Hambre
Sobre la realidad de Venezuela
- Arnulfo Arias O. [email protected]
La nación venezolana camina hoy sobre el peligroso umbral de la violencia colectiva, propiciada por un gobierno dictatorial e inescrupuloso. El gobierno de Maduro es un buen administrador, pero del hambre.
La población entera está cercada por peligros inminentes de falta de agua potable, desnutrición y pestes. Foto: EFE.
“Tierra abierta y tendida, buena para el esfuerzo, para la hazaña, todo horizonte como la esperanza, todo camino como la voluntad”.
Rómulo Gallegos.
Así, con esa emoción manifiesta, describiría los llanos venezolanos quien, además de prolífico escritor, fuera también presidente de esa nación en 1948.
Naciones hay que se han dividido a tal punto que sus propios hijos libraron guerras crueles y sangrientas, como la Guerra Civil de Estados Unidos que dejó un estimado de más de 600,000 vidas segadas; o los más de 180,000 muertos que fueron el legado funesto de la Guerra de los Mil Días de Colombia, sufrida en carne propia también por nuestros propios ancestros.
Ambos conflictos fueron alimentados en sus inicios por hombres en los que había germinado la semilla de la discordia y que, por medio de habilidades abominables y asombrosas, lograron contagiar ese odio personal a toda una colectividad.
Pero aún cuando esos odios llegaron a dar frutos devastadores de luto y de dolor, esas naciones supieron encontrar nuevamente el camino hacia la paz y el esfuerzo común para reconstruir lo que ese odio había destruido.
No solo perdonaron, sino que olvidaron también las disputas que largamente habían sufrido.
La nación venezolana camina hoy sobre el peligroso umbral de la violencia colectiva, propiciada por un gobierno dictatorial e inescrupuloso.
Esperamos que los hermanos de esa nación vislumbren la esperanza de nuevos días y la voluntad para encontrar todos los caminos hacia la paz.
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Pero mientras eso ocurre, la población entera está cercada por peligros inminentes de falta de agua potable, desnutrición y pestes; todo por el inmoral empeño de un grupo que se aferra al poder, como si fuera el más preciado bien, y se olvida de la patria que tiene de por sí un valor mucho más incalculable.
El gobierno de Maduro es un buen administrador, pero del hambre.
Hoy decide quienes comen y quienes no, en medio de una psicopatía grupal que ha aprendido a utilizar el hambre como su arma más poderosa contra la población.
Tal vez hay que acordarle a Maduro -y a sus asesores primitivos- que el cerco de hambre puede tener consecuencias de salud devastadoras.
Basta recorrer la historia para saber, por ejemplo, que en el asedio a Leningrado por parte de las tropas alemanas (1941-43), morían hasta 20,000 al día por condiciones de salud.
Tal vez es hora de reflexionar ante la inminencia de una tragedia colectiva en esa nación.
Abogado.
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