¡Qué sorprendente lo de Pablo!
Pero algo grande pasó camino a Damasco. Una intensa luz lo cegó. Cayó rostro en tierra y escuchó una gran voz: "¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?". "¿Quién eres tú, Señor?" "Soy Jesús a quien persigues".
Pero algo grande pasó camino a Damasco. Una intensa luz lo cegó. Cayó rostro en tierra y escuchó una gran voz: "¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?". "¿Quién eres tú, Señor?" "Soy Jesús a quien persigues".
San Pablo, quien se llamaba Saulo de Tarso, judío y fariseo, de cultura griega y ciudadano romano, quien tenía autorización de los dirigentes religiosos judíos para someter a los cristianos de Damasco, y quien apoyaba a los que mataban a pedradas al primer mártir de la Iglesia, San Esteban, sorprende por su radical cambio. Un cambio que transformó totalmente su vida. De perseguidor se convierte en perseguido.
Todas sus convicciones más profundas fueron purificadas y hechas nuevas. Para él, solo los judíos se salvaban. Era la única religión válida. Los gentiles no tenían entrada en el cielo al menos que adoptaran la religión judía.
Cuando venga el Mesías, derrotará violentamente todos los imperios. Jerusalén será la capital del mundo. Dios castigará a todos los que han perseguido y hecho daño a los judíos. Y estaba convencido de que persiguiendo a esa "secta cristiana", encarcelando y hasta ajusticiando a sus seguidores, honraba a Dios. Y ya era conocido por su extremismo.
Pero algo grande pasó camino a Damasco. Una intensa luz lo cegó. Cayó rostro en tierra y escuchó una gran voz: "¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?". "¿Quién eres tú, Señor?" "Soy Jesús a quien persigues".
Y es que Cristo como cabeza de la Iglesia está unido de manera esencial con su cuerpo que somos todos los cristianos. Es una unión real, auténtica y para siempre. Pablo lo entendió poco a poco. Y dice que después de su conversión llega a subir a un "tercer cielo" en su camino de conversión. Es decir, llega a un grado sublime de contemplación mística, a un encuentro muy profundo con el Señor, a un nivel espiritual único. Llega a vivir esos éxtasis descritos por los santos. Tiene experiencias profundas de encuentros con el Señor que lo llevan a convertirse en el más grande misionero de los gentiles de la historia.
Por eso experimenta, aguanta, soporta incomprensiones de los judíos, burlas de los griegos, rechazo de los romanos, y crueles persecuciones. Apedreado, casi linchado, azotado, encarcelado, expulsado de ciudades, insultado, en muchas ocasiones, sufrió naufragios y al final, cruelmente ajusticiado, decapitado en Roma.
Vemos que es constante su movimiento, por tierra y mar. Realiza tres viajes misioneros y uno último, que es hacia Roma. Siempre en dificultades. Trabaja con sus manos haciendo tiendas de campaña para no ser una carga para nadie.
Forma las comunidades de la Iglesia donde va. Compone sus hermosas y profundas cartas que manda a diferentes destinatarios y que son para nosotros una preciosa joya y que son Palabra de Dios.
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Dentro de la Iglesia, tiene que luchar para que prevalezca la voluntad del Señor Jesús ante los judíos convertidos que querían mantener la ley antigua. Admirable y sorprendente la vida de san Pablo.
Monseñor.
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