Análisis
¿Quo vadis, Panamá?
...dentro de poco, las instituciones del Estado, el Gobierno del Estado, no estará gobernado por la sangre heredada de la gente que nació en este Istmo, sino por la sangre de gente de otras naciones. Debemos, como Pedro, retomar nuestras luchas, nuestra dignidad nacional y nuestra libertad en un solo haz de voluntades buenas.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 28/9/2018 - 12:00 am
El presidente Juan Carlos Varela, en su discurso ante la ONU, el cual ha sido blanco de críticas.
En los últimos días, y no como cosa de mero entretenimiento, los panameños hemos estado preocupados por las relaciones íntimas, que se vienen dando entre el Gobierno de la República de Panamá y el Gobierno de la República Popular China.
La temperatura del calor político y social sobre estas relaciones, subió de nivel tras un hecho: El pretendido establecimiento de la embajada del coloso asiático en las riberas del Canal de Panamá y en un punto específico de la Calzada de Amador.
Fue a partir de haberse hecho pública esta noticia que, luego de tantos años, la mecha del acendrado nacionalismo que ha caracterizado a generaciones de generaciones de panameños que hemos poblado este Istmo, volvió a encenderse y, por cierto, una llama al rojo vivo.
Esta semana, el presidente Juan Carlos Varela, ante un foro de cobertura y presencia mundial, como lo es la Asamblea General Anual de la ONU, en su discurso, refiriéndose al tema del Canal de Panamá, tan solo mencionó al expresidente James Carter y, al parecer, mediando un sospechoso olvido, no se acordó del extinto General Omar Torrijos Herrera, ingeniero y arquitecto de la reivindicación del Canal de Panamá, pero, al mismo tiempo, ilustre connacional que divulgó la causa y la lucha por esa reivindicación canalera llevando nuestra insignia tricolor al pódium más alto de las naciones del orbe.
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Por lo que es inocuo todo intento de menoscabar la grandeza de Torrijos, si es que esa fue la finalidad.
Pero, frente a ese mismo hemiciclo, el de la ONU, el mandatario panameño también se refirió a planes o asistencia de una ayuda humanitaria a Venezuela.
Quedará claro, sin duda alguna, que somos un crisol de razas.
Cada vez que a un país, sobre todo si es de América, le sucede una desgracia, el pueblo panameño concurre por propia autoconvocatoria a ayudar, a socorrer.
Nadie puede cuestionar la solidaridad del pueblo panameño frente al dolor de otros pueblos.
Sin embargo, cabe preguntarse, ¿a qué ha querido referirse el mandatario panameño con eso de ayuda humanitaria a Venezuela?
Es algo que tendrá que explicársele al país.
Porque si se trata de darles pan y medicina a nuestro semejantes venezolanos, si podemos hacerlo, la pregunta es ¿por qué no?
Pero si, por el contrario esa "ayuda humanitaria", en alguna medida, traduce o implica comprometer nuestra seguridad nacional, nuestra seguridad alimentaria y otros aspectos, señor presidente, creo que, una vez más, volvemos a las mismas políticas erráticas de su administración.
Geográficamente, somos pequeños.
No hay cama para tanta gente.
No nos oponemos a darle la bienvenida legal a nadie.
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Pero hablamos en nombre de quienes, como el suscrito, consideramos que, dentro de poco, las instituciones del Estado, el Gobierno del Estado, no estará gobernado por la sangre heredada de la gente que nació en este Istmo, sino por la sangre de gente de otras naciones.
Triste decirlo, pero aquí, nosotros, los panameños, concurriendo a algún tipo de evento, hemos visto que ya somos pocos y los extranjeros son más (basta recordar la reciente derrota de nuestra selección de fútbol ante Venezuela).
Quede claro también que, como cristianos, estamos llamados a ser solidarios con el que sufre.
Pero que desaparezca nuestra Patria y desaparezca nuestra nacionalidad y nuestro nacionalismo, la respuesta debe ser única y categórica: ¡Jamás!
Siendo así las cosas, solo citando estos tres recientes hechos como ejemplos, porque son abundantes, la pregunta que surge es: ¿Quo vadis?
Traducido al español es "A dónde vas".
Registra la historia que esta frase aparece en una obra del siglo II bajo el nombre Hechos de Pedro (Libro apócrifo de la Biblia).
A causa de la persecución a los cristianos ordenada por el emperador Nerón en el año 64, el Apóstol Pedro intentó escapar de Roma, algo así como "No morir por la Fe", pero en el camino se encuentra con nuestro Señor Jesucristo cargando una Cruz en la Vía Apia y Pedro, sorprendido, le pregunta a Jesús: "Quo vadis, Domine" (A dónde vas Señor) y el Señor le respondió: "Romam Vado Iterum Crucifigis" ("Voy a Roma para ser crucificado de nuevo").
El Apóstol Pedro, avergonzado por su actitud, claramente pudo entender que debía regresar a Roma para continuar con el ministerio de Cristo y dar su vida por Él.
Recordemos que Pedro fue arrestado una vez más, martirizado al extremo y crucificado cabeza abajo.
¿Quo vadis, Gobierno? ¿Quo vadis, Panamá? ¿Quo vadis, pueblo panameño?
Debemos, como Pedro, retomar nuestras luchas, nuestra dignidad nacional y nuestra libertad en un solo haz de voluntades buenas.
Abogado.
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