Mensaje
Mentes cansadas por mentes optimistas de fe
La Natividad del Señor, el nacimiento de Jesús, su celebración en estos días, en los hogares, tiene un claro mensaje: La opción es Cristo.
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La Natividad del Señor, el nacimiento de Jesús, su celebración en estos días, en los hogares, tiene un claro mensaje: La opción es Cristo.
El Cristo Redentor, sanador, justo, bueno, quien nos inunda con su mensaje de luz en medio de la oscuridad. Foto: EFE.
Quise escribir sobre diversos temas.
Me debatía por la cuestión constitucional y la opción del Ejecutivo en poner en manos de consultores o asesorías del PNUD lo concerniente a ello; también me afané por el tema de la tragedia de nuestras cárceles y la matanza; no descarté analizar lo relativo a la “Mano Dura” que algunos proclaman como la panacea o la solución al problema de la delincuencia.
En fin. Sin embargo, en esas pláticas matutinas, con mi esposa, planteándole mi inquietud sobre estos temas, con la prudencia que la caracteriza me hizo esta observación:
¿No crees que tratándose de la víspera navideña deberías escribir un mensaje más alentador y de armonía social, para nuestras familias, para el pueblo en general?
Su respuesta fue como una daga que se clavó directo en mi corazón y que desnudó mis ínfulas de escritor, como reclamándome: ¡Ya basta de tantos análisis de nuestros problemas!
Escribe algo que exhorte, que sustente, que alimente al alma sedienta.
La gente está cansada, los espíritus están agotados.
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Es lo que Byung Chul Han ha denominado “La Sociedad del Cansancio”.
Estamos, según expresa este filósofo, en una posición dialéctica en donde del tercero, el otro, reconociéndole como tal, lo tengo como “el otro enemigo”.
Foucault lo diría en términos de que “Nos vigilamos el uno al otro y frente a la violación de la norma, simple y sencillamente, lo castigamos”.
El siglo XXI, sigue diciendo, nos ha puesto en evidencia a un nuevo enemigo: nosotros mismos sometidos a la culpa del “no poder”, estamos enfermos de positividad (Del hombre positivo que todo lo abarca, todo lo quiere resolver, lo cual da como corolario de “no poder más”), de una falsa positividad.
Se trata del paradigma inmunológico.
Bueno, hoy queremos fortalecer en nuestros congéneres el espíritu.
Para que nos hagamos más inmunes, más fuertes ante una panorámica social que viene devorándonos, absorbiéndonos con el cúmulo de “todo lo negativo” y creyendo que tenemos el poder o los súper poderes para resolverlos, no nos damos cuenta que estamos muriendo, poco a poco, ya no lentamente, por el contrario, de modo apresurado, vertiginoso.
La Natividad del Señor, el nacimiento de Jesús, su celebración en estos días, en los hogares, tiene un claro mensaje: La opción es Cristo.
El Cristo Redentor, sanador, justo, bueno, quien nos inunda con su mensaje de luz en medio de la oscuridad.
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Quien ante nuestras flaquezas y debilidades nos hace fuertes para resistir y resistir con fuerza de gigantes, invencibles. Nada puede tener el poder de dañarnos, de matarnos, de lesionarnos o herirnos, pues si tenemos a Cristo en nuestros corazones y en nuestras mentes, todo lo malo, el demonio, huirá de nosotros.
El conocimiento que adquirimos en la vida debe ser para acercarnos más a Dios, no para distanciarnos de Él.
Saber más es descubrir sus grandezas, el poder de su creación presente en cada cosa, en cada hecho o circunstancia, en el mundo que nos rodea.
Debemos ver siempre la Mano de Dios actuando en todas las cosas.
Aún cuando estas se presenten, en apariencia, como malas o adversas.
Solo confiar, solo tener paciencia, en que el Redentor, el Salvador del mundo, nuestro Jesús, nuestro Dios y Señor, por medio de su Espíritu Santo, tiene cuidado de nosotros, de nuestros seres queridos, aun cuando no lo sintamos o no lo veamos, la Fe es cuestión de creer, de convicciones, y saber que Él siempre está a nuestro lado.
El mundo no puede ahogar nuestra fe, solo debemos ser pacientes y aprender a esperar en Dios. Vivir, vivir plenamente. Trabajando, con la mano en el arado, pero creyendo que Dios no nos desampara.
Orar por los amigos y los enemigos, los manifiestos y los ocultos; orar por las autoridades, por el gobierno, por los que ejercen autoridad, sin renunciar a nuestro derecho a la crítica sana y bien intencionada, la que aporta y construye, la que edifica.
Orar por los pobres, por los enfermos en los hospitales, por los desanimados o deprimidos; por los que padecen enfermedades, en apariencia sin cura, y creyendo que los milagros aún suceden cuando se ora con fe devota y entregada al Señor.
Oremos por los políticos.
Que se conviertan, y que los malos se arrepientan del mal, de la burla y de la corrupción.
Que sean íntegros, honestos y que cada día procuremos ser mejores, sabiendo que debemos buscar agradar a
Dios antes que a los hombres.
Que en esta Navidad levantemos un Altar de Oración por la Patria, por la familia, por nosotros mismos, por nuestro pueblo.
Dios bendiga a la Patria. ¡Yo le creo a Dios!
Abogado.
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