Política
¡Panamá no es una mosca!
... no puede alegremente, tomar partido frente a los conflictos de otras naciones, por el contrario, debe ser un instrumento efectivo para la estabilidad y pacificación, pero jamás lanzar improperios o ataques que pudieran convertir a nuestro Canal en un punto interesante de ataques...
- Silvio Guerra Morales
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- Ramiro Guerra Morales
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- - Actualizado: 01/3/2019 - 11:31 am
El Gobierno panameño debe ser cauteloso, herramienta de concordia, de pacificación, no de reacciones apasionadas, merced a nuestra posición geográfica y por un Canal que pertenece al mundo, a todas las naciones por igual.
No podemos perder de vista que Panamá es Estado garante del más importante Tratado de Neutralidad Permanente que puede existir en el mundo entero.
Todo ello si conceptuamos que nuestro Canal, el Canal de Panamá, es también la más importante vía de tránsito acuático sobre la faz de la tierra.
Por consiguiente, constituye el más valioso patrimonio, no solo de los panameños, sino para el mundo en lo que atañe al comercio marítimo internacional.
Con sobrada razón ha sido dicho que el Canal de Panamá es patrimonio del mundo.
En ese orden de ideas, considerar que la neutralidad es solamente para el Canal de Panamá y que, de ninguna manera, esa neutralidad implica o importa con el resto del territorio de nuestro país, es un engaño y, por otra parte, no tener bien claro que la República de Panamá, debe mantener equis distancia frente a todo conflicto internacional, ya sean internos, de un Estado determinado o que puedan, en alguna medida, traducir situaciones de beligerancia que afectan a dos o más naciones, puede conducirnos a errores imprevisibles y cuyas consecuencias tendríamos que pagar todos por igual.
En virtud de lo dicho, no entendemos por qué motivo o razón, no solo autoridades del actual gobierno, ya que es una situación que se ha advertido en algunos gobernantes del pasado, hacen declaraciones o participan de cónclaves que pueden, en alguna medida, proyectar mensajes equivocados ante las naciones que son objeto de la mira y el escrutinio internacional y en donde nos ubicamos en el ojo de la tormenta, merced a esas declaraciones.
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Panamá, en ese orden de conceptos, no puede alegremente, sus gobernantes, tomar partido frente a los conflictos de otras naciones, y comprometer a todo el país y a su población, por el contrario, debe ser un instrumento efectivo –siempre como país pacificador y mediador ante los conflictos- para la estabilidad y pacificación de nuestra América Latina, pero jamás lanzar improperios o ataques que pudieran convertir a nuestro Canal en un punto interesante de ataques o represalias subversivas por parte de naciones que se ven, agresivamente atacadas, por las declaraciones o adopción de posiciones por parte de nuestros gobernantes.
De allí que, frente al triste y dramático conflicto interno que, frente a su gobierno, viven nuestros hermanos venezolanos, Panamá no puede jugar otro protagonismo que no sea otro que ser un regio impulsador de una solución pacífica al conflicto.
Finalmente: una cosa es que, como lo hace el suscrito, opinemos sobre Venezuela y su Gobierno, y otra que lo diga o haga nuestro Gobierno, nuestras altas autoridades.
El Gobierno panameño debe ser cauteloso, herramienta de concordia, de pacificación, de emprendimientos, no de reacciones apasionadas que distan del punto de equilibrio neutral que demanda nuestra política y diplomacia internacional merced a nuestra posición geográfica y por un Canal que pertenece al mundo, a todas las naciones por igual.
Algunas anécdotas, cuya verificación no nos constan, relatan que Hitler, al ser informado en medio de tanques, bombas y portaaviones de guerra, en pleno fuego cruzado de la Segunda Guerra Mundial, que Panamá le declaraba la guerra a Alemania, preguntó ¿Dónde queda Panamá?.
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A lo que sus generales, puestos en frente de un mapamundi, le señalaron al Istmo panameño sobre el cual, a la sazón, yacía una mosca y en tono de mofa o perverso sarcasmo, Hitler exclamó: "¡Oh, Panamá es una mosca!".
¡No somos una mosca, sin duda alguna, pero que tampoco nos miren así a consecuencia de una diplomacia y relaciones internacionales erráticas!, sino que por nuestra prudencia, nuestras imparciales opiniones o posturas, nos identifiquen como gigantes en la diplomacia, un país gallardo y respetable, una nación digna e identificada por ser una Patria grande, tierra propicia para que germine el desarrollo de la paz y el orden, nacional e internacional.
¡Qué grande fue el doctor Jorge Illueca, expresidente de Panamá!, cuando en el seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU), frente al ataque militar desproporcionado de Inglaterra a las Islas Malvinas, con el verbo fogoso e inteligente que lo caracterizaba, humilló y pisoteó la soberbia y la arrogancia bretona allí presente en la figura de su embajador, sin comprometer, en lo mínimo, nuestra neutralidad.
Nos preocupa que los juristas de nuestro país nada hayan dicho, sobre todo los internacionalistas, sobre la flagrante violación a claras normas y cláusulas del Derecho Internacional Público, como la Comitas Gentium –equidad y cortesía internacional-, la Pacta Servanda Sunt –lo pactado obliga- y otras, merced a funestas declaraciones de quienes nos gobiernan.
Al parecer, el Grupo de Lima se ha percatado de que una invasión a nada bueno conduce y por ello han desistido del empleo del uso de la fuerza para la solución del conflicto.
Abogados.
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