Cuarto de urgencia
Médicos y enfermeras indolentes
... nadie le había reportado que tenía días que no defecaba; pues a la enfermera se le hace difícil comunicarles algo a los médicos. Me cansé de pedir una pastilla para no convulsionar y la enfermera me vio como si nada, ¡qué tristeza! Insensibles todos los médicos de turno.
- Mercedes M. Pinilla L.
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- - Publicado: 13/8/2018 - 12:00 am
La indolencia nace en el cuarto de urgencia, donde ya se han acostumbrado al dolor humano y a la angustia, de todo el que atiende.
Les cuento: me tocó pasar unos días en el hospital regional de la Caja de Seguro Social (CSS), Dr. Rafael Hernández, de David, Chiriquí, la realidad de los pobres.
Llegué a las 9:30 a.m. y hasta las 7:00 p.m. me pasaron a la sala de observación, mientras tanto acostada en una camilla de ambulancia, dispuesta a caerme, como en momentos anteriores le había sucedido a otra persona.
Durante ese tiempo solo se dirigían a mí la enfermera para decirme: no se mueva, señora, que se va a caer.
Nunca supe quién era mi doctora, nadie me volvió a ver para decirme o preguntarme algo.
El reporte del paramédico fue suficiente para olvidarme.
Pregunté a varios médicos: ¿a quién le toca atenderme? Y estos ni siquiera volteaban a verme.
Conocí a mi doctora al momento de firmar mi salida; nadie le había reportado que tenía días que no defecaba; se sorprendió, pues a la enfermera se le hace difícil comunicarles algo a los médicos.
Me cansé de pedir una pastilla para no convulsionar y ni fu ni fa, me dio la convulsión y la enfermera me vio como si nada, ¡qué tristeza!
Esto no es de opinar, es de investigar, analizar, crear conciencia, humanizar, tomar medidas.
No debe seguir así.
He visto casos de muerte, de derrames, porque solo suben a decirle al paciente, coopere y espere.
Ayuné todo el día para que a las 9:00 p.m. me hicieran el ultrasonido. Éramos 4, y 3 de las pacientes de sala habían comido los 3 golpes; yo en ayunas hasta el mediodía del día siguiente; siempre me decían aún no tenemos el resultado, así que no puedes comer hasta que llegue el informe.
Insensibles todos los médicos de turno: claro que hay excepciones entre médicos y enfermeras.
Ya me habían informado por otras vías el resultado del examen, pero yo seguía sin comer y sin tomar agua.
¿Tiene la presión alta?, tome bastante agua.
Se me hizo una úlcera en la boca por una captopril debajo de la lengua sin remojarme la boca.
En ocasiones hacían el reporte desde la puerta sin acercarse para que nadie pidiera nada, grité por una paleta, no hay paleta, solo una; así que hágase en el pañal.
Llegué débil, pero me mantuvieron en una camilla angosta y sin barandal, 10 horas; después de las cuales, me pasaron para una camilla amplia y con barandales.
Me dejaron ahí 3 días.
Al par de días después regresé para la policlínica especializada Dr. Pablo Espinosa, de Bugaba, de la CSS. ¡Qué atención! ¡Qué diferencia! Todo el mundo muy atento.
Mi opinión muy particular es que la indolencia nace en el cuarto de urgencia, donde ya se han acostumbrado al dolor humano y a la angustia, de todo el que atiende.
Si ven a alguien diferente, creen que puede esperar porque no se está quejando tanto.
Así que ese que siga aguantando.
Felicitaciones al personal de la policlínica Dr. Pablo Espinosa, de Bugaba, por su atención al público.
Educadora jubilada.
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