Camboya
A solas en Angkor Wat
...como un turista casi solitario en tiempos de pandemia, deambulando a mi gusto y sin muchedumbres dentro de las 200 hectáreas de ese enorme rectángulo que lo conforman.
Camboya
...como un turista casi solitario en tiempos de pandemia, deambulando a mi gusto y sin muchedumbres dentro de las 200 hectáreas de ese enorme rectángulo que lo conforman.
Una de las 216 enormes esculturas de un sonriente Avalokiteshvara, en el Templo Bayón.
Las ruinas de Ta Prohm, cubiertas de enormes raíces de árboles. Allí filmaron "Tomb Raiders". El autor del escrito, Andrés Guillén junto a su esposa, Rosalyn. Foto: Cortesía del autor.
Angkor Wat, obra de genio y de grandeza humana, cuyo límite como creación absolutamente única, no se columbra sino a través de los siglos, tiempo necesario para lograr esa síntesis dialéctica de creencias en dioses hindúes y de preceptos budistas, ambas doctrinas provenientes de la lejana India, que actualmente vemos talladas en las terrazas, torres y muros de esta magnífica estructura de piedra arenisca.
Esta “ciudad del templo”, joya del antiguo imperio jemer (802-1431), se sitúa hoy en la provincia de Siem Reap, al noroeste del actual reino de Camboya, bello, histórico y milenario país del sudeste asiático.
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Me tocó visitar este bien conservado templo, pues no queda nada de la ciudad ni de su palacio real, como un turista casi solitario en tiempos de pandemia, deambulando a mi gusto y sin muchedumbres dentro de las 200 hectáreas de ese enorme rectángulo que lo conforman.
Su plano rectangular (1.5 km x 1.3km), con una fosa perimetral de 190 metros de ancho alrededor, con vistosas calzadas al este y oeste del cuadrilátero, que dan acceso a lo que era la antigua ciudad y palacio real intramuros, como también la arquitectura de su templo igualmente cuadricular y amurallado, situado en una serie de terrazas elevadas, son de clara influencia Indostán, reflejo de su mitología brahmánica, tal microcosmo del universo hindú.
¿Por qué hindú en un país tan lejos de la India?
En los primeros siglos de la era cristiana, los habitantes de esta región, por sus contactos comerciales con la India, se convirtieron al hinduismo, integrándolo a su cultura y creencias autóctonas, pero prevaleciendo el panteón de dioses indostanos sobre el también importado budismo, hasta poco después de la construcción de Angkor Wat (1113-1150) dedicado al dios indio Visnú.
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Aquí podemos entrar de lleno en la simbología religiosa de este sagrado sitio inicialmente hinduista: su diseño cuadricular significa la perfección; la enorme fosa circundante representa el océano cósmico (Mar de Leche) que rodea el universo; las tres galerías cuadrilaterales y concéntricas que asciende paulatinamente hacia el centro simbolizan las cordilleras que rodean el sagrado Monte Meru, el olimpo de los dioses indios; las cuatro torres menores ojivales y esquineras con su gran torre-santuario central de 42 metros de altura coronan el templo con dicha planta en quincunce, representando el Monte Meru, centro del universo hindú.
Su belleza arquitectónica era y es digna morada para esos dioses, pues no fue diseñada como lugar de reuniones para los fieles, como los templos católicos, sino para ser vista a distancia, en perspectiva desde el exterior, como divina manifestación de un rey-dios, que así se calificaba su fundador Suryavarman II.
Así, desde lejos se aprecian los tres niveles ascendentes de esta estructura piramidal, cada terraza más elevada que la otra, con su propia galería cuadrilateral y múltiples santuarios, hasta divisarse en el centro su cúspide en quincunce ya descrita, tan típica del estilo angkoriano, tanto así que la de Angkor Wat está incorporada en la bandera nacional camboyana.
Pero su interior despliega dinteles y paredes ricamente tallados para representar épicas de la mitología hindú como el Ramayana o el Mahabharata, o las hazañas militares del rey Suryavarman II, tema para otra ocasión.
Entre el siglo XIV y XV, monjes budistas, traídos desde Sri Lanka, la remodelaron al culto budista por lo que hoy Angkor Wat es un templo budista.
Lo cierto es que ni la pandemia actual, ni los años de guerra civil reciente, ni otras desgracias provocadas por homúnculos mezquinos han mermado su grandeza y gloria.
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