Destinos
Soñando en Grande
En lugar de lamentar lo incambiable, camino mis 10,000 pasos diarios, aprendo a cocinar y dedico mi valioso tiempo a embeber los destinos por conocer...
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 02/5/2020 - 12:00 am
Puesta del sol en el estrecho del Bosforo, en Turquía. Foto: EFE.
Son las tres de la mañana. Como me acosté, ya algo abrumado del mismo relato cotidiano sobre la actualización de las cifras de la pandemia un tris antes de las siete de la noche, cabeceé mis acostumbradas ocho horas.
La cafetera muele los granos y el aroma a cafeína invade la cocina, avivando los sentidos. Es jueves ¿o será lunes?
Dentro de todo, la rutina en casa las ultimas semanas no han alterado ni mi espíritu, ni mi cuerpo.
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Creo que soy uno de pocos que pesa exactamente lo mismo hoy que el miércoles 25 de marzo, al declararse la cuarentena oficial en Panamá.
Es sencillo, la disciplina de los 10,000 pasos diarios en el patio, el batido de frutas, colágeno y proteínas en desayuno y el almuerzo de una espesa ensalada acompañado de un plato liviano y una copita de vino tinto a mediados de la tarde no acumulan más de 1,500 calorías.
Mi cuadro cotidiano es diferente. De rigor, el repaso a los noticieros y diarios mundiales al alba es rutinario porque se hace necesario estar actualizado sobre temas más allá de la pandemia. Ahora participo de webinars, conferencias transmitidas por Internet cuya característica principal es la interactividad que se produce entre los participantes y el conferenciante.
El temario cubre desde turismo, mi pasión, hasta artes culinarios donde he aprendido temas tan remotos para mí como la gastronomía a través de ollas de presión, cosas que manejaba hace medio siglo a perfección Inocencia, la cocinera de mis padres, y que jamás pensé se convertiría en centro de mi curiosidad hasta que se me ocurrió, o más bien me ví obligado, por falta de otra opción, a comprar un corte de falda en el supermercado y pretender preparar una ropa vieja.
Utilizando el video del Chef Douglass Rudd del portal La Cubanada vía YouTube, bullí los ingredientes tal cual su presentación, utilizando en ausencia de la olla de presión, una olla tradicional.
¡Gravísimo error de principiante! La carne me quedó durísima. Imposible su desgaje. Tuve que buscar una piedra que recogí como recuerdo en el rio Mamoní hará unos quince años un domingo que llevé a mis padres a pasear, recordando los veranos de mi infancia en la finca La Garita en Chepo.
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Golpeé durísima esa carne. De seguro mis vecinos pensarían estaba en medio de un proyecto de construcción.
Desgarré lo que pude, perdiendo gran parte del corte, trofeo para mis perritas que ni les importó. A través de Amazon, adquirí una olla a presión Presto de acero inoxidable de seis cuartos. ¡Así la próxima se va a derretir el desgarre en mis manos! Ocurrencias del Covid-19, ejes que jamás pensé perfeccionar. En fin, todo tiene su arista positiva. A mi esposa le encantó mi ropa vieja.
Encerrado, añoro la libertad. Le aprecio y extraño. Comprendo el trauma del presidiario.
La inseguridad la convierto en seguridad porque en ese futuro que ahora se cierne misteriosamente en nubarrones, centelleante vislumbro un rayo de luz a lo lejos.
Entonces mis ansias de viajar resquebrajan un panorama diferente.
¡Porque se hace indispensable la actitud positiva ante la realidad actual!
Reviso furiosamente las opciones. Semi jubilado, cuento, a Dios gracias, del tiempo y la pensión.
Planifico a mediano plazo, a finales de agosto 2021, porque de seguro de aquí a allá ya habrá una vacuna, un crucero por el mar Báltico.
Siempre tuve la curiosidad por deambular los ocho países del norte de Europa en su itinerario.
Las alternativas en vuelos me llevan a seleccionar Turkish Airlines, no solamente por su atractivo precio sino también porque me permite visitar Estambul, otro misterioso destino por conocer.
Desde allí vuelo directo a Estocolmo, donde embarcamos 10 días, terminando en Ámsterdam, para después surcar a París y advenir tres jornadas degustando su sopa de cebolla, eclairs y baguettes, anterior al retorno.
El lapso de tiempo me permite ahorrar para lograr mi cometido.
En lugar de lamentar lo incambiable, camino mis 10,000 pasos diarios, aprendo a cocinar y dedico mi valioso tiempo a embeber los destinos por conocer, recorriendo los empedrados callejones de Kláipeda y Gdansk como si fuesen harto conocidos.
La vida es sueños, y los sueños, sueños son.
Líder empresarial.
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