Cartas desde el frente europeo
Rasquiña histórica
Porque el recuerdo de la historia, de los errores y de los aciertos hace progresar, pero el progreso para ellos significaría la extinción total y perpetua de sus enfermas ideas.
Cartas desde el frente europeo
Porque el recuerdo de la historia, de los errores y de los aciertos hace progresar, pero el progreso para ellos significaría la extinción total y perpetua de sus enfermas ideas.
La historia no se repite, pero rima. Rima cuando se escoge cuál historia contar y cómo contarla. Rima cuando se distorsionan y eliminan partes de ella. Rima cuando le permitimos a alguien decidir qué parte de la historia es la correcta. Rima cuando se pierde la batalla cultural ante una manada de impresentables.
La omisión voluntaria de la historia de un país solo trae división. El olvido deliberado de una de las bases culturales más importantes de una sociedad es un arma para luchar contra la sociedad misma. Y el desprecio a la memoria de una nación siempre estará comandado por un grupo de liliputienses con potestad. Un conjunto, sensible a la luz de la verdad, que crea narraciones paralelas para así convencer a los cándidos que se tragan esos embustes.
Este menosprecio orquestado trae consigo la deformación moral. La desfiguración gradual de los valores creados a lo largo de la vida de un pueblo acarrea escenas de un futuro poco alentador, desde la quema de obras literarias, el derribo de monumentos y palizas a los opositores hasta la llegada de terroristas condenados a puestos parlamentarios y el blanqueamiento de un conflicto violento, injusto y deleznable.
La historia les causa alergia a estos miserables porque esta no es más que una compilación de todos sus fallos. De todas las mentiras, las hambrunas, de la censura, de los muertos. Execran a todo aquel que recuerde lo que su viperina lengua ha logrado derrumbar. No les gusta el resplandor esperanzador que da el conocimiento de los errores pasados. No desean corregir antiguos hábitos que siempre les han dado tantos éxitos.
Por esa razón les arde la remembranza de los horrores que han ocurrido, y que en ciertos sitios continúan ocurriendo, bajo su yugo ideológico. La mención de todo esto haría caer su endeble falacia. Porque el recuerdo de la historia, de los errores y de los aciertos hace progresar, pero el progreso para ellos significaría la extinción total y perpetua de sus enfermas ideas.
Porque son los responsables de los mayores genocidios jamás ocurridos, y lo saben. Porque son los creadores de las más grandes hambrunas jamás vistas, y lo saben. Porque son los mayores embusteros que los anales del tiempo ha llegado a contemplar, y lo saben. Por eso se ocultan en el futuro, en el mañana; porque su pasado está manchado de sangre, de lágrimas y de muerte. Y esa parte de la historia tal vez no rime, pero es cierta y eso les escuece.
Estos individuos han sabido jugar sus cartas. Utilizando el arte de la desinformación han deslumbrado al público con la crueldad de sus antípodas doctrinarias para así ensombrecer la suya propia. Han sabido ocultarse en el atardecer de los pensamientos para sorprender el ataque de todos los argumentos en su contra.
El desgaste que tiene su blindaje moral es lento, pero continuado. La superioridad con la que han podido realizar la condena a la civilización, su corrosiva saliva está también empezando a carcomer su hueca coraza y mostrar su interior negro y frío. Su brea sanguínea está empezando a escaparse, se están desangrando y ya sus antiguos parches no funcionan.
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Pero están heridos, mutilados por sus propias palabras, acabados por sus propios criterios y confundidos en el laberinto de sus ideas. Como un animal arrinconado, estos canallas podrían atacar en cualquier momento, es ahora cuando son más peligrosos. Porque saben que si no reaccionan rápido, la sociedad progresará sin ellos y quedarán rezagados en el mar del olvido. Lejos de su única fuente de sustento. Alejados del poder, que es la única posición en la que sus homilías putrefactas son escuchadas.
Estudiante panameño en España.
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