Administración
¿Qué le pasa a Tocumen?
- Jaime Figueroa Navarro
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- opinion@epasa.com
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En vez de aprovechar la oleada de pasajeros de Copa en su "Hub de las Américas" para la venta país con repetidos kioscos de atención al cliente en sus pasillos, la Autoridad de Turismo devela un mugroso kiosco a la salida de Aduanas, que sirve más bien como recostadero a aburridos transportistas.

La denominada Terminal 2 (T2), inaugurada el pasado lunes 29 de abril, para atender el crecimiento del tráfico de pasajeros e impulsar el desarrollo socio-económico y turístico que registra el país. Foto: Víctor Arosemena. Epasa.
Bajo una administración fofa, indiferente e inepta languidece nuestro aeródromo principal, a una semana del anuncio de la apertura "progresiva" de la flamante Terminal 2.
Gozando de envidiable tráfico de pasajeros en tránsito, la Terminal 1 (asumo así le llamarán en adelante) asemeja el "Salsipuedes" de antaño.
Sus bandas móviles inoperantes en su totalidad son el colmo de la incompetencia, sobremanera porque es un mal que aqueja a Tocumen desde hace varios meses, obligando el movimiento lateral entorpecido por personas que, por diversas razones, minusválidos, ancianos, curiosos que ojean las tiendas, se manejan de forma lenta, uno que otro pasajero que como Flash se ve obligado a correr para llegar a su puerta de salida porque su vuelo llegó atrasado o al otro extremo de la terminal.
Los inodoros masculinos cuentan con pocos (3) urinales lo que incita a una muchedumbre en espera de su uso y los lavamanos de comienzos de siglo no reflejan la imagen con la cual deseamos impactar al usuario.
Pareciera que la planificación en tamaño y capacidad de inodoros fuese la indicada para el aeródromo Enrique Malek que sirve a la ciudad de David en lugar de Tocumen con su interminable tropel de pasajeros.
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En vez de aprovechar la oleada de pasajeros de Copa en su "Hub de las Américas" para la venta país con repetidos kioscos de atención al cliente en sus pasillos, impactantes gráficas y amplios coloridos anuncios en estériles paredes, que sirvan como apetecible carnada e inciten al retorno de los peregrinos, la Autoridad de Turismo devela un mugroso kiosco a la salida de Aduanas, donde pocos visitantes le frecuentan, a Dios gracias, por ausencia de una literatura plena y plurilingüe, que sirve más bien como recostadero a aburridos transportistas.
Gracias a Dios se van, se marcha una gerencia sin alma, sin escrúpulos, sin amor al terruño ni honra y satisfacción por una labor bien desempeñada.
¿Cómo es posible la miopía de gobierno tras gobierno en el nombramiento de judases a la cabeza de nuestra más importante vitrina?
Alegando ganancias en la creación de un centro de compras, que es una realidad en otras latitudes, se esgrima la indiferencia a resaltar, a vender, a estimular el retorno para relamer la intimidad istmeña.
Solo bastaría con un colorido folletito que invite a la lectura y que sea tan bonito que le lleven a sus casas, a sus oficinas, a sus destinos y le compartan con otros, gozando de un efecto multiplicador en el mercadeo de lo nuestro.
Retornando el miércoles de Las Vegas, vía Miami, nos atendió una aeromoza de American Airlines, oriunda de Arizona.
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Conversando con ella, posterior al servicio a bordo, me confirmó que era su primera visita a Panamá y que si le podía colaborar con algunos pormenores.
El personal de cabina de American Airlines viaja constantemente alrededor del mundo, no se trata de neófitos turistas.
¡Qué bueno poder hacer soñar a alguien de tanto trote!
En la última fila de la aeronave, le pedí me acompañara durante 45 minutos y tomase el asiento A, la ventana a mano derecha, para que pudiese atisbar el relieve citadino de nuestra capital, anteriormente confirmándole que se trataba de la tercera ciudad con mayor número de rascacielos en el continente, tras Nueva York y Chicago, pero con la excepción que nuestras torres son frescas, la mayoría de este siglo, mientras las de allá son lagañosas, antiguas y aburridas.
Allí, cual perico alborotado al alba, le narré pormenores de nuestra historia, folclor, cultura y gastronomía, con tal entusiasmo que el anzuelo atrapó su encanto prometiéndome que pronto retornaría con su pareja para visitar esos parajes de verdor y alma.
Al despedirme, siendo el último pasajero al salir, me sorprendió con un beso y un abrazo en la mira de sonrientes pilotos y compañeros.
Líder empresarial.
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