Cartas desde el frente europeo
Problemas verdes y gases grises
El calentamiento global, las islas de basura en el Pacífico, las extinciones masivas, la deforestación y la sequía, son problemáticas que también necesitan de una resolución.
- Alonso Correa
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- - Publicado: 14/9/2021 - 12:00 am
El calentamiento global está generando una cascada de efectos secundarios como aumento de la temperatura, sequías y olas de calor. Foto: EFE.
Hay temas que nos conciernen a todos. Situaciones y problemas que requieren del interés global para poder ser resueltos. Porque fueron creados a partir de las necesidades de la población mundial. Son los hijos bastardos de generaciones de consumidores. El resultado de no saber parar. Son las muestras del principal pecado del ser humano, la necesidad artificial. Cuestiones que han estado ocultas bajo la alfombra el suficiente tiempo como para convertir a la alfombra en parte del problema.
Clair Patterson, geoquímico estadounidense, fue la primera persona en calcular, de manera exacta, la edad de la tierra con un índice de error de 70 millones de años. Pero este descubrimiento le mostró un inconveniente mucho más contemporáneo y peligroso. El uso de tetraetilos de plomo había estado envenenando al planeta. Gases de este pesado metal escapaban al ambiente con cada ciclo pistón. Miles de millones de partículas de plomo se habían estado colando en casa, comidas, vidas y muertes a lo largo y ancho del planeta. Patterson fue el primero en divisarlo. Este año el Pnuma, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, anunció el fin del uso del plomo en gasolinas. Se calcula que se salvará a cerca de 1,2 millones de personas por este hecho.
Este ha sido solo un ejemplo de problemas que se ignoran hasta que es demasiado tarde. El calentamiento global, las islas de basura en el Pacífico, las extinciones masivas, la deforestación y la sequía, son problemáticas que también necesitan de una resolución. Obstáculos que, al contrario de los catastrofílicos, de mantener el buen paso que llevamos en Occidente podría revertirse. Pero es ahí donde está el detalle. La letra pequeña del contrato. Es Occidente, y en su gran mayoría Europa y América del Norte, los que están haciendo esfuerzos titánicos para tratar de solventar estos temas.
Es un ciclo vicioso. Una serpiente comiéndose a sí misma. Tres flechas verdes apuntándose entre ellas. Las organizaciones medioambientales detectan fluctuaciones en el clima y notifican a las mega entidades internacionales, estas entidades internacionales envían un memorándum con indicaciones y recortes en contaminación a los gobiernos bajo su control, los gobiernos crean leyes y prohibiciones para tratar de cumplir con estas órdenes, las empresas e industrias que no puedan satisfacer los nuevos requisitos deberán pagar multas o cerrar. Pero el negocio nunca termina, solo se transforma. Muchas de estas empresas lo único que hacen es mover sus sedes y parques a sitios donde saben que los gobiernos no los tocarán, Asia y África. Así que en vez de resolver el problema, solo vemos como cambia de localización los principales focos del problema. Es por eso que las 30 ciudades más contaminadas del mundo están en Asia, las 10 capitales más contaminadas se las comparten África y Asia, al igual que los 10 países más contaminados.
Y es que son los mismos países que tratan de adecuarse a las nuevas demandas los perdedores de este juego geopolítico. Las empresas no florecen en ambientes hostiles, el progreso no se deja ver ante necios y el mañana no espera por lentos. Si estos problemas requieren soluciones tan extremas para resolverse debería, o por lo menos se debería intentar, que todos los jugadores presentes de este extenso partido en contra de un futuro opaco tengan las mismas reglas, las mismas ventajas y desventajas. Se requiere que esto sea equitativo. Porque de seguir con el mismo vaivén, con la misma impunidad y con la misma relajación solo veremos empeorar y lejos de vivir en aquel verde y brillante mundo de fantasía con el que sueñan niñas con trenzas y adultos con barbas, no encontraremos en un yermo gris y triste sin un dólar para secar nuestras lágrimas.
Ganador del premio del Fórum de Periodistas.
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