Opinión
Mira las maravillas de la vida
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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Admírate al ver la belleza del rostro de una anciana mientras teje en su mecedora.
Contempla la belleza de un niño en la cuna; detente y mira el verdor de las plantas de un jardín; escucha el sonido, el canto de los pájaros en el bosque; Admírate al ver la belleza del rostro de una anciana mientras teje en su mecedora; Levanta la vista en una noche llena de estrellas y déjate seducir por el brillo de las mismas con el fondo negro del cielo. Escucha un concierto, lee una poesía, motivos tienes miles para vivir maravillado, asombrado por la grandeza de todo. Mira tu cuerpo, tienes 206 huesos que sostienen tus músculos. Tu corazón está siempre en movimiento, latiendo entre 60 y cien veces por minutos, 100 mil veces al día, 35 millones al año. Sin parar. Sin que te des cuenta. Tu sangre circula por tus venas y arterias durante toda la vida. Respiras de 12 o 20 veces por minuto, 23 000 veces al día y así toda tu vida. Tienes más de 600 músculos que te permiten caminar, correr, moverte, levantar una taza, abrir una puerta. Nuestro cuerpo tiene 36 billones de células. Todas están en movimiento de manera coordinada. Puedes ver, oír, oler, sentir, saborear. Tienes brazos, piernas, manos, pies, dedos. En tu cerebro hay 100 mil millones de neuronas y un mayor número de sinapsis, que permite la conexión entre las neuronas. Controla el cerebro todos los movimientos voluntarios de tu cuerpo, el habla, la inteligencia, la memoria y procesa toda la información que recibe de los sentidos. Tus brazos y tus piernas se mueven gracias a tu cerebro. Te sientas, te levantas, hablas gracias a ese órgano. ¿No es maravilloso todo eso? Alguien todopoderoso y divino tuvo que haberlo diseñado.
Y si levantas la mirada hacia el cielo y te preguntas: ¿qué hay en el universo? Pues hay más de un billón de galaxias, y en cada una de ellas un promedio de doscientos mil millones de estrellas. No hay manera de imaginarnos la grandeza del universo. Entonces si contemplas la belleza de una flor, la complejidad del cuerpo humano, la extensión de los mares y la altura de las cordilleras, la grandeza del universo; Y, por otra parte, ves los avances de la ciencia y la tecnología, fruto de la inteligencia humana; y además miras los actos de amor puro y heroico de nuestros santos y héroes, y te dices, todo esto viene de Dios que creó al ser humano a su imagen y semejanza y ha creado todo cuánto existe, pues entonces caes de rodillas ante el Señor y lo glorificas diciendo: grande y maravilloso eres Dios mío, gloria a ti Padre, Hijo y Espíritu Santo. Qué grande eres Señor. Amén.
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