Anécdotas
Mr. Kidd y la escuela de Nueva Providencia
- Stanley Heckadon-Moreno /Antropólogo
Entre las décadas de 1920 y 1980, quienes se apeaban en la estación del Ferrocarril de Panamá del hoy extinto pueblo de Frijoles, para tomar lancha o cayuco hacia la estación biológica en la isla de Barro Colorado, conocieron a Mr. Kidd. Extraordinario personaje nacido en Jamaica, en 1907. Al Istmo vino en 1909, al ser su padre contratado como obrero del Canal. Terminada la vía, la familia se muda a Nueva Providencia, caserío antillano a la vera del nuevo lago Gatún, formado tras represarse río Chagres.
Mr. Kidd estudió hasta cuarto grado en la escuela de Nueva Providencia. Los dos primeros años en inglés, en la escuelita levantada por los antillanos. Luego en la escuela oficial de la nueva República de Panamá, deseosa de que los hijos de antillanos aprendiesen el idioma nacional y olvidasen su lengua materna. No fue buen alumno, pero sí voraz lector. Era incansable lector de las revistas científicas que le obsequiaban los naturalistas de Barro Colorado. Recordaba que en 1926 obtuvo su licencia para operar barcazas bananeras en lago Gatún y en 1927 su licencia para manejar carros. Así recordaba la escuela, la vida de su familia y su matrimonio.
CREO QUE FUI TAN TERRIBLE COMO SAMMY DAVIS. DECÍAN QUE NUNCA FUE A LA ESCUELA. YO AL MENOS FUI A LA ESCUELA EN NUEVA PROVIDENCIA. PERO NO PASÉ DE CUARTO GRADO, NI EN INGLÉS NI EN ESPAÑOL. NO ME ENSEÑARON A LEER UNA REGLA NI A MEDIR. PERO RESULTÉ UN CARPINTERO DE PRIMERA. EL ÚLTIMO TRABAJO QUE TUVE FUE ALLÁ EN EL CRISTÓBAL YACHT CLUB. TRABAJABA MADERA DE APENAS 1/16 DE PULGADA...
“Mi primera escuela fue en inglés. Luego en español. Ahora todos esos niños en Nueva Providencia eran panameños y debían aprender español. El primer día de la escuela en español me senté en el escritorio con mi pluma, mi punta de pluma y tintero. En esos días, el Gobierno panameño daba todo. Ahora, por matricularse, cobran mucha plata. Cobrar matrícula a los estudiantes de primaria es una locura, un racket”.
“Creo que fui tan terrible como Sammy Davis. Decían que nunca fue a la escuela. Yo al menos fui a la escuela en Nueva Providencia. Pero no pasé de cuarto grado, ni en inglés ni en español. No me enseñaron a leer una regla ni a medir. Pero resulté un carpintero de primera. El último trabajo que tuve fue allá en el Cristóbal Yacht Club. Trabajaba madera de apenas 1/16 de pulgada. Aunque no fui más a la escuela, me preparé. Leía de todo. Me dañé la vista leyendo con la luz mala de una lámpara”.
“Mi hermana menor se casó a los 19. Le di mi consentimiento, pues papá iba y venía y cuando llegaba, era para pelear con mi mamá. Luego se largaba y no volvíamos a verlo otros dos años. Así pasó su vida. Murió aquí conmigo y con toda la familia”.
“Nos casamos de abajo para arriba. Primero se casó mi hermana. Luego mi hermano menor. Mi hermana no tenía casa. Su marido no trabajaba. En 1936 tuvo su primer hijo, justo al final de la Depresión, la Gran Depresión del 36. Pero pude darles casa a todos. Arreglé la casa y le añadí cuartos. No tenía servicio, pero instalé uno y un lavamanos. Mi hermana y hermano vinieron a vivir conmigo. Mi hermano, Ferdinando, se fue a vivir con su suegra, apellido Dobson. Tiene dos bellas hijas en Miami”.
“Yo me casé en 1940. El próximo 10 de agosto, mi esposa y yo, cumplimos 50 años de casados. Me casé con ella en Colón. Cuando nos casamos, ella tenía 23 años y yo 31. Le dejé mi casa a mi mamá y vine aquí a vivir en casa de mi mujer. Mi mujer vivía en esta casa con dos abuelos, no con sus padres. Ella nunca conoció a su mamá, quien murió cuando ella tenía 2 años. Así que se crió con sus abuelos. Su papá fue un bígamo que se largó. ¿Sabes cuándo vino a conocer a su papá? Fue después de que me casé con ella. En 1941, la llevé a conocer la ciudad de Panamá y a su papá”.
“Pero ella se preparó mejor que yo, pues llegó a graduarse de octavo grado en la escuela que la Zona del Canal tenía aquí. Cuando la guerra, consiguió trabajo enseñado en Gatún. Así tuvo que estudiar más. Eso fue bueno para ella. Entró al departamento escolar, donde hizo contactos. Luego se inscribió en la División de Extensión de la Universidad de Wisconsin. Así que aquí yo era quien estudiaba las lecciones y respondía a las preguntas. Cuando ella regresaba a casa, solo tenía que firmar y enviar los exámenes”.
“Así aprendí mucho. Fue cuando aprendí qué era una frase. Yo no sabía ni plantearla ni su significado. No captaba la sustancia. Como podía leer y escribir en inglés y español, leía la frase en inglés y la comparaba con español. Aprendí a usar los verbos. A escribir adjetivos, adverbios, preposiciones y conjunciones. Bueno, la estructura de las frases en inglés y español se parece, solo que cambian las palabras. Nosotros decimos bread y ellos pan”.
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