Análisis
Orgullosa de ser panameña
No porque piense que es el mejor país del mundo, sino porque estoy persuadida de que lo puede llegar a ser. No porque crea que somos, sino porque sé que podemos. Porque los gobiernos son transitorios, pero todo pasará, y Panamá nos necesita.
- Elodia Muñoz
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- - Publicado: 01/11/2018 - 12:00 am
Nuestra bandera es exhibida, luego de que el papa Francisco anunciara en Cracovia, al final de una misa multitudinaria, que Panamá sería la sede de la JMJ 2019. Foto: EFE.
Son múltiples los argumentos para sentir vergüenza de ser panameña.
Las personas con discapacidad no escapan al acontecer nacional; somos parte de esta urbe que llamamos Panamá, pues aun siendo objeto para algunos y sujetos para otros dentro y fuera del tema de la discapacidad, lo cierto es que también nos afecta en supremacía la inseguridad, donde se propicia la violencia, la pobreza rampante, se hace apología de la corrupción, no se respetan los valores y los derechos, se lucra y se vive de las personas con discapacidad.
De hecho que sí hay porqués suficientes para sentirnos defraudados y avergonzados de vivir en Panamá, sin embargo, hay eventos que me enorgullecen profundamente, como la Cámara Panameña del Libro, la que fomenta y organiza exposiciones y ferias de libros, la realizadora panameña Ana Endara por descubrir la felicidad del sonido, brindándole la oportunidad de participar en el documental a una mujer ciega y la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud 2019, (JMJ), todo esto es un bálsamo a mi alma haciéndome sentir orgullosa de mi gentilicio.
No pierdo la esperanza de un Panamá mejor, lo que me mantiene viva es la absoluta convicción de que puedo hacer una diferencia real en mi país.
De que la educación es la única herramienta del progreso de un pueblo y que yo soy parte de una nación que apuesta al talento, los valores y la solidaridad.
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Estoy convencida de continuar escribiendo, divulgaré sin cortapisas las injusticias de un pueblo que harto ha demostrado que no cree merecerse algo mejor que migajas.
Continuaré escribiendo para que en el movimiento de la discapacidad haya padres y madres que se entreguen desinteresadamente a luchar juntos por las oportunidades de trabajo para las personas con discapacidad y no exactamente por la repartición de limosnas.
Continuaré escribiendo para que la educación sea para liberar, no para adoctrinar.
Continuaré escribiendo para consolidar la democracia, no la sumisión ante un movimiento de discapacidad secuestrado.
Continuaré escribiendo para que las personas con discapacidad sean hombres y mujeres del siglo XXI, no del siglo XIX.
Continuaré escribiendo para que haya igualdad de oportunidades y no compras de lealtades.
Continuaré escribiendo para lograr instituciones que velen por el tema de la discapacidad realmente autónomas, justas y transparentes.
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Continuaré escribiendo para que a mis congéneres con discapacidad no se les cercene el derecho al trabajo en igualdad de condiciones.
En fin, soy panameña con mucho orgullo y no porque sea ingenua, de hecho hay argumentos de sobra para estar desmoralizada, sino porque soy realista.
No porque piense que es el mejor país del mundo, sino porque estoy persuadida de que lo puede llegar a ser. No porque crea que somos, sino porque sé que podemos.
Porque los gobiernos son transitorios, pero todo pasará, y Panamá nos necesita.
Comunicadora social.
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