cayera la cara de vergüenza: deshonestidad intelectual.
(*) Analista político mexicano.
www.aipenet.com
Javier Ortega, representante de Río Abajo, aseguró que está cansado de quejarse con el IDAAN.
Ortega dijo que es él quien recibe las quejas de tuberías rotas, desbordamiento de aguas servidas y de alcantarillados tapados.
"En algunos casos he tenido que pagar para que el IDAAN nos ayude a hacer trabajos en la comunidad e incluso, contratar retroexcavadoras para hacer trabajos que el IDAAN debe hacer", relató.
El concejal dijo que cree que hay muy poco personal, ya que ha conversado con personal de esa institución que le ha dicho que tienen únicamente de 10 a 12 personas para ver todas las roturas de la provincia de Panamá.
Ortega sugirió al director del IDAAN que "deje de contratar tanto personal de oficina y que contrate gente para resolver los problemas de la calles".
Además, indicó el concejal, a la hora de reparar debe ponerse de acuerdo con el MOP, ya que comenten el error de arreglar las tuberías y luego el MOP, reparando las calles, las vuelve a dañar.
José Carías, director Nacional de Alcantarillado, dijo no tener conocimiento sobre los desbordamientos de aguas servidas en Río Abajo.
Según Carías, en cuanto a problemas sanitarios, reciben unas de 30 llamadas diarias. Mientras que a la fecha existe 151 reportes de desbordamiento de aguas servidas en el área metropolitana.
Carías dijo a Panamá América que utilizan dos camiones limpiadores y dos cuadrillas, pero que estos días de fiesta solo labora una cuadrilla.
Entre otras muchas razones para explicar esta flagrante incongruencia moral, común en Occidente, Applebaum propone que nos resistimos a condenar un régimen criminal con el que, aunque sea en la retórica, tenemos simpatías. "Los ideales comunistas –justicia social, igualdad para todos- son simplemente mucho más atractivos para la mayoría en Occidente que la apología nazi del racismo y del triunfo del más fuerte sobre el débil. Aun si la ideología comunista significa en la práctica algo muy diferente, es muy duro para los descendientes intelectuales de las revoluciones americana y francesa condenar un sistema que, al menos, sonaba similar al propio".
Leyendo esa y otras reflexiones de Anne Applebaum recordé cómo, intermitentemente, a lo largo del 2006, la plaza central de la Ciudad de México ha estado adornada -entre otros símbolos desconcertantes- con la hoz y el martillo y con retratos que ondean al viento de Marx, Engels, Lenin y del mismísimo Stalin. Esos últimos dos fueron asesinos execrables y el "padrecito Stalin" fue un monstruoso enemigo de la humanidad. ¿Alguien osaría colocar una esvástica en esa plaza de la capital mexicana? ¿Alguna secta política reivindicaría a Hitler para llevar agua a su molino? Desde luego que no. Y tales símbolos no habrían durado ni unos minutos, si algún desquiciado los enarbolara.
Sin embargo, la historia de la Unión Soviética, no sólo durante los largos años de la autocracia estalinista sino desde 1917 hasta la disolución oficial de la URSS en diciembre de 1991, está llena de sangre y destrucción equiparables, bajo cualquier parámetro moral, con el régimen nazi. ¿Entonces, por qué seguimos negando esa realidad terrible como si no hubiese existido? ¿Por qué somos tan despiadados con los millones de víctimas de Stalin? ¿Por qué hasta en los alegatos ante el tribunal electoral que hizo el variopinto grupo que apoyaba al candidato presidencial Andrés López Obrador se coló impune, como si fuese otra autoridad en materia de elecciones democráticas, una cita de ese asesino?
Sólo dos palabras que deberían hacer que se les cayera la cara de vergüenza: deshonestidad intelectual.
(*) Analista político mexicano.
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Javier Ortega, representante de Río Abajo, aseguró que está cansado de quejarse con el IDAAN.
Ortega dijo que es él quien recibe las quejas de tuberías rotas, desbordamiento de aguas servidas y de alcantarillados tapados.
"En algunos casos he tenido que pagar para que el IDAAN nos ayude a hacer trabajos en la comunidad e incluso, contratar retroexcavadoras para hacer trabajos que el IDAAN debe hacer", relató.
El concejal dijo que cree que hay muy poco personal, ya que ha conversado con personal de esa institución que le ha dicho que tienen únicamente de 10 a 12 personas para ver todas las roturas de la provincia de Panamá.
Ortega sugirió al director del IDAAN que "deje de contratar tanto personal de oficina y que contrate gente para resolver los problemas de la calles".
Además, indicó el concejal, a la hora de reparar debe ponerse de acuerdo con el MOP, ya que comenten el error de arreglar las tuberías y luego el MOP, reparando las calles, las vuelve a dañar.
José Carías, director Nacional de Alcantarillado, dijo no tener conocimiento sobre los desbordamientos de aguas servidas en Río Abajo.
Según Carías, en cuanto a problemas sanitarios, reciben unas de 30 llamadas diarias. Mientras que a la fecha existe 151 reportes de desbordamiento de aguas servidas en el área metropolitana.
Carías dijo a Panamá América que utilizan dos camiones limpiadores y dos cuadrillas, pero que estos días de fiesta solo labora una cuadrilla.
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