Sobre el país que vive el Presidente
... se necesita un cambio urgente en la forma como el gobierno está tomando las decisiones y manejando la comunicación. Pretender que el gabinete tiene todas las respuestas ante un desafío inédito es una utopía.
... se necesita un cambio urgente en la forma como el gobierno está tomando las decisiones y manejando la comunicación. Pretender que el gabinete tiene todas las respuestas ante un desafío inédito es una utopía.
El escaso seguimiento de pacientes positivos que no reciben tratamientos y luego de 15 días son dados de alta sin ninguna prueba negativa, es uno de los temas que preocupa a la comunidad. Foto: EFE.
2021 arrancó con un informe presidencial desconectado de la realidad. Que recicló eventos de 2019, como la creación del Ministerio de Cultura y las reformas constitucionales, que fueron un rotundo fracaso.
Se habló de austeridad con eficiencia cuando hemos visto despilfarro con ineficiencia, compras ridículas y un inconstitucional proyecto de ley de reducción de planilla que fue una vulgar papa caliente para que le reventara a la Asamblea. Ensalzó una mesa tripartita con la cual los trabajadores manifestaron su desacuerdo, el desempleo se disparó y continúan más de 280 mil contratos suspendidos; entre otras incongruencias.
A pesar de que el formato protocolar es de informe, no de discurso de campaña, el presidente hizo promesas sobre obras de infraestructura, presentación de “anteproyectos” de ley –pasando por alto que las iniciativas del Ejecutivo no requieren prohijamiento-; vacunación en los próximos 90 días; anunció un irrisorio aumento del bono solidario, que aun dista mucho del costo de la canasta básica; y responsabilizó a las dos administraciones anteriores por el caso de la ciudad hospitalaria, a pesar de que la infame paralización ocurrió durante el pasado gobierno.
Mucho se ha mencionado sobre el impacto que ha tenido la ausencia de esta vital obra en la crisis sanitaria por la COVID-19, pero no hubo mención alguna sobre denuncias.
A un año y medio de haber tomado posesión, recurrió al viejo truco de limpiarse con el gobierno pasado. Que si el déficit presupuestario, deudas con proveedores y contratistas, bonos vencidos, deudas con productores agropecuarios, deudas con bancos y con la CSS. Nuevamente sin mencionar acciones contra quienes nos sumieron en ese despropósito.
La pandemia no es culpa del gobierno, pero sí las decisiones que han tomado o han dejado de tomar, las cuales han sido duramente criticadas. Hay un desgaste del sistema de salud; la economía, rumbo al despeñadero -ya se debe empezar a hablar es de reconstrucción económica en lugar de reactivación económica-; posibilidades que caiga la calificación de riesgo de Panamá; y, a pesar de las rígidas medidas, estamos entre los peores países del mundo en contagios per cápita. Pero aun así continúa el gobierno en los medios comunicando que las cosas están bajo control y que los grandes culpables son los jóvenes que salen de fiesta.
Si empezando un nuevo año pretenden continuar tapando el sol con un dedo, ignorando temas como que las mascarillas apenas pueden resistir la aglomeración diaria en el transporte público; la dilación en la toma de decisiones; la trazabilidad, perdida; el escaso seguimiento de pacientes positivos que no reciben tratamientos y luego de 15 días son dados de alta sin ninguna prueba negativa; la contratación de médicos extranjeros al margen de la legalidad, mientras médicos panameños esperan por nombramientos y trámites para poder incorporarse; la población con diabetes, hipertensión, cáncer y enfermedades cardiovasculares desatendida, a causa de enfocar la fuerza médica en pacientes COVID-19; la distribución politizada de las ayudas; la ausencia de sanciones ejemplares; la aplicación selectiva de las reglas; el resquebrajamiento del gabinete; la confusa redacción de los decretos; y para rematar una ministra promoviendo que con prueba negativa se puede salir de fiesta.
Además, los vaivenes en el manejo de la información sobre las vacunas. Primero que seríamos un hub regional; luego Costa Rica empezó a vacunar y están por recibir el segundo embarque; luego más de 50 países vacunando. Surgen interrogantes sobre ¿cómo pasamos de estar entre los primeros a quedar entre los últimos?
Lo cierto es que se necesita un cambio urgente en la forma como el gobierno está tomando las decisiones y manejando la comunicación. Pretender que el gabinete tiene todas las respuestas ante un desafío inédito es una utopía.
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Necesitan buscar consensos con la sociedad, dejando los intereses particulares fuera y elegir el mejor camino para el país. Aun cuando ello implique aceptar errores, escuchar activamente para implementar correctivos y adoptar mejores estrategias que aborden los temas de una manera integral.
Abogado, escritor y analista de temas políticos.
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