¿Qué dejamos a nuestros hijos?
Ser criticón es lo más sencillo del mundo. Ayudaría mucho a los analistas ofrecer pistas de cómo surgió. Y, por supuesto, ayudaría muchísimo más tener pistas de cómo solucionarlo y que cese su efecto en la sociedad.
- Vladimir Berrío-Lemm
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- - Publicado: 23/2/2018 - 12:00 am
¿Qué herencia dejamos a nuestros hijos? es una de las preguntas que más frecuentemente puede hacerse en los distintos países. Ahora bien, que se entienda qué quiere decirse con esa pregunta, es otra cosa. Somos muy dados a reconocer un problema y expresar en voz alta la crítica al problema. Nos cuesta identificar la raíz del problema: "eso deberán hacerlo los responsables".
Y es casi desconocido ofrecer una alternativa de solución al problema: "no es mi problema, pero alguien debe solucionarlo porque yo pago impuestos y me afecta": rechazar ser parte de la solución.
O sea, no conocemos la cultura proactiva. Aquella en la cual se reconoce un problema a primera vista, se investiga desde cuándo existe y su posible origen, así como un ensayo de la mejor manera de resolverlo y expresarlo públicamente.
Ser criticón es lo más sencillo del mundo. Ayudaría mucho a los analistas ofrecer pistas de cómo surgió. Y, por supuesto, ayudaría muchísimo más tener pistas de cómo solucionarlo y que cese su efecto en la sociedad.
Entonces, y bajo esta óptica, la herencia que dejamos a nuestros hijos (o sociedad civil) puede que no sea ni óptima ni atractiva: un cúmulo de problemas identificados que alguien debe investigar y alguien debe darle solución, pero que nadie sabe quiénes podrán ser esas personas ni hoy ni ayer ni mañana… y que no soy yo.
Entre las cosas que dejamos a nuestros hijos (o sociedad civil) está el país visto como un todo. No es justo sembrar una semilla (una idea, una obra, un plan) y que nos desentendamos del tema.
Luego, si con los años la semilla nació y no da buen follaje ni da frutos… ¿de quién es la responsabilidad? ¿De quien sembró o de quien heredó el huerto? ¿Valdrá la pena intentar salvar el siembro antes de decidir tirar a la basura aquello que no resultó lo que se pensaba? ¿Será justo heredar al futuro aquello que con buenas intenciones se intentó hacer pero que con falta de cultura proactiva e interés nacional se descuidó hasta ser algo irreconocible, nada útil y por el contrario, pesado y problemático?
Es fácil reconocer el problema. Pero, más útil sería reconocer qué proporción del problema pude haber ayudado a evitar o recomendar posibles soluciones. Así no dilapidaríamos el país por heredar.
Analiza el país que tenemos y entenderás el mensaje.
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