Historia
Navidad a nuestro modo
- Bernardina Moore opinion@epasa.com
... ahora vamos a celebrar la Navidad a nuestro modo y con su niña en los brazos decía: ¡quién ha dicho que para recibir al Niño Dios debemos tener tanta comida!
Estaba dando vueltas en la cama porque quería levantarme a cambiarle “el agua al pajarito” (sé que muchos saben el significado de esta frase), pero el sueño me dominaba.
Serían como las 4 de la madrugada más o menos, en esa lucha estaba cuando de pronto, vi la imagen de una mujer acostada en un camastro de espaldas hacia mí, con una criatura como de tres años dormida pegada a su espalda, no podía distinguir si era niño o niña porque había poca luz.
Como siempre, allí quedó la imagen congelada en mi mente.
¡Wao!, me dije y dejé de dar vueltas en la cama y me levanté porque no aguantaba más.
De ahí en adelante no hubo forma alguna de librarme de esa imagen, porque comprendí que esa señora quería que yo les compartiera cómo pasaba la Navidad a su modo.
Bendito sea Dios, pensé, sino me llega la inspiración será difícil saberlo, en fin ya eran como las 4:45 am., me puse como siempre a orar hasta que amaneciera.
Al día siguiente, en la noche, me vino la inspiración y les comparto con gusto.
A esta señora la llamaremos Felicidad, ella era la cocinera de una familia de cuatro miembros, tendría unos cinco años desempeñando ese trabajo.
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Tenía una niña de unos tres años, más o menos, la que dormía pegada a su espalda, una amiga se la cuidaba porque no le permitían llevarla por la clase de trabajo que realizaba.
Llegaron las fiestas de fin de año y para Felicidad eso no era mayor problema porque no era la primera vez que tenía que preparar la cena de Nochebuena.
Sabía organizarse ya que prefería trabajar sola que andar sofocándose con una ayudante que a veces es más lo que estorban que ayudan.
Además, la familia era chica, los esposos, una cuñada, hermana del esposo y la hija única del matrimonio.
Imaginémonos una cena con todos los platos habidos y por haber sin que falte el más mínimo detalle.
Es bueno resaltar que Felicidad, a pesar de ser la artífice de preparar tanto manjar, no comía ansías por nada de lo que preparaba; no obstante, haber nacido y crecido en un hogar de mucha carencia económica le habían enseñado a no ambicionar lo que no estaba en sus manos obtener.
Se había casado con un hombre humilde y trabajador pero desafortunadamente murió en un accidente de tránsito ocasionado por un conductor ebrio, como los que abundan hoy día.
Ella, con su trabajo, le proporcionaba a su chiquita lo necesario para vivir.
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Culminado su trabajo y preparándose para partir, la patrona le dijo (por cumplido debe ser) que si quería quedarse a recibir la Nochebuena con ellos, ella con mucho tacto le dijo: le agradezco el detalle, pero mi niña y yo celebramos la Navidad a nuestro modo.
La señora mirándola fijamente con cariño le dijo: te voy a preparar una bandeja de todo para que te lleves y espero no me lo desprecies.
Para no hacerla sentir mal lo aceptó.
Luego con su bandeja en mano se despidió con el tradicional, ¡Feliz Navidad!
Al llegar a su humilde hogar puso la bandeja en su pequeña mesa de comedor donde tenía en el centro iluminada por una veladora una imagen de un nacimiento de porcelana donde estaban Jesús, María y san José, luego fue a buscar a su niña a casa de su vecina y amiga que la invitó a pasar con ellos la noche, pero Felicidad agradeció la invitación diciendo que estaba muy cansada y se fue con su niña en brazos.
Cuando ya estaban solitas dijo a la niña: ahora vamos a celebrar la Navidad a nuestro modo y con su niña en los brazos decía: ¡quién ha dicho que para recibir al Niño Dios debemos tener tanta comida!, como donde la patrona, si el Niño Dios ni come nada de eso todavía y la comida y tanto adorno no dan felicidad, por eso yo me llamo Felicidad porque soy feliz con lo que tengo en esta noche linda y hermosa, que vale más que todos los manjares, y eres tú mi niña que juntas vamos a invitar al Niño Dios para que a través de esa imagencita de porcelana que nos bendiga y a muchas familias que no tienen un banquete que ofrecerle sino un corazón lleno de muchos foquitos encendidos con deseos de amor y cuando suenen, no las campanas, porque no se pueden oír, sino los cuetes anunciando su llegada, nosotras nos uniremos al coro de los ángeles que cantan ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!
Tú tomarás tu vaso de leche, yo algo de lo que la señora me dio y nos iremos a dormir porque los recién nacidos como el Niño Dios a esta hora están durmiendo y más él que viene con una misión muy grande que cumplir.
Y llegada la hora se acostó con su niña que acostumbraba dormir pegada a la espalda de su mamá como la vi en la imagen.
Felicidad dormía plácidamente, mientras el mundo con gran algarabía celebraba su Navidad, muchos sin el objeto o el motivo de la misma, ella con su niña habían celebrado la Navidad a su modo.
Escritora
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