Pérez Balladares, la hora final
- Santiago Fascetto
Pasó un año y medio desde que el Ministerio Público le abrió una pesquisa por supuesto blanqueo de capitales. Fue en septiembre de 2009, tras la publicación de una investigación periodística.
El núcleo del proceso: Ernesto Pérez Balladares recibió, a través de una sociedad anónima que controlaba, dinero de una empresa de juegos de azar, Lucky Games, S.A. Esa empresa, a su vez, fue beneficiada con una concesión directa en 1999, durante su gestión de gobierno.
Según el Ministerio Público, Pérez Balladares no puede justificar por qué una sociedad anónima de su propiedad recibió ese dinero. Y, además, por qué otras sociedades dueñas de propiedades suyas (su yate y su avión) recibieron fondos de esa empresa del juego.
Como actores de reparto aparecen, en el proceso, su yerno Enrique Pretelt y su amigo y ex ministro de Vivienda cuando se otorgó la concesión Roosevelt Thayer. Ellos eran la cara visible y accionistas de Lucky Games, S.A. Primero lo negaron, luego lo tuvieron que aceptar.
En ese caso, y a pesar de su condición de ex presidente, la Justicia de Panamá actuó con celeridad, algo que ocurre pocas veces. Esto, a pesar de que la defensa interpuso más de 10 recursos para frenar y dilatar el proceso.
Ahora, casi al final del camino, la Justicia se encuentra ante un desafío que será crucial para ese Órgano del Estado: poder llevar adelante un proceso imparcial, transparente y expedito contra una figura de altísimo relieve político. Algo que no ocurre todos los días.
No es un hijo del vecino ni quien robó una gallina. No. Pero para la Justicia debe ser exactamente igual, al margen del resultado del proceso.
La Justicia estará bajo presión. Su suerte, y gran parte de su futuro y credibilidad, será puesta a prueba en la hora final de Pérez Balladares.
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