Soberanía, jurisdicción y renunciamiento
No puede ser cierto, jamás, que un solo hombre, un ministro, nos comprometió a todos, sin consultarnos o explicarnos al menos, con la firma de un Memorando que anula nuestra identidad como Estado y como República. Y, al parecer, solo unos cuantos se han percatado de lo grave del asunto.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 26/2/2021 - 12:00 am
Sin duda alguna, basta leer el documento que contiene el Croan (Centro Regional de Operaciones Aeronavales), para percatarnos que hay un claro renunciamiento a nuestra jurisdicción y a nuestra soberanía (Ver el Punto V-Numeral 5: Por parte de Estados Unidos "Coordinar con el Ministerio Público y Cancillería para la judicialización de investigaciones internacionales"). Esto es algo como decir: "Abramos un expediente o una investigación penal".
Panamá es soberana en su potestad del ejercicio del ius puniendi o derecho a investigar y penar los delitos perpetrados bajo su jurisdicción. También se advierte en el punto V, Numeral 1: "Brindar apoyo a través de asesores y analistas a nivel operacional y táctico en el Croan.
Esto no sería problema si al menos dijera: "Siempre sujeto dicho apoyo o asesoría a la determinación o decisión de la autoridad panameña competente y conforme a su régimen jurídico interno". Como si fuera poco, cosa inusual en un buen entendimiento, apegado a Derecho, se prescribe en el Memorando de Entendimiento (Entrega de nuestra jurisdicción y soberanía) que el mismo no genera obligaciones ni compromisos para ambos estados bajo el derecho internacional.
Ello es, a no dudarlo, contrario a nuestro constitucionalismo que siempre ha estado ceñido o regido por la existencia y primacía del Derecho Internacional, al menos desde el año 1983, cuando se incorpora a nuestro ordenamiento constitucional, tras la aprobación de las reformas constitucionales, la cláusula "Pacta Sunt Servanda –Lo pactado obliga a las partes-, a los Estados Unidos de América le resbala el Derecho Internacional, sencillo, no creen en él.
De modo que hay una renuncia expresa de nuestra constitucionalidad –renuncia al Derecho Internacional- por parte de Panamá y Estados Unidos feliz, pues no renuncia a nada que valga la pena. Ni siquiera en lo mínimo.
En ese mismo orden, en el Punto V, Numeral 12, se prescribe que es intención de los Estados Unidos "Negociar un acuerdo de intercambio de información entre el Departamento de Defensa (DOD-EEUU) y el Minseg (Ministerio de Seguridad de Panamá). Pregunta: ¿Qué tipo de información?: ¿Será tan solo la información de los delincuentes o presuntivos delincuentes de mar, o también la de los panameños y de todos los que vivimos en este suelo? Muy delicado.
Argumentar que este Memorando no es lesivo a los tratados canaleros porque no se instala ninguna base en nuestro territorio, me parece muy infantil. Tal vez no, pero hay bases digitales, sistemas sofisticados que van mucho más allá que una mera estructura de base naval o de la clase que fuere.
Nuestras autoridades, al parecer, no se dieron cuenta de ello o han sido muy ingenuos o mucha genuflexión ha habido. Y en política, como en diplomacia, la ingenuidad –o tal vez las imposiciones- se paga muy cara.
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No puede ser cierto, jamás, que un solo hombre, un ministro, nos comprometió a todos, sin consultarnos o explicarnos al menos, con la firma de un Memorando que anula nuestra identidad como Estado y como República. Y, al parecer, solo unos cuantos se han percatado de lo grave del asunto.
En época de pandemia se han hecho muchas cosas, feas e irregulares, pero esta es mucho más gravosa de lo que podamos pensar. Sean nuestros aliados, señores de los Estados Unidos, eso es bueno, pero no a costa de nuestra soberanía y de nuestra jurisdicción, inclusive, de nuestra vida privada.
Panamá no es tan solo el Istmo de Centroamérica que tiene cuatro milloncitos de habitantes. Es más que eso: Somos el centro del mundo, el corazón del universo. Nuestra posición geográfica sigue siendo, hoy, como ayer, envidiada y atractiva por y para poderes, de toda clase, que gravitan en el mundo entero, buscando siempre el acomodo y la ganancia, pero darnos el lujo de estar quebrando nuestros propios principios de vida republicana, nuestras instituciones de Derecho Internacional, entre tantas otras cosas, convirtiéndonos en una especie de arlequín de Estados Unidos, con dominio y poder absolutos de ellos para hacer y deshacer sobre la base o el pretexto de combatir la delincuencia organizada y el narcotráfico, el trasiego de drogas, etc., cosas que sin duda alguna hay que hacer, pero sin renunciamiento alguno de nuestra identidad como Estado y de nuestra propia dignidad nacional, es algo que no podemos permitirnos.
Como concluyera Gandásegui en el precitado ensayo: "El futuro del Canal de Panamá está íntimamente ligado al desarrollo de la Nación panameña. Cualquier intento de subordinar la vía acuática a nociones ideológicas de mercado arrastraría el Canal a una situación de inseguridad económica e inestabilidad política. Por el contrario, el factor que le daría mayor seguridad al futuro del Canal sería su integración a un proyecto nacional con capacidad de integrarse a los procesos mundiales de unidad política y de integración económica".
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Abogado.
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