Perspectiva bioética social ante una pandemia
- Yashiro Díaz
... el Estado ha procurado este principio bioético social al ejecutar planes de contingencia en el ámbito económico, teniendo en cuenta las dificultades para los empresarios PYMES, los comerciantes informales, los inmigrantes, las personas sin empleos; en fin, la población más vulnerable.
Las autoridades del MINSA han dado fe de su probidad y equidad al masificar las pruebas para diagnosticar el COVID-19. Foto: EFE.
La bioética es una ética aplicada a los asuntos de la vida.
Es una disciplina que atraviesa la frontera entre las disciplinas humanísticas (filosofía) y las ciencias biológicas.
Pese a que sus inicios se centran en aspectos relacionados con las investigaciones en seres humanos, la bioética abarca la reflexión ética que involucra el ecosistema, la investigación con animales y las políticas de salud pública.
La bioética, a través del diálogo, considera aspectos de la persona humana (bioética personalista) y aspectos de la sociedad (bioética social).
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Entonces, parto en afirmar que es a la bioética social la que le correspondería un análisis meta-ético y de la conducta moral de los actos de las personas que conforman todo el sistema de salud ante una pandemia.
Compréndase sistema de salud no solo a los ejecutores, sino también a los pacientes, sus familiares y la población en general.
Solo podré abordar algunas temáticas particulares en este artículo de opinión.
Elegí: la conducta del equipo de salud, la de las autoridades de salud, la de los medios de comunicación y la de la población.
Los equipos de salud se conforman por personal de la asistencia sociosanitaria idóneos, sean médicos, enfermeras, técnicos, psicólogos, trabajadores sociales.
El principio que valdría en todo actuar profesional es el de defensa de la integridad de la vida física.
Otro principio que es vital recuperar ante una pandemia es el de solidaridad.
Se observa, en general, que los equipos de salud han respondido a estos principios desde su quehacer diario.
Las autoridades de salud, que desarrollan políticas públicas, se conforman por todo el engranaje del Ejecutivo.
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El principio que valdría practicar es el de justicia social y subsidiariedad.
La justicia social comprende atender todas las necesidades de la población a través del valor de la equidad.
La subsidiariedad comprende resolver un asunto por la autoridad competente, en este caso, el Ministerio de Salud (MINSA).
La competencia también va dirigida por la pericia técnica científica.
No proceder de una u otra forma así sería cometer negligencia por impericia o cometer injusticias sociales.
Hemos observado que las autoridades del Ministerio de Salud han basado sus ejecuciones en expertos en temas de salud pública, epidemiología, infectología, inmunología, virología y cuidados intensivos.
Además, las autoridades del MINSA han dado fe de su probidad y equidad al masificar las pruebas para diagnosticar el COVID-19.
Es importante resaltar que el principio bioético de subsidiariedad, como el de defensa de la vida física, se los debemos a la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
El subsidio va más allá de la “repartición de bolsas de comida”, es el deber del Estado por procurar el bien común.
También en esta situación actual hemos observado que el Estado ha procurado este principio bioético social al ejecutar planes de contingencia en el ámbito económico, teniendo en cuenta las dificultades para los empresarios PYMES, los comerciantes informales, los inmigrantes, las personas sin empleos; en fin, la población más vulnerable.
En cuanto a los medios de comunicación es importante señalar que existe un ámbito de la ética aplicada que lo logramos observar en el Pacto Ético Digital y los profesionales de la comunicación social y periodistas, a través de sus códigos deontológicos que rigen su gremio, se han ajustado a promover acciones orientadas a disminuir el contagio: #Quedateencasa, lavado de manos, medidas de aislamiento social, entre otras.
El aporte que genera los medios de comunicación es vital, ya que evita (o en su contraparte, promueve) que la población sobrevenga en pánico.
Por último, la conducta moral de la sociedad, la cual es reflexión de la ética civil, nos permite observar que la población actúa acorde a las directrices de las autoridades en salud.
Esto infiere que existe una moral autónoma fundamentada en una consciencia colectiva de la problemática.
Existen, como en toda dinámica poblacional, excepciones.
No obstante, estas excepciones no deben permitir empañar los buenos actos de todos.
Un análisis desde la postura bioética social nos permite concluir que los actos ejecutados son moralmente válidos.
Aparto esta última línea para felicitar y agradecer a todos los profesionales de la salud, los uniformados, las autoridades de salud, científicos y a la población porque hemos demostrado que en Panamá existe una conducta ética basada en una moral autónoma.
Médico y bioeticista.
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