Sistema Penitenciario panameño: derechos humanos y dignidad
- Azihra E. Valdés Madrid
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- Directora de DIPRED
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"La grandeza de la vida no consiste en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos". Esta frase de Nelson Mandela, quien soportó 27 años de prisión, destaca la resiliencia y tenacidad necesarias para superar la adversidad. A pesar de su largo encarcelamiento, Mandela emergió como el primer presidente negro de Sudáfrica y un ícono global de la lucha por los derechos humanos. Su vida ejemplifica cómo la cárcel no debe significar el final de la dignidad humana, sino una oportunidad para la rehabilitación y la reintegración.
Contrario a la visión punitiva que a menudo predomina, los principios internacionales establecen que las cárceles deben centrarse en la reinserción social de quienes cumplen condena. La reinserción implica que la persona condenada recupere progresivamente su libertad, dotándose de herramientas que le permitan reintegrarse a la sociedad de manera exitosa en el ámbito educativo, laboral, familiar y social. Esta visión es crucial para transformar los sistemas penitenciarios y fomentar una sociedad más justa y humana.
La ministra de Gobierno, Dinoska Montalvo, ha asumido el desafío de reestructurar el sistema penitenciario desde esta perspectiva. Con su experiencia como abogada litigante, Montalvo reconoce que, aunque los privados de libertad han perdido su libertad, mantienen otros derechos fundamentales que deben ser respetados. Bajo su liderazgo, se han implementado evaluaciones rigurosas para identificar cuántos reclusos han cumplido su pena y cuántos pueden optar por la Libertad Vigilada, una medida que permite a los reclusos completar su condena a través de estudio o trabajo, bajo la supervisión de un juez.
Las acciones de Montalvo incluyen una revisión completa de la gestión penitenciaria, acompañada de visitas constantes a las cárceles del país. Estas visitas no solo sirven para evaluar las condiciones de los centros, sino también para establecer un diálogo directo con los reclusos, asegurando que sus derechos sean respetados y promoviendo un enfoque integral de la rehabilitación.
Programas como Casa Granja en el Centro de Llano Marín, que incluye la siembra de maíz, talleres de autoestima en El Renacer, ligas de fútbol y baloncesto, y mejoras en las infraestructuras penitenciarias, forman parte de una estrategia más amplia para transformar la realidad de las cárceles panameñas. Estas iniciativas buscan dotar a los reclusos de habilidades y oportunidades que faciliten su reintegración social.
Asimismo, se está llevando a cabo un estudio detallado sobre el sistema de abastecimiento de agua potable en el Complejo Penitenciario La Joya, con el objetivo de garantizar un acceso adecuado al agua, un derecho humano esencial que no debe ser negado a la población penal.
La rehabilitación de los privados de libertad no solo es fundamental para reducir la reincidencia delictiva, sino que también respeta su dignidad y sus derechos humanos. Proporcionar educación, capacitación laboral, terapia y apoyo psicológico aumenta significativamente las posibilidades de que los reclusos se reintegren a la sociedad como ciudadanos productivos y responsables.
Al igual que Mandela, muchos privados de libertad en Panamá necesitan el apoyo necesario para transformar sus vidas y contribuir positivamente al desarrollo del país.
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