Opinión
Nuestro Panamá y la percepción global errada
- Arnulfo Arias Olivares
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- - Publicado: 08/10/2024 - 12:00 am
Con gran sorpresa he escuchado a una profesora de una universidad pública decir que los altos, elevados y exagerados salarios "no les alcanzan" para llevar la vida "decorosa" que se merecen. Lo primero que le recomendaría a esa docente es que regrese sobre sus pasos, cuando era estudiante, porque por lo visto ya dejó de aprender hace mucho tiempo; que regrese sobre sus caminos a ver si la ilustración que le falta, y la ignorancia que le sobra, pueden balancear su soberbia y devolverle algo de esa humildad que por lo visto ha perdido. Esa docente parece no conocer el hecho de que siete de cada diez panameños ganan menos de B/1000.00, por mes; que gran parte de nuestra población económicamente activa se debate en la informalidad; que millones de panameños viven, o sobreviven más bien, del día a día. Por supuesto que a esa profesora que se pronunció a la ligera no le alcanza lo que recibe, y si recibiera más tampoco le alcanzaría. Ese mal crónico que sufre se llama gula económica, ambición sin límite, falta de empatía social y, sobre todo, anemia patriótica.
Si un adolescente da muestras de desconocimiento de las realidades nacionales, no lo culpo, sino que culpo a la sociedad, a la que también pertenezco; pero cuando un profesional de esa talla, formado en los caminos del intelecto, y deformado en las vías de la espiritualidad, escupe frases descuidadas como esas, me doy cuenta de que tenemos la bendición de vivir en medio de un pueblo noble y ejemplar. En otras naciones, comentarios como el que irresponsablemente hizo hubieran enardecido a toda una población necesitada. Este pueblo nuestro, sin embargo, parece tener una alta tolerancia hacia el abuso y la disparidad social que existe, y aun así mantiene esos altos grados de bondad hacia el resto de sus conciudadanos.
De primera mano he visto en la población rural de nuestros campos, ejemplos claros de solidaridad que, en otros sitios más urbanos, no se suelen desplegar. Me ha tocado presenciar apoyo voluntario de comunidades enteras para levantar un puente; padres de familia que ponen su cuota de sacrificio para cocinarle en las escuelitas a esos pequeños estudiantes; jornadas de limpieza de vados; mantenimiento unificado de caminos rurales…. En fin, a pesar de los embates de nuestra realidad como país, en el que desbalance y la falta de equidad social es emblemática, tenemos una población necesitada que se resiste a adoptar posturas radicales para debatirse abiertamente contra la injusticia que sufre.
No queremos funcionarios públicos que, sabiendo mucho de tecnología, de finanzas y de economía global, no saben que el arroz es, por lejos, el plato predilecto y el sustento diario de mucha parte de nuestra población; no queremos funcionarios públicos que pasen horas ventilándose en ambientes controlados con el aire y que desconocen los caminos, el calor, las condiciones y los sufrimientos de esos grandes sectores de hermanos panameños que están en el umbral de la pobreza todavía: 33.3% de pobreza general, según índices del Banco Mundial. Si a esa cruda realidad, asimilamos el hecho de que un aproximado de 47% de nuestros trabajadores vive en la informalidad, entonces la radiografía nos debería aterrizar en realidades propias. No prestemos atención a los índices galvanizados que apuntan, globalmente, hacia ese país pujante que no existe, y que es solo un mito. Panamá sigue siendo pobre en realidades y enormemente rica en esperanzas de futuro desarrollo.
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