Mujer, familia y sociedad
- Ulises M. Calvo E.
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- opinion@epasa.com
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El mundo posterior a la victoria de la economía de libre mercado tiene un nuevo sujeto explotado, cuyo trabajo no se reconoce ni paga en forma adecuada, pues la mujer estudia en mayor número y con mejores créditos, trabaja y gana menos que el hombre por la misma labor.

"La revolución será feminista o no será". Cuando el cardenal Carlo Caffarra escribió a sor Lucía, vidente de Fátima, no esperaba recibir una respuesta tan específica, pero esta lo sorprendió asegurando que la batalla final entre Dios y satanás sería en el terreno del matrimonio y la familia.
Quienes han pretendido restar el contenido social a la cristiandad han interpretado que esa lucha se inscribe en la ideología de género y teorías de conspiración que atribuyen un nuevo plan Malthusiano para controlar el crecimiento poblacional en la era de la digitalización y la inteligencia artificial.
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El siglo anterior, a partir del Concilio Vaticano II, constituye la muestra de sincretización entre las Escrituras y el Humanismo de la Ilustración, divorciados desde el Renacimiento. De allí que la interpretación del mensaje quizá discurra por otros senderos.
La familia como fue concebida y desarrollada en la fase patriarcal, tenía en calidad de soporte, una mujer que permanecía en el hogar mientras el sustento era proporcionado por el hombre que salía a trabajar.
Pero el modo de producción de libre competencia ha producido una mutación antropológica que el psicoanálisis denomina intrusión en la subjetividad del individuo o soledad compartida. La transformación se expresa en la necesidad que tuvo la mujer de salir del hogar y buscar trabajo, pues el salario del hombre ya no es suficiente, sin contar el número creciente de hogares en los que solo convive la madre con sus hijos.
La Unión Soviética, que fuera el demonio ateo a vencer cuando los hechos de Fátima, pereció por sus propios errores y una eficaz guerra de desgaste impuesta por los Estados Unidos, en cuya fase final, la tríada Reagan, Thatcher y Juan Pablo II fueron protagonistas.
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El mundo posterior a la victoria de la economía de libre mercado tiene un nuevo sujeto explotado, cuyo trabajo no se reconoce ni paga en forma adecuada, pues la mujer estudia en mayor número y con mejores créditos, trabaja y gana menos que el hombre por la misma labor y luego regresa a casa a seguir laborando con los hijos y el hogar, en una función que no se cuantifica ni retribuye.
De allí que el nuevo sujeto impugnador del "status quo" sea la mujer y ciertamente la batalla en ciernes es por un nuevo modelo de familia que reconozca la labor esforzada de la profesional, madre y esposa, pues el modo de producción capitalista, incapaz de ampliarse a nuevas fronteras como en cada crisis anterior, reside hoy sobre el trabajo mal pagado y no pagado del género femenino.
Si duda de ello, observe el número de presidentes, ministros y candidatos varones versus las que sostienen el sistema.
Abogado
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