Sectores dominantes, educación e hipocresía
...la preocupación de estos sectores dominantes no es el de la formación integral del ser humano capaz de desarrollarse en sus múltiples potencialidades. Por el contrario, solo se busca incrementar aquellas capacidades y habilidades que eleven su productividad en el sentido duro y sus habilidades suaves solo si les son útiles a sus empleadores.
- Juan Jované
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- - Publicado: 30/1/2019 - 12:00 am
Se plantea que la educación es una clave para el desarrollo, pero por qué no se cumple con la ley, de manera que se le asigne un presupuesto equivalente al 6% del PIB a la educación oficial. Foto: Epasa.
Las organizaciones del sector empresarial, los partidos políticos, así como los candidatos por la libre postulación, quienes están al servicio de los sectores económicamente dominantes, coinciden en señalar que la educación es una clave para el desarrollo del país.
De esto surge una pregunta importante: ¿por qué ninguno de estos se ha incorporado al clamor de los educadores de que se cumpla con la ley, de manera que se le asigne un presupuesto equivalente al 6% del PIB a la educación oficial?
El primer motivo es que para el capital la educación oficial no constituye un trabajo productivo, en el sentido de que, en la medida en que es organizada por el Estado, no es una fuente de excedentes de beneficios para el mismo.
En segundo lugar, porque para este el costo de formar la fuerza de trabajo representa un gasto que debe externalizarse, cargándolo así al resto de la sociedad.
Esto explica, por una parte, que los sectores empresariales busquen, tras su aparente preocupación por la educación oficial, privatizar la prestación de los servicios educativos, convirtiéndolos así en un nuevo campo de generación de ganancias y de acumulación de capitales.
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Esto se lograría elevando, como lo vienen haciendo, el costo de la misma, a la vez que se presiona por reducir las remuneraciones de los educadores.
Por otra parte, el proceso de privatización al que se apunta, no implica que los sectores económicamente dominantes estén dispuestos a cargar con el costo de la educación.
Por eso intentan establecer mecanismos que, como los subsidios bajo la forma de reducción de impuestos y/o los llamados sistemas de "vouchers educativos", aseguren que el financiamiento siga siendo público.
Panamá es un país en que los más altos ingresos gozan del privilegio de enfrentar bajos niveles impositivos, de manera que son las clases medias y los obreros más calificados quienes soportan la mayor carga impositiva.
Lo que busca el modelo que se propone es que sea la propia fuerza de trabajo asalariada la que pague por su formación.
Más aún, la preocupación de estos sectores dominantes no es el de la formación integral del ser humano capaz de desarrollarse en sus múltiples potencialidades.
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Por el contrario, solo se busca incrementar aquellas capacidades y habilidades que eleven su productividad en el sentido duro y sus habilidades suaves solo si les son útiles a sus empleadores.
Se trata de una visión centrada, para decirlo en las recientes palabras del papa Francisco, "en el juego de la productividad".
Esta, entonces, no es capaz de pensar en ciudadanos que puedan, por ejemplo, gozar del arte, conocer las luchas generacionales, ser creativos y estar éticamente dispuestos a defender sus derechos.
Por otra parte, la mercantilización significa que niños y jóvenes provenientes de diferentes estratos de ingresos obtendrán una educación diferenciada.
Los más pobres una orientada a la sumisión y la obediencia; los de más altos ingresos una destinada a formarlos como clase dominante.
Ambas deshumanizan.
A final de cuentas lo anterior solo muestra una cosa: la enorme hipocresía de los sectores dominantes cuando hablan de educación.
Economista.
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