Morir y malvivir en Panamá hoy
Muchos morirán –y hoy, que esto escribo, han muerto diariamente asfixiados, entubados, solos- unos 20 o 30 panameños o panameñas… como tú o como yo.
Muchos morirán –y hoy, que esto escribo, han muerto diariamente asfixiados, entubados, solos- unos 20 o 30 panameños o panameñas… como tú o como yo.
Ayer se reportaron 22 defunciones, 982 muertes acumuladas y 163 pacientes se encuentran en las Unidades de Cuidados Intensivos. Lloramos por ello. Pero bueno, es la pandemia, nos decimos. Foto: EFE.
La sociedad panameña ha llegado a un punto de no retorno. Podemos seguir como hasta ahora y esto nos conducirá directamente al despeñadero.
Podemos entretenernos con los juegos de los titiriteros, quedarnos paralizados por el miedo o refugiarnos en las una y mil maneras de alienación que los humanos hemos desarrollado para cuando el pánico nos atrapa, desde esperar en la misericordia de Dios y consultar a los astrólogos, refugiarnos en la comodidad del televisor y los videojuegos, y hacernos como que nada pasa.
Es más, podemos decir "qué horror, qué mal estamos, qué mal lo hace el gobierno, mira cómo roban y saquean al país, mira cómo se equivocan… creen que somos tontos y los tontos son ellos".
Y así en las mil y una triquiñuelas para mantener la conciencia tranquila.
Algo está mal, pero evidentemente no somos nosotros; son siempre otros los culpables.
Pero como estos llantos, gritos y lacrimeos son inocuos –esto es mucho peor que inicuos- el orden "natural" de las cosas se mueve a favor del darwinismo social más extremo.
Muchos morirán –y hoy, que esto escribo, han muerto diariamente asfixiados, entubados, solos- unos 20 o 30 panameños o panameñas… como tú o como yo.
Lloramos por ello. Pero bueno, es la pandemia, nos decimos. Les cayó un rayo. O seguramente fueron unos irresponsables o tenían familiares o amigos o vecinos irresponsables en barrios de malvivir, o eran simplemente unos viejitos carcamales y enfermos de esas cosas que no llaman los titulares (obesos, hipertensos, diabéticos, con cardiopatías, y ese largo etcétera de enfermedades a la que nos condenan los genes, los malos hábitos y una que otra condición socioeconómica como subalimentación o mala alimentación).
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Pobrecitos, eran viejitos pobrecitos, enfermitos, y tuvieron la mala suerte de estar hacinados en los corregimientos típicos de la marginalidad socioeconómica y sanitaria de este paísito que estaba a un paso de ser Singapur, Abu Dabi y los mil y otros cuentos que los tecnócratas y mercanchifles inventan para subirnos el ego antes de la pandemia.
No. Nosotros no somos esos ticos cometortillas, ni esos uruguayos de comedidas maneras y así….
No. Somos la economía que más crece, somos la envidia de América Latina, tenemos y manejamos empresas de calidad mundial como el Canal de Panamá y "tenemos" empresas privadas como Copa, bancos de primera, y etc., etc., etc.. Tenemos, teníamos, ¿tendremos?
Lo que no te dijeron es que seguimos teniendo una educación mediocre, tirando a pésima, donde el grueso de los niños y jóvenes no comprende lo que lee ni es capaz de expresarse sin muletillas y mal puede contar o aplicar una regla de tres simple; una calidad de vida mediocre para una clase media ferozmente conservadora, consumista, que se divide en dos y tres jornadas, donde el empleo público siempre es el donde menos se rinde; donde el 20% de tus conciudadanos eran pobres o míseros extremos regados por los cerros de la urbe de flamantes rascacielos, o pedidos en las sierras y selvas malviviendo como los seres expoliados, los de una colonia interna que se niega a ser moderna, o en 'ghettos' que se toleran y son tierra de nadie, por los capos y las bandas.
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Donde Copa tiene dueños que han usufructado con creces su brillante inversión por luengos años.
Donde el Canal es una casi republiqueta aparte porque nosotros mismos le tenemos miedo a la voracidad de nuestra plutocracia y no vaya a ser que los gringos nos apliquen el Tratado de Neutralidad porque ese activo estratégico cayó en manos de la narcocracia que todo lo carmone.
Así malvivimos los panameños y de seguir así las cosas, después de este ajuste malthusiano vendrá para los que queden un sálvese quien tiene y pueda con medidas como esta: Se rehará el Código de Trabajo para flexibilizarlo en provecho de las grandes empresas; se impondrá la minería y el turismo depredador como palancas del desarrollo; se privatizará de hecho la seguridad social al imponer un sistema a la chilena; se tecnologizará la educación y se acabará de implantar el doble rasero de formación con prominencia de la formación técnica; se terminará de endeudarnos hasta la quinta generación.
Porque somos la nueva Kuwait y la plutocracia doquiera esté requiere siervos y no ciudadanos.
Economista. Docente y gestor universitario.
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