Análisis
UP: Patrimonio arruinado
- Roberto Luciano Sánchez Vallarino (Arquitecto)
En artículo previo mencioné la película “El Manantial”, cuyo protagonista (arquitecto) lucha por proteger sus obras de la ruina, ejecutada por el envidioso exsocio y codiciosos -e ignorantes- promotores. Nuevamente hago la conexión con la Universidad de Panamá (UP), cuyo extraordinario patrimonio arquitectónico ha sido arruinado por la mediocridad de aquellos con la grave responsabilidad de protegerlo.
Al inaugurarse el nuevo Campus de la UP en 1948, revistas de gran prestigio en el ámbito internacional de la arquitectura le dedicaron artículos elogiosos. El Architectural Forum, publicación importante de E.U.A. en aquella época -con imágenes del gran fotógrafo de arquitectura Ezra Stoller- la llamó “una acrópolis del saber” sin duda refiriéndose a la ‘ciudad alta’ de la Grecia clásica, por el edificio administrativo y biblioteca colocado magistralmente sobre la parte elevada del entorno universitario, desde entonces llamada “La Colina”. La admirada revista francesa L’Architecture d’Aujourd’hui, describió con múltiples vistas y dibujos este logro arquitectónico, perfectamente al nivel de las grandes obras modernistas. Brillantes diseñadores de la UP en su primera época con campus propio incluyen a los maestros Méndez-Guardia, De Roux, Bermúdez, Brenes, también profesores de la Facultad de Arquitectura.
Casi de inmediato la UP creció vigorosamente, y dio espacio a más carreras y estudiantes: Facultades de Medicina, de Derecho, Administración Pública y Comercio -esta última premiada en 1953 por la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos, e incluida honrosamente en la importante obra “Arquitectura Latinoamericana”. En manos arquitectónicas diestras, la Universidad de Panamá se expandía, añadiendo edificios, ampliando otros: ejemplo, la adición a la Facultad de Ciencias, obra emblemática que está en la portada de “Arquitectura Panameña, Descripción e Historia” del fecundo arquitecto historiador panameño Samuel Gutiérrez. Su estado actual merece que se le llame el “edificio mártir” -ha sido cubierto por deformidades innombrables, so pretexto del crecimiento; lo que hubo fue total irrespeto.- El edificio de La Colina también ha sido muy maltratado por adiciones descuidadas, el original campus amplio se ha atiborrado de torpes excrecencias.
Universidades mundiales con obras de grandes arquitectos no arruinan su patrimonio: en Harvard, no se les ha ocurrido agregar pisos a los elegantes dormitorios diseñados por el maestro Gropius; estas academias cuidan celosamente sus valiosísimas inversiones. Algunos dirán: “ellos tienen más recursos, son más cultos”, les contesto sí, y no: en Panamá hay cultura, lo que nos ha faltado es el debido coraje para oponernos a la prevalencia de la mediocridad destructora.
Recuerdo al humilde compañero canalero Morgan, quien manejaba la máquina de copiar planos, al contarle las maldades cometidas por deshonestos del Gobierno y de la Universidad, me contestaba rápido: “son unos hediondos” (!); tenía razón, apestan. Ya es hora de que salgan del territorio sagrado de la Universidad de Panamá.
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