Conflicto
Somalia: guerra, muertes y hambruna
Las intervenciones de tropas de Etiopia, Kenia, Yibuti y otros países africanos con el fin de luchar en contra de la piratería y el terrorismo han provocado una regionalización del conflicto somalí.
- José E. Mosquera/[email protected]/
- - Publicado: 05/11/2017 - 12:00 am
Hace poco, Somalia un país del Cuerno Africano, sufrió el peor atentado terrorista en su historia: 315 muertos y más de 350 heridos cuando las milicias islamistas de Al Shabab, explotaron dos carros bombas en el centro de su capital Mogadiscio. Un atentado que dejó decenas de cadáveres calcinados y edificaciones destruidas. Lo triste fue que la comunidad internacional se mostró indiferente y no hubo un despliegue condenados estos hechos como en los atentados en Francia.
Somalia es un Estado fallido desde 1991, cuando cayó el régimen dictatorial de Mohamed Siad Barre, pese a que hace tres años se promulgó una nueva Constitución y su crisis política ha sido debatida en más de 23 cumbres internacionales y en la Unión de Estados Africanos, pero la guerra persiste.
La federalización que se consagró en la Constitución no significó un avance en su pacificación, porque los conflictos en varias regiones siguen latentes entre las Fuerzas del Gobierno Federal y de misión de paz de la Unión Africana contra las milicias del grupo Al Shabab y de otros grupos islamistas.
La política exterior de Estados Unidos en Somalia ha sido un fracaso desde el siglo XX, dado que su política hacia los movimientos islamistas ha consistido en el evitar se reedite con ellos un Estado fuerte. De hecho, la apuesta de La Casa Blanca no ha estado encaminada a consolidar un Estado fuerte, sino un Estado fragmentado y frágil, con un gobierno sometido a su supervisión bajo la mampara de las Naciones Unidas y de la Unión Africana.
Parte de la inestabilidad de Somalia obedece al papel de Estados Unidos y otras potencias en su política interna, dado que con el sofisma de apoyar la libre circulación de la ayuda humanitaria y la lucha en contra del terrorismo islámico, volvieron a desarrollar operaciones militares directas en suelo somalí con el escudo de la ONU, a través de compañías privadas de mercenarios para proteger sus intereses estratégicos en el Cuerno de África.
Estados Unidos y sus aliados frente al fracaso de las misiones internacionales de paz, decidieron privatizar la guerra. La apuesta ha sido contratar compañías de Seguridad Privadas para combatir a las milicias yihadistas de Al Shabab y asesorar en tácticas contra insurgentes a la misión de las Fuerzas Armadas de Somalia y de las tropas de la misión de paz de la Unión Africana.
La privatización de la guerra ha generado que se hayan multiplicado los atentados terroristas de los grupos yihadistas y sus resultados, un país más inseguro más inestable y más devastado por la guerra. Además de las destrucciones de guerra, Somalia en los últimos 25 años ha enfrentado tres grandes hambrunas que han dejado centenares de muertos, 6,7 millones de habitantes, la mitad de la población necesita ayuda humanitaria y se prevé que unas 950.000 personas están a punto de morir de hambre como consecuencia de la guerra y la sequía.
Una guerra que en los últimos años ha dejado más de 50.000 muertos y un millón de desplazados internos. De acuerdo con los informes de Amnistía Internacional las milicias de los clanes y las milicias alineadas con el gobierno han sido todas acusadas de cometer violaciones de los derechos humanos y sobre ejecuciones extrajudiciales, extorsiones, detenciones arbitrarias y violaciones. La guerra de Somalia tiene una conexión con la herencia de las tensiones que hubo durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, porque los intereses de las potencias no han dejado de moverse. Durante ese período jugó un papel preponderante en las disputas políticas entre los dos bloques por el control del Cuerno Africano.
Fue uno de los países africanos que más ayuda militar y económica recibió de Estados Unidos, dado que el régimen de Siad Barre que se estructuró alrededor de los postulados socialistas y al ritmo de los intereses soviéticos, pero terminó siendo un aliado estratégico de Estados Unidos en el Cuerno de África.
De allí que las tensiones entre los dos ejes provocaron la intervención militar de Estados Unidos en la década del noventa del siglo XX, pero con la retirada de los soviéticos de Afganistán y el derrumbamiento del régimen Soviético, Somalia perdió importancia en el ajedrez geopolítico de las potencias en el África.
Pero en el 2006 a raíz del triunfo de los Tribunales Islámicos en su capital Mogadiscio, la invasión de Etiopía a finales de ese año, la expansión de Al Qaeda y ahora las influencias de movimientos yihadistas como El Estado Islámico y Boko Haram en el Cuerno de África, al igual que el crecimiento de las inversiones de China en la región, volvió a convertir a Somalia en epicentro de los intereses estratégicos de las potencias en esa región africana.
Las intervenciones de tropas de Etiopia, Kenia, Yibuti y otros países africanos con el fin de luchar en contra de la piratería y el terrorismo han provocado una regionalización del conflicto somalí. Ahora las alianzas que se han pactado piratas, mercenarios islámicos y las milicias Al Shabab con el telón de intereses económicos, políticos y tribales, para tener dominios sobre territorios estratégicos hacen más compleja la guerra.
En Somalia la piratería y el terrorismo, son fenómenos que han internacionalizado su guerra, dado que la piratería está afectando el comercio internacional que se mueve por las rutas de su territorio con el Oriente Próximo y el Mediterráneo.
De hecho, la ruta que desde el golfo de Adén y el Mar Rojo une a través del Canal de Suez al Océano Índico con el mar Mediterráneo, se ha convertido en uno de los itinerarios marítimos más inseguros del mundo. En Somalia la piratería es uno de los negocios más lucrativos y fuentes de financiación de los grupos islamistas, una actividad que involucra a tribus y clanes, actores determinantes en la guerra.
Periodista
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