Mi nombre no es 'Panamá Papers'
Panamá no es tierra ni de bucaneros ni de corsarios, mucho menos un centro de lavado de capitales, como lo sugirió un reciente contenido en la plataforma Netflix. Recuerdo en los días, posteriores a la caída del régimen de Noriega, al identificarme como ciudadano del istmo, que una de las primeras cosas que venía a la mente de mis interlocutores era correlación entre nuestro país y el fallecido dictador. Cuando se nos trata de crear un sentimiento de culpa, por los actos de terceros y mucho peor, si se denigra el nombre de nuestra patria, resuena en la mente el verso de Miro, "revuelvo la mirada…". Lo peor es cuando ese trabajo sucio de mancillar el nombre de la nación es obra y gracia de quienes deben velar, por lo contrario.
De más está decir el malestar que se siente al ver los efectos negativos que la trama de los "Panamá Papers" causo a nuestra imagen internacional. Intereses extranjeros se matrimoniaron con la sed de venganza de criollos, quebrando una empresa, costándole la vida a uno de sus socios y nos colocaron en un sitial de duda, cada vez que mencionamos donde nacimos. Es fácil destruir una reputación, ¡Cuánto cuesta volver a restaurar la credibilidad!
Panamá ha sido históricamente conocido por ser una economía de servicio. Desde los primeros días de las Ferias de Portobelo durante las colonias, pasando por la implementación de nuestras leyes de marina mercante y sociedades anónimas, hasta la creación de la zona libre más grande del hemisferio occidental y de un centro bancario internacional.
Ello nunca ha sido, soplar y hacer botellas. Tomo años de estudio e investigación para constituir estas instituciones, pilares de nuestra economía. Ninguna de estas iniciativas se originó con fines delictivos, sino el de poder servir a la comunidad de negocios internacional de una forma competitiva. Grandes talentos del derecho y las finanzas participaron en su elaboración.
Tras el reciente fallo en el caso relacionado a la franquicia "Panamá Papers", nos toca un momento de reflexión. Y es que ha llegado la hora de hacer las cosas bien. Yo no vote por José Raúl Mulino por mera casualidad. Necesitabamos a gritos quien resolviera. Este ciudadano, que es hoy el presidente de la República no es un improvisado. El hombre conoce y esta preparado para hacer lo que en este momento demanda la situación del país. Es necesario recuperar la confianza dentro de los mercados mundiales. Debemos darnos a respetar y aplicar las sanciones necesarias como la retorsión, contra aquellos que colaboraron a convertirnos en una especie de parias globales. Confió que el presidente Mulino lleve a cabo una estrategia que nos vuelva a colocar en el sitio que merecemos dentro del plano mundial.
A la Autoridad de Turismo, en colaboración con Promtur, les toca la vital labor de promover la marca de destino que somos y no la de una imagen de banana republic, que ondea una bandera de piratas, que muchos han tratado endosarnos. Somos un paraíso de compras, de diversidad cultural, de gastronomía, de islas y playas y de muchas cosas más. Es hora de que aquellos detractores de Panamá sepan que con este paisito no se juega. Por algo somos puente del mundo y corazón del universo.
Esta una nación de gente noble y trabajadora. Distamos mucho de ser lo contrario. Obviamente esta una misión de todos y no de unos pocos. Se espera
el concurso del Estado, los gremios, la empresa privada, los sindicatos y de los profesionales.
Mi nombre no es "Panama Papers". Es simplemente Panamá, la tierra de la abundancia
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