Panamá
Migración política e inseguridad, dos caras de la misma moneda.
- Jorge G. Conte B.
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Desde el principio de la humanidad, en la era Neandertal, el ser humano ha sido un constate migrante, un nómada.
Desde el principio de la humanidad, en la era Neandertal, el ser humano ha sido un constate migrante, un nómada. Desde las planicies donde cazaba y sembraba, de vuelta a montañas y cavernas donde invernaba. Posteriormente, al dominar tanto el fuego como a los animales y sembrar la tierra, se convirtió en un ser humano estable y permitió crear comunidades permanentes. Posteriormente, el dominio de unos sobre otros a través del sistema de gobierno, el desarrollo de armas, las guerras y la falta de recursos naturales, como el agua, la tierra productiva y de pastoreo o la vegetación, los volvieron nuevamente, migrantes.
De África migraron al norte de Europa, de Europa migraron a Inglaterra, de Inglaterra a Norte de América; de América del Sur migraron, gracias al Istmo de Panamá a Centro y Norte América, de África a América y Asia, por el colonialismo europeo y así se crearon imperios y posteriormente naciones independientes.
Desde hace más de 100 años, las guerras mundiales han sido motivo de constante migración. De la primera y segunda guerra mundial, europeos migraron a América, las guerras de Corea y Vietnam trajeron consigo millones de migrantes del sudeste asiático, convirtiendo a los Estados Unidos de América en la gran potencia multirracial que es hoy en día.
Más recientemente, el comunismo marxismo implantado en Rusia, China y Cuba y exportado como un cáncer a diferentes países del mundo, entre otros, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Perú, Chile, Venezuela y más recientemente México, Colombia, y Brasil, demuestra que los sistemas políticos, también son una grave fuente de deterioro de las condiciones de vida y de la seguridad del individuo dentro del Estado donde es nacional. Tanto ellos, como las instituciones privadas y publicas que funcionan en esos Estados dejan de participar en la construcción diaria de la sociedad para ser parte de los nuevos migrantes políticos.
Con mucha más claridad y divulgación mediática, podemos observar, en vivo, como hordas de seres humanos atraviesan grandes peligros y grandes distancias, con la finalidad de llegar a un país donde sean recibidos, con los brazos abiertos y la mesa puesta, para comenzar una nueva y productiva vida, lejos de los suyos, sus costumbres y sistemas de vida conocidos.
Sin embargo, se encuentran con todo lo contrario, en la mayoría de los casos; se topan con fronteras protegidas por sistemas policiales y aduanales, sistemas naturales, como ríos, selvas, montañas, páramos, salares y desiertos que, al parecer, sólo son parte de la travesía, a la que la desesperación por pastos más verdes, los hacen pagar por atravesar. Esta será sin dudarlo, la aventura de su vida.
Pero todo el proceso, desde que nace la idea o necesidad de migrar hasta que llega a establecerse en un nuevo confín de la tierra, está lleno de inseguridad, tanto para él, ella, su familia y amigos de viaje, hasta para aquellos que vivimos en nuestros países. La inseguridad política nace desde la misma incapacidad del Estado ya sea marxista, socialista o democrático de proveer eficientemente para todos, los servicios y activos propios de los Estados, agua potable, energía, salud, educación y seguridad para asegurar la vida de calidad y esperanza, la honra y bienes de todos los ciudadanos y por la libertad de empresa, asociación y expresión, propios de sociedad libres, donde al parecer, todos queremos vivir.
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