Cartas desde el frente europeo
Mirándonos el ombligo
Turquía e Irán llevan años tratando de hacerse con el control de toda la península arábiga, Rusia y China están todavía tratando de hacer orbitar a diversos países hacia su control, todos ellos están tratando de sacar el máximo provecho mientras el resto estamos mirándonos el ombligo.
- Alonso Correa
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- - Publicado: 17/11/2020 - 12:00 am
Una de las protestas por el manejo del conflicto en Nagorno Karabaj, que se suma a una larga lista de combates militares. como las nuevas amenazas entre Marruecos y el Sahara Occidental. Foto: EFE.
Estamos en el umbral de tiempos convulsos, de división social y de caos en el panorama político. Estamos marchando con seguridad y sin freno hacia la boca del lobo. Nuestra ceguera nos impide corregir el rumbo hacia una nueva pesadilla global. La laxitud y el conflicto interno de occidente les ha permitido a múltiples países orientales el crear imperios ocultos entre la bruma del “globalismo”. Ya son muchas las pistas que nos llevan a pensar que el futuro nos depara momentos amargos de no modificar el dirección de nuestras políticas sociales.
Somos testigos del fracaso del sueño de Eleanor Roosevelt. Aún no ha llegado el momento en el que la violencia y el conflicto no sean la respuesta principal de los problemas mundiales. La Organización de las Naciones Unidas, ONU, no ha sido ni será la encargada de frenar el efecto de bola de nieve que ha empezado ya en el Medio Oriente, como tampoco evitó la Guerra de Bosnia, Corea, Vietnam, la invasión de Granada y la de Afganistán, Panamá, Somalia, el Congo, la Guerra de Yom Kippur, Rhodesia, las dos guerras del Golfo, Kosovo, Siria, Libia, Argelia, entre muchas otras pugnas que hubo en la segunda mitad del siglo XX.
A esa larga lista de combates militares se le suman la reciente escaramuza entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj y las nuevas amenazas entre Marruecos y el Sahara Occidental. Porque sí, la idea de un organismo mundial y neutral que sea el encargado de ser el mediador en la disputa de dos países para que se puedan resolver los problemas sin agresiones es una concepción magnífica, pero aún en pleno siglo XXI, sigue siendo una utopía. Estamos muy lejos de lo que se soñó en 1948.
Podríamos llegar a la conclusión de que estas reyertas no son más que explosiones de años de fricción liberados, que son el resultado de malas políticas y de malos políticos que, de una u otra forma, han dejado la contienda como única solución. Pero esto es un análisis básico y pobre. No debemos olvidar que es ahora, después de casi diez meses de pandemia, que los países contenedores, las grandes potencias mundiales, están debilitadas. Es en esta coyuntura precisa cuando el choque entre dos culturas encuentra su momento idóneo y con el choque se vendría abajo también la débil estabilidad mundial.
¿Y qué es de aquellos que aseguraron defender la paz mundial? Están demasiado ocupados con sus ridículos problemas internos, están distraídos con ellos mismos y les están dejando barra libre a otros jefes de Estado para poder utilizar sus peones tratando de llevar a cabo sus sueños megalómanos. Todos los occidentales, por lo menos, están desprevenidos.
Francia, Alemania, Países Bajos y Bélgica están luchando contra los rastros de su pasado colonial y las consecuencias de una política migratoria casi nula. Reino Unido está tratando de salir a flote luego del capricho del “Brexit”. España está rumbo a convertirse en la nueva dictadura socialista de Europa. Italia y Grecia aún están tratando de salir de la crisis del 2008 y los Estados Unidos llevan casi un lustro con protestas sociales y una aversión enorme hacia todo lo que su país representa.
Los que quedan en la mesa saben que no pueden desaprovechar este momento. Por ello vemos la inundación de ideologías y religiones que vienen de sitios distintos a los usuales. Turquía e Irán llevan años tratando de hacerse con el control de toda la península arábiga, Rusia y China están todavía tratando de hacer orbitar a diversos países hacia su control, todos ellos están tratando de sacar el máximo provecho mientras el resto estamos mirándonos el ombligo.
Estudiante panameño en España.
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