Puertos, maderas y fierros de la bucería
- Stanley Heckadon-Moreno (Antropólogo)
De tiempos remotos, la gente de las islas y costas del Pacífico de Panamá bucearon la concha de madreperla a pulmón. Fueron los buzos de ...
De tiempos remotos, la gente de las islas y costas del Pacífico de Panamá bucearon la concha de madreperla a pulmón. Fueron los buzos de cabeza. Así los describe el ingeniero Agustín Codazzi en 1853. "Cada pescador con una red terciada en forma de saco y amarrado a una cuerda, cuya extremidad queda en manos de uno de los remeros con el peso de una piedra para bajar más pronto, se lanza de la embarcación que lleva ordinariamente 6 u 8 bogas y otros tantos buzos; permanece debajo del agua de 2 a 4 minutos; llena de conchas su red o saco, agita la cuerda con que está amarrado, y con ella se le ayuda a subir; pero algunas veces le suele salir sangre de las narices y de las orejas".
El animal más temido por los buzos era la tintorera. Al romper sus aletas la superficie, los bogas que vigilaban desde los botes, con los remos golpeaban duro sobre la borda para que los buzos regresaran pronto.
Por las décadas de 1860-70, llegó al Istmo la escafandra. El traje moderno de bucear permitió bucear más hondo y más tiempo. Importadas de Inglaterra y Francia, eran caras y debía pagar al Gobierno central, a Bogotá y luego a Panamá, una patente o permiso anual por su uso. Surgieron así las empresas de bucería, con sus armadas y buzos de escafandra, con sede en los puertos de Panamá, Soná, Remedios y Pedregal. Para 1930, la sobrepesca de las empresas extinguió la concha de madreperla. Fue el primero de una larga lista de recursos marinos en desaparecer en el siglo XX. Buzos de cabeza y de escafandra tenían en común a su patrona, la Virgen del Carmen.
La bucería dependía de una abundante fuente de madera, extraída de las exuberantes selvas que solían cubrir la costa pacífica y sus islas. De isla Coiba se obtenía madera de nazareno, manzanillo, maría, caoba, mangle, cedro espino, carricillo, yaya, caimito, mamecillo, ajo, rasquillo, roble, perico, níspero, chuchupate, jobo, almendro, algarrobo, ceiba y diamante. Los cables de las embarcaciones eran de la corteza de majagua, árbol resistente al agua salada.
Botes y buques de la bucería eran fabricados y reparados por los carpinteros de ribera. Artesanos diestros en el uso de herramientas de mano como serruchos, escuadras, formones, destornilladores, barrenos, martillos, azuelas y cajas de macho y hembra para hacer tablas con ranuras para el casco.
Tempranamente, diversos estudiosos recomendaron a Panamá fundar una escuela de ciencias forestales y crear un sistema de bosques nacionales para manejar de manera sostenible sus bosques, como fuente inagotable de maderas. Nada se hizo. Hoy se han descremado los bosques de sus especies más valiosas. En el Pacífico, casi todos los bosques son ahora potreros.
Volvamos a Natividad Tristán Ortíz. Le entrevisté en 1975. Tenía a la sazón 86 años. Vivía en Soná, a orilla del San Pablo, Veraguas. A inicios del siglo pasado anduvo embarcado en la bucería de perlas del comerciante sonaeño "Checo" Martinelli. Natividad fue boga y bombero en el Trípoli, uno de los cuatro botes con escafandra del buque madre San Pablo. Nave de madera y velas. Al fondearse el bote dejaba los remos y daba vueltas al compresor que enviaba aire por la manguera al buzo de escafandra que recogía conchas de madreperla. Las perlas grandes y el nácar iban al extranjero, las chicas se vendían localmente. En 1904, una perla grande con mucho oriente o esplendor podía valer 5,000 dólares.
Vivía en "La Calle del Puerto". Embarcadero frente al pueblo que durante la colonia le llamaban "El Puerto Real". Hasta aquí subían en marea alta las naves de vela del cabotaje costanero Panamá -Interior. Aguas abajo, donde comenzaban los esteros y manglares, estaba Barranco Colorado. Puerto cuya historia databa de 1870, cuando Buenaventura Correoso, presidente del Estado Soberano de Panamá, otorga a Henrique Schuber contrato para que su vapor Montijo conectase la capital con Chiriquí y escalas en Aguadulce, Chitré, Mensabé y Soná. Por quincena, el vapor embarcaba reses, mercancía y pasajeros. Exonerado de impuestos, debía llevar la correspondencia del Estado, cobrar la mitad del pasaje a empleados públicos y militares. Durante las guerras se arrendaba al Gobierno por 500 pesos al día. La República otorga el contrato a la Compañía Nacional de Navegación de los Hermanos Pinel.
Cuando Porras, el muelle se hizo de cemento. El Gobierno central cobraba $5 al atracar un vapor y $2.50 por velero. Una res pagaba 10 centavos, un real pagaba un cerdo y un quintal de caucho. La zarzaparrilla, a centavo; mil pies de madera, cinco reales. Al llegar la carga al Muelle Fiscal en Panamá, volvía a pagarse el derecho de descarga. Otra forma en que la capital extraía recursos al interior.
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