Montaner y la intervención
Publicado 1999/07/29 23:00:00
- Carlos A. López Z.
Oficiosos servidores de la única superpotencia han salido a vender la idea de una intervención militar internacional para salvar la "democracia" en la patria de Jorge Eliécer Gaitán, aquel titán quien, en encendida oratoria, denunciaba como responsable de los males de Colombia a "esa sucia oligarquía que echa a rodar sus dados sobre la túnica de nuestro patriotismo".
Carlos Alberto Montaner ha expresado en su artículo titulado "Sangre, sudor y lágrimas en Colombia" (La Prensa, 20 de julio de 1999), lo siguiente: "El clima internacional es el mejor para convocar a las democracias de todo el mundo-pero especialmente a las latinoamericanas-para hacer un esfuerzo conjunto de solidaridad militar con el pueblo colombiano frente a estas bandas de delincuentes... El ejemplo de Kosovo refleja lo que es el signo de los tiempos: las democracias tienen el derecho y el deber de defender los valores en los que se sustenta el sistema en el que todos creemos. Y hay mecanismos capaces de articular esa política: la Junta Interamericana de Defensa es uno de ellos...Es la hora de los halcones".
El artículo aparece después de las declaraciones del jefe del Comando Sur, Charles Wilhelm, que vaticinan intervenciones en Panamá, en Colombia y en la región circundante a esta última; después que Estados Unidos propusiera en la OEA la intervención militar colectiva en defensa de las democracias; después de esbozarse el Plan B (intervención de Estados Unidos) si fracasa el Plan A (apoyo a las negociaciones de paz); después del lamentable y patético discurso de Pastrana donde dice que está perdiendo la paciencia, y en el justo momento en que un avión espía de Estados Unidos se estrella en Colombia con siete militares de la superpotencia a bordo.
¿Qué otra cosa podíamos esperar de Montaner quien, a pocas semanas de la invasión del 20 de diciembre, dijera en "conferencia magistral" en ATLAPA, que los panameños éramos una "tribu" de malagradecidos con Estados Unidos porque no habíamos valorado todos los aportes que los gringos nos han hecho?
Montaner emplea la mitad de su artículo para recordarnos que Neville Arthur Chamberlain se equivocó al intentar apaciguar a Hitler otorgándole porciones de Checoslovaquia en 1938 porque ello era "como quien le lanza un hijo pequeño a un lobo hambriento para alejarlo de la caravana en fuga", y cita a Churchill cuando dijo: "Hitler sólo quiere ganar tiempo; esto sólo le abrirá el apetito". Todo ello para concluir diciendo que la concesión de 42 mil kilómetros cuadrados a las FARC sólo sirvió para abrirle el apetito a los guerrilleros, los cuales "multiplicaron los ataques y los asesinatos de soldados heridos o prisioneros."
Montaner realmente la botó en su intento de trazar una analogía imposible entre la víspera de la Segunda Guerra Mundial y la situación en Colombia: compara a Chamberlain con Pastrana, y a las FARC con Hitler. Para comenzar, a Chamberlain no le quedaba otro remedio que ganar tiempo para poder preparar a la Gran Bretaña ante un enfrentamiento con Alemania. Contradiciéndose a sí mismo, Montaner admite que, "la otra opción consistía en la guerra con Alemania y sus aliados italianos" y luego añade que, "las Fuerzas Armadas británicas no estaban suficientemente abastecidas y comenzó una cadena de derrotas. Irónicamente, la mayor "victoria" inglesa fue la retirada de Dunkerque".
Si la otra opción era guerrear contra Alemania e Italia juntas pero Inglaterra no estaba preparada para ello, ésta no era opción en modo alguno y, por ende, lo que hizo Chamberlain en 1938 fue lo correcto en su momento. La prueba es que, aún en 1940, Inglaterra sufría derrota tras derrota. Por lo tanto, ¿cómo y con qué iba Chamberlain a pelear con el lobo en 1938 si aún en 1940, pese a la conscripción obligatoria y el rearme inglés instituido por Chamberlain, no estaba capacitada? Además, ¿qué hizo Estados Unidos entre 1938 y 1939 para impedir que el lobo continuara su racha de agresiones? Refugiado en una cómoda neutralidad, Estados Unidos permitía que sus capitalistas negociaran con Hitler, en tanto que la oligarquía británica hacía pactos secretos con el Fuehrer, ¿o no fue ésta quien ordenó asesinar a Rudolf Hess en la prisión para que no revelara engorrosos secretos tras su liberación?
Un propósito clave de Chamberlain consistía en dividir a Italia de Alemania para reducir el poderío del eje Berlín-Roma, como lo demuestran los Acuerdos Anglo-Italianos que logró el 16 de abril de 1938. Cuando Hitler se apoderó del resto de Checoslovaquia en marzo de 1939, el Primer Ministro abandonó la política de apaciguamiento y se preparó para la guerra amenazando con hacer alianza con Francia y la Unión Soviética, pero el plan se vino abajo cuando la Unión Soviética pactó la no agresión con Alemania. El resto es historia.
Pero no sólo Inglaterra se equivocó con Hitler: también fallaron Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética. Historiadores reconocidos han admitido algunos de los beneficios de los acuerdos de Munich y señalan entre ellos el tiempo ganado para el rearme de Inglaterra.
Las ansias de dominación de Hitler significaban una expansión hacia los pueblos que no se le sometían. Esto no guarda relación ni proporción con lo que ocurre en Colombia. Allí las FARC son la expresión armada de buena parte del pueblo colombiano, cuyos anhelos de reivindicación y justicia social profesan enarbolar, y las mismas no han agredido a ningún Estado ni constituyen una amenaza internacional.
Decir que las concesiones territoriales a las FARC les abrirá el apetito a las guerrillas es desconocer muchas cosas. Por ejemplo, que los vietnamitas continuaban la lucha de resistencia contra los invasores mientras negociaban con Kissinger. Pero, además, el valor del territorio, para la guerrilla, es diferente al que el mismo tiene para los ejércitos convencionales.
Creo que Montaner se equivocó de lobo, y que el verdadero lobo es Estados Unidos, a quien se le ha abierto el apetito después de engullirse a Caperucita en Yugoslavia, sin tomarse la molestia de encuerarla y sin que Estados Unidos haya sufrido sanciones ni represalias. Montaner dice que existe el "clima internacional" para intervenir contra las FARC porque, después del aplastamiento de Yugoslavia y de la sórdida complicidad de la ONU, parece no existir escrúpulo alguno para que el Hermano Mayor haga lo que quiera con Colombia. Pero Colombia no es Kosovo, y la agresión a Yugoslavia no es algo que pueda generalizarse sin riesgos ni límites.
En lugar de clamar por una "solidaridad militar" con una parte de Colombia, en franca apología del delito, lo más democrático sería promover una solidaridad diplomática y humanitaria, una solución pacífica que arrope y refleje un consenso entre todos los colombianos que excluya la intervención militar extranjera. Venezuela y Brasil ya la han rechazado en voz alta. Los estrategas de Estados Unidos, carentes de imaginación, están repitiendo los mismos errores que los llevaron a la derrota en Vietnam. Increíble, pero cierto.
Carlos Alberto Montaner ha expresado en su artículo titulado "Sangre, sudor y lágrimas en Colombia" (La Prensa, 20 de julio de 1999), lo siguiente: "El clima internacional es el mejor para convocar a las democracias de todo el mundo-pero especialmente a las latinoamericanas-para hacer un esfuerzo conjunto de solidaridad militar con el pueblo colombiano frente a estas bandas de delincuentes... El ejemplo de Kosovo refleja lo que es el signo de los tiempos: las democracias tienen el derecho y el deber de defender los valores en los que se sustenta el sistema en el que todos creemos. Y hay mecanismos capaces de articular esa política: la Junta Interamericana de Defensa es uno de ellos...Es la hora de los halcones".
El artículo aparece después de las declaraciones del jefe del Comando Sur, Charles Wilhelm, que vaticinan intervenciones en Panamá, en Colombia y en la región circundante a esta última; después que Estados Unidos propusiera en la OEA la intervención militar colectiva en defensa de las democracias; después de esbozarse el Plan B (intervención de Estados Unidos) si fracasa el Plan A (apoyo a las negociaciones de paz); después del lamentable y patético discurso de Pastrana donde dice que está perdiendo la paciencia, y en el justo momento en que un avión espía de Estados Unidos se estrella en Colombia con siete militares de la superpotencia a bordo.
¿Qué otra cosa podíamos esperar de Montaner quien, a pocas semanas de la invasión del 20 de diciembre, dijera en "conferencia magistral" en ATLAPA, que los panameños éramos una "tribu" de malagradecidos con Estados Unidos porque no habíamos valorado todos los aportes que los gringos nos han hecho?
Montaner emplea la mitad de su artículo para recordarnos que Neville Arthur Chamberlain se equivocó al intentar apaciguar a Hitler otorgándole porciones de Checoslovaquia en 1938 porque ello era "como quien le lanza un hijo pequeño a un lobo hambriento para alejarlo de la caravana en fuga", y cita a Churchill cuando dijo: "Hitler sólo quiere ganar tiempo; esto sólo le abrirá el apetito". Todo ello para concluir diciendo que la concesión de 42 mil kilómetros cuadrados a las FARC sólo sirvió para abrirle el apetito a los guerrilleros, los cuales "multiplicaron los ataques y los asesinatos de soldados heridos o prisioneros."
Montaner realmente la botó en su intento de trazar una analogía imposible entre la víspera de la Segunda Guerra Mundial y la situación en Colombia: compara a Chamberlain con Pastrana, y a las FARC con Hitler. Para comenzar, a Chamberlain no le quedaba otro remedio que ganar tiempo para poder preparar a la Gran Bretaña ante un enfrentamiento con Alemania. Contradiciéndose a sí mismo, Montaner admite que, "la otra opción consistía en la guerra con Alemania y sus aliados italianos" y luego añade que, "las Fuerzas Armadas británicas no estaban suficientemente abastecidas y comenzó una cadena de derrotas. Irónicamente, la mayor "victoria" inglesa fue la retirada de Dunkerque".
Si la otra opción era guerrear contra Alemania e Italia juntas pero Inglaterra no estaba preparada para ello, ésta no era opción en modo alguno y, por ende, lo que hizo Chamberlain en 1938 fue lo correcto en su momento. La prueba es que, aún en 1940, Inglaterra sufría derrota tras derrota. Por lo tanto, ¿cómo y con qué iba Chamberlain a pelear con el lobo en 1938 si aún en 1940, pese a la conscripción obligatoria y el rearme inglés instituido por Chamberlain, no estaba capacitada? Además, ¿qué hizo Estados Unidos entre 1938 y 1939 para impedir que el lobo continuara su racha de agresiones? Refugiado en una cómoda neutralidad, Estados Unidos permitía que sus capitalistas negociaran con Hitler, en tanto que la oligarquía británica hacía pactos secretos con el Fuehrer, ¿o no fue ésta quien ordenó asesinar a Rudolf Hess en la prisión para que no revelara engorrosos secretos tras su liberación?
Un propósito clave de Chamberlain consistía en dividir a Italia de Alemania para reducir el poderío del eje Berlín-Roma, como lo demuestran los Acuerdos Anglo-Italianos que logró el 16 de abril de 1938. Cuando Hitler se apoderó del resto de Checoslovaquia en marzo de 1939, el Primer Ministro abandonó la política de apaciguamiento y se preparó para la guerra amenazando con hacer alianza con Francia y la Unión Soviética, pero el plan se vino abajo cuando la Unión Soviética pactó la no agresión con Alemania. El resto es historia.
Pero no sólo Inglaterra se equivocó con Hitler: también fallaron Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética. Historiadores reconocidos han admitido algunos de los beneficios de los acuerdos de Munich y señalan entre ellos el tiempo ganado para el rearme de Inglaterra.
Las ansias de dominación de Hitler significaban una expansión hacia los pueblos que no se le sometían. Esto no guarda relación ni proporción con lo que ocurre en Colombia. Allí las FARC son la expresión armada de buena parte del pueblo colombiano, cuyos anhelos de reivindicación y justicia social profesan enarbolar, y las mismas no han agredido a ningún Estado ni constituyen una amenaza internacional.
Decir que las concesiones territoriales a las FARC les abrirá el apetito a las guerrillas es desconocer muchas cosas. Por ejemplo, que los vietnamitas continuaban la lucha de resistencia contra los invasores mientras negociaban con Kissinger. Pero, además, el valor del territorio, para la guerrilla, es diferente al que el mismo tiene para los ejércitos convencionales.
Creo que Montaner se equivocó de lobo, y que el verdadero lobo es Estados Unidos, a quien se le ha abierto el apetito después de engullirse a Caperucita en Yugoslavia, sin tomarse la molestia de encuerarla y sin que Estados Unidos haya sufrido sanciones ni represalias. Montaner dice que existe el "clima internacional" para intervenir contra las FARC porque, después del aplastamiento de Yugoslavia y de la sórdida complicidad de la ONU, parece no existir escrúpulo alguno para que el Hermano Mayor haga lo que quiera con Colombia. Pero Colombia no es Kosovo, y la agresión a Yugoslavia no es algo que pueda generalizarse sin riesgos ni límites.
En lugar de clamar por una "solidaridad militar" con una parte de Colombia, en franca apología del delito, lo más democrático sería promover una solidaridad diplomática y humanitaria, una solución pacífica que arrope y refleje un consenso entre todos los colombianos que excluya la intervención militar extranjera. Venezuela y Brasil ya la han rechazado en voz alta. Los estrategas de Estados Unidos, carentes de imaginación, están repitiendo los mismos errores que los llevaron a la derrota en Vietnam. Increíble, pero cierto.
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