No es "barda", sino "barba" como dice el refrán
Publicado 2000/11/07 00:00:00
Los paremiólogos y, con ellos, la Real Academia Española están de acuerdo en que el refrán castellano, de muy vieja data, que nos aconseja aprovechar de lo que sucede a otros, para escarmentar y vivir con cuidado, es del tenor siguiente: "Cuando la barba de tu vecino veas pelar, echa la tuya a remojar ( o en remojo)". No obstante, algunas personas vienen insistiendo últimamente en que no es "barba" como reza el refrán, sino "barda". Eso dicen, sin señalar la fuente de su información. Apenas si manifiestan una no muy precisa definición de la palabra barda; lo que de suyo y a la postre no es prueba de nada.
Barda tiene varias acepciones. La que traen a colación las personas aludidas, es "cubierta de sarmientos, paja, espinos o broza, que se pone, asegurada con tierra, o piedras, sobre las tapias de los corrales, huertas y heredadas, para su resguardo". Podría parecer así más probable que ardan bardas que barbas; sobre todo si se toma el verbo arder referido a la paja, en el sentido de echarse ésta a perder por el exceso de calor y humedad; lo que de ningún modo niega que las barbas puedan también arder o quemarse. ("Arder" en vez de "pelar" se dice en la versión del refrán más generalizada en Hispanoamérica).
De los refranes se desconoce casi siempre la situación particular que les dio origen; sobre todo cuando éste se pierde en la noche de los tiempos. Esa puede ser una de las razones por las cuales algunos refranes nos parecen incongruentes. Tómese por ejemplo el que dice "Nunca es tarde si la dicha es buena". ¿Acaso hay dicha que no sea buena? De allí que haya quienes den por descontada la alteración de la sentencia; la cual suponen debe ser, por simple lógica. "Nunca es tarde si la dicha llega". Sin embargo, la forma que parece ilógica y que en realidad es pleonástica, es la que aparece como auténtica en el refranero español, desde hace siglos.
Dice un estudioso de la paremiología (Antonio Espina) que el valor sicológico de los refranes depende más de la sugerencia que de los significados de las palabras. Y observa que éstas a veces cambian de sentido, de suerte que después de cierto tiempo su significado puede ser arcaico y hasta inexplicable.
Por su parte, José Raúl Aguilar señala en su Refranero Mundial que "el refrán a veces tiene el ropaje de la metáfora y otras el del símil; mas si le aplicamos la piedra de toque de la lógica, vemos que en no pocas ocasiones es inconsistente, inconsecuente o ilógico". Y puntualiza que "por tan llevado y traído (el refrán) no sólo es popular, sino viajero inquieto que entró en los dominios de diversas lenguas" (y de diversas culturas dentro de la misma lengua, añado yo) "y salió de ellos mutilado o remozado".
Son numerosos los refranes trocados. Un ejemplo: "Poco a poco hila/hilaba la vieja el copo" es refrán castellano más viejo que Matusalén. Por acá decimos, más a tono con nuestra realidad: "Poco a poco ralla/rallaba la vieja el coco". Y a ningún hispanoamericano le he oído decir "Cada gallo canta en su muladar", como aparece en el refranero español, sino "cada gallo canta en su gallinero". Y tan de antaño son, a veces, dos o más versiones de un mismo refrán, que están registradas, con el original, en los libros de refranes castellanos de más vieja data. Para muestra basta un botón: "Más vale pájaro en mano que buitre /ciento volando".
En el habla del panameño, como ha ocurrido también en el habla de otros hispanoamericanos, el refrán que es tema medular de estos comentarios ha sufrido cambios de algunos verbos, sin que el sentido de la oración haya variado en nada. Decimos "arder" en vez de "pelar", y "pon" en vez de "echa", a parte que a veces usamos la palabra "barba" en plural, así: "Cuando veas la(s) barba(s) de tu vecino arder, pon la(s) tuya(s) a remojar (o en remojo)". ¿De dónde sale barba en esta versión? Del refrán original. ¿De dónde "bardas" es la supuesta corrección? Averígüelo Vargas. Podría tratarse de una adaptación hecha en México o Argentina, países en los cuales, según el DRAE, "barda" es de uso corriente con el significado particular de "seto o valladar de espinos".
En todo caso, no es "barda", sino "barba" como dice el refrán, tal como lo hacen constar estas tres autoridades: José María Sharbi, en el Gran Diccionario de Refranes de la Lengua Española; José Raúl Aguilar, en su Refranero Mundial, y la Real Academia Española, en los miles de refranes recogidos en su Diccionario usual hasta 1956.
Barda tiene varias acepciones. La que traen a colación las personas aludidas, es "cubierta de sarmientos, paja, espinos o broza, que se pone, asegurada con tierra, o piedras, sobre las tapias de los corrales, huertas y heredadas, para su resguardo". Podría parecer así más probable que ardan bardas que barbas; sobre todo si se toma el verbo arder referido a la paja, en el sentido de echarse ésta a perder por el exceso de calor y humedad; lo que de ningún modo niega que las barbas puedan también arder o quemarse. ("Arder" en vez de "pelar" se dice en la versión del refrán más generalizada en Hispanoamérica).
De los refranes se desconoce casi siempre la situación particular que les dio origen; sobre todo cuando éste se pierde en la noche de los tiempos. Esa puede ser una de las razones por las cuales algunos refranes nos parecen incongruentes. Tómese por ejemplo el que dice "Nunca es tarde si la dicha es buena". ¿Acaso hay dicha que no sea buena? De allí que haya quienes den por descontada la alteración de la sentencia; la cual suponen debe ser, por simple lógica. "Nunca es tarde si la dicha llega". Sin embargo, la forma que parece ilógica y que en realidad es pleonástica, es la que aparece como auténtica en el refranero español, desde hace siglos.
Dice un estudioso de la paremiología (Antonio Espina) que el valor sicológico de los refranes depende más de la sugerencia que de los significados de las palabras. Y observa que éstas a veces cambian de sentido, de suerte que después de cierto tiempo su significado puede ser arcaico y hasta inexplicable.
Por su parte, José Raúl Aguilar señala en su Refranero Mundial que "el refrán a veces tiene el ropaje de la metáfora y otras el del símil; mas si le aplicamos la piedra de toque de la lógica, vemos que en no pocas ocasiones es inconsistente, inconsecuente o ilógico". Y puntualiza que "por tan llevado y traído (el refrán) no sólo es popular, sino viajero inquieto que entró en los dominios de diversas lenguas" (y de diversas culturas dentro de la misma lengua, añado yo) "y salió de ellos mutilado o remozado".
Son numerosos los refranes trocados. Un ejemplo: "Poco a poco hila/hilaba la vieja el copo" es refrán castellano más viejo que Matusalén. Por acá decimos, más a tono con nuestra realidad: "Poco a poco ralla/rallaba la vieja el coco". Y a ningún hispanoamericano le he oído decir "Cada gallo canta en su muladar", como aparece en el refranero español, sino "cada gallo canta en su gallinero". Y tan de antaño son, a veces, dos o más versiones de un mismo refrán, que están registradas, con el original, en los libros de refranes castellanos de más vieja data. Para muestra basta un botón: "Más vale pájaro en mano que buitre /ciento volando".
En el habla del panameño, como ha ocurrido también en el habla de otros hispanoamericanos, el refrán que es tema medular de estos comentarios ha sufrido cambios de algunos verbos, sin que el sentido de la oración haya variado en nada. Decimos "arder" en vez de "pelar", y "pon" en vez de "echa", a parte que a veces usamos la palabra "barba" en plural, así: "Cuando veas la(s) barba(s) de tu vecino arder, pon la(s) tuya(s) a remojar (o en remojo)". ¿De dónde sale barba en esta versión? Del refrán original. ¿De dónde "bardas" es la supuesta corrección? Averígüelo Vargas. Podría tratarse de una adaptación hecha en México o Argentina, países en los cuales, según el DRAE, "barda" es de uso corriente con el significado particular de "seto o valladar de espinos".
En todo caso, no es "barda", sino "barba" como dice el refrán, tal como lo hacen constar estas tres autoridades: José María Sharbi, en el Gran Diccionario de Refranes de la Lengua Española; José Raúl Aguilar, en su Refranero Mundial, y la Real Academia Española, en los miles de refranes recogidos en su Diccionario usual hasta 1956.
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