Incidencia
Sobre la tragedia de la menor fallecida en un vehículo y el llamado “síndrome del bebé olvidado”
- Arnulfo Arias O. [email protected]
...una incidencia mayor en momentos en los que el cerebro reptiliano (no distingue a veces entre una cosa y otra), ejerce dominancia sobre el proceso de memoria, sin establecer las prioridades entre el grado de importancia de una cosa y otra.
![En los Estados Unidos, la cifra de infantes que ha fallecido por causas similares de asfixia en los vehículos supera los 400 desde 1998 hasta la fecha. Foto: AP.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/bebe_en_auto_muere_sindrome.jpg)
En los Estados Unidos, la cifra de infantes que ha fallecido por causas similares de asfixia en los vehículos supera los 400 desde 1998 hasta la fecha. Foto: AP.
En el encabezado de esta columna semanal, podrán notar que, de la manera más conspicua y respetuosa, he puesto entre comillas lo que el especialista en la materia, el Dr. David Diamond, ha denominado como “forgotten baby syndrome” o “síndrome de bebé olvidado”, en español.
Intencionalmente cito entre comillas ese término porque pareciera ser, por lo menos desde el ojo inexperto, una verdadera abominación, rayando en salvajismo, dejar a un hijo encerrado en un carro, especialmente en estos climas en los que la simple exposición al sol es ya, de por sí, bastante nociva.
Pero, la verdad, el síndrome sí existe; e innumerables personas de todas las edades, y hasta profesionales - incluyendo hasta un médico pediatra en Estados Unidos-, han sufrido y causado la desgarradora realidad de haber olvidado a sus hijos dentro de sus carros, para encontrarse luego conque la asfixia les había robado la vida y llenado de luto no solo a la familia inmediata, sino a todos aquellos que, en algún momento dado, se vienen a enterar de una noticia tan trágica, tan íntimamente sentida por cada una de las personas que son padres.
El tema no se puede abordar desde una perspectiva netamente legal, ni atrincherarse en la condena pública y devastadora.
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Es aquí cuando entran firmemente en el escenario las palabras tan sabias de Ángel Osorio, cuando en su obra magistral, El Alma de la Toga, nos dice que “el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”.
No hay condena humana, ni cadena suficientemente pesada que pudiese en forma alguna superar aquella sentencia que la conciencia personal ya ha emitido sobre el propio individuo que, como padre, no solo siente un nudo extremo en la garganta, sino que ha de recordar, por lo que resta de su vida, ese trágico incidente de manera tan recurrente que se repetirá una y otra vez, probablemente, cada vez que cierre sus ojos.
Por ello, la sociedad, y especialmente, los colaboradores de la justicia y la justicia misma, deberán adoptar un ángulo particularmente científico y objetivo al momento de darle curso a este caso dentro de los caminos del procedimiento penal.
En los Estados Unidos, la cifra de infantes que ha fallecido por causas similares de asfixia en los vehículos supera los 400 desde 1998 hasta la fecha.
De los casos que se han procesado, 60% ha resultado en sentencia condenatoria y 40% en absolución.
En los casos de absolución, se ha tenido un absoluto cuidado de no confundir la semántica y ver los incidentes como “meros accidentes”, debido a la profundidad devastadora de los hechos; pero sí se ha optado por mirar esos procesos bajo una óptica científica, primero, y jurídica, después.
El experto David Diamond, ha llegado a la conclusión científica de que si a usted se le puede olvidar su celular en el carro, también se le podría olvidar su hijo.
Tan crudo como eso suena, los estudios realizados por el Dr. Diamond tratan de desentrañar aquellas diferencias tan profundas que existen entre la mente primaria o “cerebro reptiliano”, que se remonta en el hombre hasta los mismos principios evolutivos y que controla los latidos, la respiración y la temperatura del cuerpo y se distancia y diferencia de la mente moderna o “cerebro límbico” (ver estudios de Paul MacLean).
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Ambos cerebros conforman parte del proceso natural del pensamiento, según dicen los expertos, y ambos tienen cabida también en los procesos de memoria.
El cerebro reptiliano, que tiene los mismos componentes que el cerebro de cualquier reptil, es rígido y compulsivo, no distingue a veces entre una cosa y otra; en tanto que el cerebro límbico, en cambio, ha permitido el desarrollo mismo de la cultura humana en todo su contexto.
Los casos denominados “síndrome del bebé olvidado” parecen tener una incidencia mayor en momentos en los que el cerebro reptiliano ejerce dominancia sobre el proceso de memoria, sin establecer las prioridades propias entre el grado de importancia de una cosa y otra.
Por ello, sin pretender ser un experto en la materia, considero simplemente que los factores antes enunciados deberían tomarse en cuenta durante el curso del proceso que ya actualmente se ventila.
Más que negligencia o culpabilidad, podríamos estar ante factores inconscientes de la mente humana, que son los verdaderos responsables de estas tragedias que no tienen comparación alguna en el grado de dolor que causan y que, de por sí, ya condenan a los involucrados a sufrir sentencias internas mucho más severas de las cualquier género de ley podría haber concebido.
Abogado
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