Epicentro
Sobre las generaciones que intentaron y las generaciones que lograron
El esfuerzo personal, la voluntad de lucha, está presente incluso en medio de las circunstancias más adversas que pudieran alcanzar a un individuo. Por eso, admiramos los pilares de la fortaleza que hacen a los hombres enfrentar airosos las más grandes pruebas del destino.
- Arnulfo Arias O.
- /
- - Publicado: 26/10/2021 - 12:00 am
La regla universal de que solo se cosecha lo que se ha sembrado se aplica en forma ineludible y misteriosa. Foto: EFE.
En todas las sociedades del mundo que han progresado, desde los principios de la historia humana, ha habido una generación que lo intentó y una generación que lo logró. El trabajo desinteresado de unos para el beneficio agradecido de otros; la siembra de semillas por una mano y la cosecha de ellas por la otra. Es parte esencial de los pueblos que se elevan hacia las alturas de su desarrollo, que unos estén dispuestos a la realización de esfuerzos que no rinden frutos inmediatos y que, tal vez, su propio autor nunca verá. Solo así ha progresado el mundo entero.
La mentes digestivas no gravitan muy lejos de la necesidad de compensación inmediata, y por eso sus gratificaciones personales son insaciables y no alcanzan jamás la plenitud en su vida. Esos seres, que abundan sin duda, mantienen un apego químico hacia el gozo material y un rechazo natural a los efectos de liberación prolongada de la meditación y del razonamiento lógico. No se les critica, por supuesto, sino que se les debe comprender y hasta educar.
Una sociedad basada en el principio de compensaciones inmediatas no puede superar esos escombros que le nublan el paisaje amplio de su desarrollo y de las altas cumbres del progreso. Por esa razón, resulta tan nocivo consolidar el hábito de dar sin enseñar, en medio de paternalismos que, en forma colectiva, se asimilan más al filicidio que al apoyo social y humanitario; esa es parte de la falencia y del fracaso actual de las tendencias socialistas puras.
Primero se alimenta el cuerpo, sin lo cual los sueños son fugaces y el dominio de las necesidades básicas se hace inconquistable; pero más allá de esa necesidad calórica del hombre, se debe alimentar el intelecto, que enseña cómo mantener a raya y saludable el cuerpo, cómo producir el alimento que procurará la pausa intelectual y necesaria que abrirá los horizontes del poder del pensamiento, habiendo superado ya necesidades materiales de primera orden.
Por esa razón, el Estado debe ser medido en los subsidios, procurando erradicar necesidades básicas, pero solo como medio y nunca como fin, para evitar así el hábito parasitario de la vida improductiva de los miembros de la sociedad.
La regla universal de que solo se cosecha lo que se ha sembrado se aplica en forma ineludible y misteriosa. Así, por ejemplo, si un miembro de la sociedad aprende a vivir únicamente de la caridad de los demás, sin sufrir en realidad de alguna circunstancia insuperable que le impida procurarse algún sustento, dejará de progresar para sí mismo y dejará de progresar para la sociedad.
El esfuerzo personal, la voluntad de lucha, está presente incluso en medio de las circunstancias más adversas que pudieran alcanzar a un individuo. Por eso, admiramos los pilares de la fortaleza que hacen a los hombres enfrentar airosos las más grandes pruebas del destino. Lamentablemente, es en medio de esas circunstancias apremiantes donde más aflora ese carácter y esa resiliencia que son parte de la herencia evolutiva de la humanidad, pero que parecen activarse solo en los momentos más oscuros de la vida.
Cientos de sobrevivientes de las guerras, de desastres naturales, de campos de concentración, de enfermedades terminales y sin cura, nos dejan amplios testimonios de la fortaleza humana. Por eso, en el camino del progreso individual y colectivo, no hay un punto de partida ni una meta, porque se comienza desde donde está y se parte hacia lo ilimitado y lo descosido de ese crecimiento que empuja siempre hacia adelante la barrera de los nuevos horizontes.
VEA TAMBIÉN: Y en cuanto a las cruces
Debemos, entonces, seguir fomentando el accionar de algunos pocos que parecen reaccionarios y que rechazan el estado actual de cosas en nuestra sociedad; que no se resignan a aceptar el deterioro progresivo de visiones colectivas que llevan a toda la nación hacia el progreso colectivo y, a cada hombre, hacia el esfuerzo personal.
Abogado.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.