Niño hermoso
Petrolín
- Bernardina Moore
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Como un hermoso don de Dios, no lo rechacen por su color por favor, ...Petrolin, a pesar de tener la piel oscura como el chorro de petróleo que salta de la tierra, sus rasgos eran muy finos.....era como si la noche nos obsequiaba un pedazo de su encanto y hermosura, envuelta en un manto blanco.
![Era el más pequeño de cinco hermanos, diferente físicamente a ellos.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/nino_hermoso_amado.jpg)
Era el más pequeño de cinco hermanos, diferente físicamente a ellos.
Estaba dormida y vi a un zambito como de tres años mirándome, era de piel oscura.
Le dije: ven, siéntate aquí e intenté cargarlo y temeroso no quería, le dije: si no te dejas cargar no sabrás qué te voy a decir, entonces aceptó.
No sé qué le dije, pero le pedí que me diera un beso y acercó su cara a la mía, que se veía grandota como en un close up, y me dio un beso y su imagen quedó congelada cerquita a mi cara y se grabó en mi mente.
Al despertar ahí estaba.
Lo curioso es que me entró sueño antes de la hora que acostumbro cenar y me dormí un par de horas y vi eso.
Como siempre, hasta que no comparta, la imagen no se borra de mi mente.
Les comparto.
Petrolín era el más pequeño de cinco hermanos totalmente diferentes a él, lo contrario al cuento del patito feo, era un negrito hermoso y lo querían mucho.
Cuando cumplió ocho años, le cantaron su cumpleaños como siempre y le tomaron fotos.
A la mamá de Petrolin le gustaba imprimir sus fotos y hacer o crear su álbum tradicional.
Pasados unos días, después de su cumpleaños, sin que la mamá lo viera, el niño tomó el álbum y se puso a ver las fotos.
Él sabía que era distinto a sus hermanos pero, no le paraba bola a ese detalle porque era muy chiquito, pero viendo ahora una foto donde estaban todos juntos le llamó la atención ver lo diferente que era a ellos y se dijo así mismo: ¡vaya, si parezco mosca en leche!
Y se rió.
Pero, ahí no quedó la cosa, desde ese día le entró un gusanillo que no lo dejaba en paz.
Como nadie lo discriminaba no tenía mayor problema pero al llegar a los ocho años y tener más capacidad de comparar dijo un día a su mamá a la que llamaba, no se sabe desde cuando, su reina hermosa, por lo linda que era.
Oiga mi reina hermosa, dígame una cosa que hace tiempo me da vueltas en la cabeza.
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Ella muy atenta y cariñosa le dijo: dígame mi pedacito de noche, qué es eso que le da vueltas en la cabeza y no me lo vaya a tumbar. ¿dígame, usted me parió antes o después de tiempo?
Ella extrañada por semejante pregunta solo dijo otra: ¿Qué?
El chiquillo, que era chispa, le recalcó: sí, conteste por favor lo que le acabo de preguntar.
¿Y a qué viene esa pregunta?
¿De dónde la sacó?
¿Usted no se ha fijado en sus cinco hijos?
¿Por qué a los primeros cuatro los tuvo de día y esperó que anocheciera para tenerme a mi?
Porque está clarito que de día no nací, ni había luz de luna siquiera.
Dígame, ¿tan apuradita estaba que no pudo esperar que saliera el sol y nacer como mis hermanos de día?
¡Wao!
La pobre mujer tenía un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarla.
Vivía temiendo ese momento, pero no se imaginó que llegaría tan pronto.
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Pensó para sus adentros “si este chiquillo es capaz de razonar así, tal vez sea capaz de asimilar lo que tenga que decirle, si Dios ha permitido que las cosas sucedieran tan pronto”.
Mientras ella permanecía ensimismada en sus pensamientos, Petrolín la hizo reaccionar: entonces reina hermosa, ¿qué me tiene que decir?
Ella lo miró con inmenso cariño, como nunca lo había hecho, y le dijo: ven aquí, mi diamante negro, mi piedra preciosa, siéntate aquí en mi regazo muy cerca de mi corazón porque lo que te voy a decir no saldrá de mis labios sino de mi corazón y quiero que estés muy cerquita para que lo puedas escuchar y le acariciaba el lindo cabello negro azabache apenas con unas ondas, porque Petrolín a pesar de tener la piel oscura como el chorro de petróleo que salta de la tierra, no tenía facciones características de la raza negra, sus rasgos eran muy finos como hijo de mulata con hombre blanco europeo, en otras palabras era un niño bello que llamaba la atención a cualquiera.
Como ella y su esposo sabían cómo había llegado a sus vidas, no se preocupaban de los comentarios de la gente, eran personas descomplicadas.
Edna empezó a contarle a su hijo de apenas ocho año lo siguiente: si eres capaz de cuestionarme con esa madurez, confío que sabrás comprender lo que te voy a confesar sin juzgarme.
Mira, una noche tan oscura y bella como tú, donde no había luz de luna pero sí muchas estrellas, algo parecida a la noche en que nació el Niño Dios, tocaron a mi puerta.
Por la hora que era, casi media noche, nos miramos extrañados mi esposo y yo, juntos fuimos a abrir no vimos a nadie pero al ir a cerrar la puerta escuchamos un llanto y al buscar de dónde venía vimos una canasta colgada de la rama del árbol, que está en el jardín donde tu intentas treparte sin lograrlo.
Mi esposo lo bajó con cuidado y al descubrir lo que había adentro quedamos admirados.
Sin poder creer lo que nuestro ojos veían era como si la noche nos obsequiaba un pedazo de su encanto y hermosura, envuelta en un manto blanco.
Yo exclame: ¡qué belleza amor! Junto al niño había un papel lo cogimos y lo leímos entre los dos, decía así: “No les regalo a mi hijo porque una verdadera madre no hace eso, se los estoy donando con mucho dolor en mi alma porque me estoy muriendo y por saber muy bien quiénes son ustedes, no puedo decir quien soy, pero confío que sabrán darle lo que él se merece.
Como un hermoso don de Dios, no lo rechacen por su color por favor, lo llamé Petrolin por el gran beneficio que aporta ese hermoso líquido a la humanidad. Dios los bendiga. Gracias”.
Ayúdenme imaginándose lo demás.
Escritora.
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