A río revuelto, ganancia de pescadores
- Jaime Figueroa Navarro
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Asemeja una pesadilla, de la cual ansiamos despertar. En pocas semanas, el orden mundial se desmorona. Aquello que calamos durante décadas en una relación amor/odio con Estados Unidos ya no subsiste, se ha transformado, ha evolucionado porque Panamá no es aquel sumiso istmo de 1903.
A pesar de todos nuestros defectos y escisiones, hemos desarrollado un ejemplo a seguir que descuella no solo a nivel regional sino a cota universal. Y esta aseveración no son pajaritos preñados en nuestra lucidez, lo redoblan a diario visitantes de aquí y de allá, sorprendidos australianos y suecos, que anclan por inspiración o accidente, descubriendo aquí un paraíso terrenal que abre el telón a paz y tranquilidad en un zarandeado globo.
Lo que agasajábamos en el ajedrez de las naciones como legítimo, ya no lo es. Vemos como posterior a tres años de la invasión rusa a Ucrania, el segundo ejército más poderoso del mundo no logra arrodillar el indomable espíritu de un pueblo sufrido, guerrero y admirable que a viva fuerza penetra las vísceras de aquel imperio cosaco que ostentaba el hipotético poder hegemónico con China y Estados Unidos.
Percibimos como Canadá, aquel reservado gigante, socio sui generis de Estados Unidos, ante la temeraria amenaza de Trump de bautizarla como "el estado 51", ha despertado de su letargo y se aleja de su noviazgo fronterizo hacia otras fronteras y mercados, atestado de un nacionalismo jamás visto en su historia.
Revolvemos la mirada haciendo una introspección de lo nuestro. Ante todo, a pesar de los embustes y amenazas foráneas, nuestro presidente marca una línea clara donde el respeto y la soberanía de Panamá resultan inviolables en un siglo XXI donde la palabra colonialismo ya no existe, muy por el contrario, se desprecia.
Dentro de este escenario, no resulta sorpresa que un creciente número de norteamericanos están sedientos por consumir sus años plateados allende. Aquello que planteamos tan bien a inicios de siglo con una dinámica y vigorosa transformación donde pululaba la inversión extranjera, vuelve a reflotar en un reportaje de CNN la semana pasada titulado "Se fragua un movimiento" donde recomienda los mejores países para jubilarse a nivel mundial. En orden, los cinco países enaltecidos como mejor selección resultan ser Panamá, Francia, Malasia, España y México.
Sobresale Panamá en el sitial #1 por ofrecer la mejor opción en su visado para jubilados, excelente calidad de vida y valor por su dinero.
En vez de esperar que llueva el maná del cielo, el momento es propicio para dar a conocer agresivamente todas estas virtudes que tan positivamente impactaron nuestra economía a inicios de siglo, cuyos esfuerzos liderados inicialmente por International Living germinaron una bonanza jamás vista en nuestra historia y que en ausencia de una estrategia firme y continuada se esfumó como muchas iniciativas anteriores.
En momentos que nuestro grado de inversión resbala resultado de las ineficiencias del sistema, esta semilla bien arraigada pudiese germinar fecundos frutos sin mayores sacrificios, creando riqueza y empleos en un panorama que mortifica a jóvenes profesionales deseosos de enraizar sus vidas y que no encuentran oportunidades.
Panamá lo tiene todo, solo hace falta vibrante mercadeo para escalar de la desesperación al éxito. ¡Manos a la obra!
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